Mensaje de la santísima Virgen María Reina de la Paz del 25 de septiembre de 2015
y reflexión del P. Francisco Verar
“Queridos hijos, también hoy oro al Espíritu Santo para que llene sus corazones con una fe firme. La oración y la fe llenarán su corazón de amor y de alegría, y ustedes serán una señal para aquellos que están lejos de Dios. Hijitos, exhórtense unos a otros a la oración con el corazón, para que la oración llene su vida, y ustedes, hijitos, cada día serán, sobre todo, testigos del servicio a Dios en la adoración y al prójimo en la necesidad. Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
El mensaje de este 25 de septiembre, se podría ver como una preparación al mes del santo Rosario, mes de oración por excelencia en la Iglesia. El mensaje se divide en tres partes.
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María intercesora. En el mensaje la Madre dice que ora. La oración fue el apostolado que la Virgen en su vida terrena más realizó, a parte de la educación de Su Hijo. Y se observa, como la educación de un Hijo y ser esposa, camina a la par de la vida de oración. Es decir: se educa y se sirve a la vida desde la oración y la oración misma enseña a educar y a servir. Ese fue el rol que la Madre desempeñó en la tierra, pero según el mensaje del 25 de septiembre, aún lo continua ejerciendo por nosotros en el Paraíso. Es decir: la Virgen educa hoy a sus hijos desde Su oración en los Cielos, y mientras los educa también ora. Luego, en el Cielo es donde más se ora y la vida de oración que podamos desarrollar en el tierra, será una preparación para la vida del Paraíso: sin oración no hay vida eterna. Luego, ¿por que María ora o para qué ora? Ella mima lo dirá: para que el Espíritu Santo llene los corazones de sus hijos con una fe firme, porque la oración y la fe llenarán el corazón de amor y de alegría, y nosotros seremos así una señal para aquellos que están lejos de Dios. Pero ¿porqué la Madre en lugar de pedirnos que oremos al Espíritu Santo para que nos dé una fe firme, a fin de ser señal para los que están lejos de Dios prefiere orar por esa intención? La respuesta no es complicada: porque Su oración es tan poderosa como lo pudiera ser un exhortación que Ella misma nos proponga. Y eso es un ejemplo para nosotros. Nosotros debemos, pues, imitarla; más aún, en muchos mensajes nos lo ha pedido: que oremos por esta necesidad: para que el Espíritu Santo llene nuestros corazones y así desarrollemos una fe firme frente a los tiempos que vivimos, de manera que seamos amor y alegría, signos vivos para quienes están lejos de Dios. Pero en el mensaje Ella nos recuerda que ora por esa intención. Entonces, hay que meditar en esas palabras, en esa intención que la Madre tiene en Su Corazón Inmaculado.
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Exhortar a los demás a la “oración con el corazón”. La segunda parte del mensaje es una petición que la Virgen hace: que sus hijos se exhorten mutuamente a la llamada “oración con el corazón”. Y para observar la fuerza que tiene esta llamada, hay que considerar además, que en los dos últimos mensajes del 25, la Virgen ha hablado sobre este particular. Obsérvese que el 25 de agosto dijo: “queridos hijos, también hoy con alegría estoy con ustedes y los invito a todos, hijitos: oren, oren, oren para que comprendan el amor que tengo hacia ustedes”. Luego en el mes de agosto, mencionó: “queridos hijos, también hoy los invito a que sean oración. Que la oración sea para ustedes las alas para el encuentro con Dios.” Y ahora mencionó: “exhórtense unos a otros a la oración con el corazón, para que la oración llene su vida, y ustedes, hijitos, cada día serán, sobre todo, testigos del servicio a Dios en la adoración y al prójimo en la necesidad.” Adviértase entonces, la continuidad con el tema de la oración: 1º la oración continua: “oren, oren, oren”; 2º: “ser oración”; 3:º “exhortar a los demás a la oración con el corazón”. Son tres llamadas distintas pero relacionadas. Y esto se evidencia, porque quien no tiene vida de oración no puede invita otros a tenerla; sobre todo, la llamada “oración con el corazón”.
La “oración con el corazón” es una de las características de la espiritualidad de Medjugorje y para entenderla hay que orar continuamente como enseña la Madre. Ella ha dicho que esa oración no se puede aprender con los libros, sino que cada quien la aprende por sí mismo cuando cada día se esfuerza en practicarla. No se trata de orar en grupo, no de rezar el rosario o meditar la Biblia. Por citar solo algunos recursos para la oración. Sino de abrir primero el corazón; sea cual fuere el recurso que se utilice. Porque lo primero en la “oración del corazón” es abrir el corazón a Dios, ponerse cada día delante de Él, con las puertas abiertas de par en par, sin algún tipo de reservas. Quizá la mayor crisis que estamos confrontando en la Iglesia sea precisamente el no saber orar. Por eso también la Madre exhorta de hablar a los demás sobre esta expresión de oración. Pero quien no ora continuamente y no ha hecho de su vida oración, no podrá ayudar a los demás a orar.
La vida de oración sólo se aprende a los pies de Jesús, por lo que para exhortar a los demás a la “oración con el corazón” hay que doblar rodillas, hay que “tratar de amistad estando mucha veces a solas con Quien sabemos nos ama”, ya escribió Santa Teresa de Ávila. Y este tratar de amistad con Quien sabemos nos ama, es ante todo nuestro primer deber. La Madre lo recuerda frecuentemente. Pero queda siempre el inconveniente: ¿puede una persona que no ora frecuentemente ⎯y su vida no es la oración⎯, exhortar a los demás a que oren? ¡Imposible! ¡Este es el problema! Y por eso la Madre primero habló de la oración continua, luego hizo la llamada a “ser oración”, para luego pedir que exhortemos a los demás a la oración con el corazón.
Nunca antes en la historia de la Iglesia, había resonado, por tantos años, una llamada como esta. Hay que afirmarlo una vez más: Medjugorje no se entiende sin la oración, porque la llamada de Medjugorje fundamental, es a ser de la vida oración. Por eso la Madre vuelve siempre sobre este tema. Pero hay una dificultad: a pesar de tantos llamados, la mayoría quizá no responde. Hay gente que habla mucho de Medjugorje pero tienen poca vida de oración, y hay otros que ven en Medjugorje una oportunidad para lucrar. ¡Peor aun! Porque lo esencial de Medjugorje es la oración: orar continuamente y saber hacerlo. En dicho sentido, hay que ver Medjugorje como una gran escuela de oración, de la oración con el corazón, y esto se entiende a los pies de Jesús. No entenderemos Medjugorje si el Papa lo aprueba o no; se entiende Medjugorje solo delante de Jesús. Luego, para exhortar a los demás a la oración con el corazón, primero hay que orar con el corazón y transformar la vida en oración. Por eso todo comienza al ponerse cada día delante de Jesús. Allí se descubre que la oración no es repetir palabras, pedir algo, cumplir con un deber… sino experimentar cada vez con mayor intensidad, el fuego del amor de Dios. Dios es fuego devorador, Dios es solo amor y el amor mismo. Pero esto no hay que repetirlo a los demás, por el contrario, hay que vivirlo, porque también vivimos para orar y oramos para vivir.
Este año celebramos los 500 años del nacimiento de Tersa de Jesús y el próximo 15 de octubre honramos su Memoria. ¿Y quien fue Teresa? La gran reformadora del Carmelo, pero la “reforma” que primero hizo fue la de su propia vida, y esta reforma la logró por medio de la oración con el corazón. Y Teresa habló de 4 grados de la oración con el corazón en el libro de su Vida (cap. 11 al 18) y en el Castillo Interior de 9. Obsérvese.
Primer grado de oración: “De los que comienzan a tener oración podemos decir son los que sacan el agua del pozo, que es muy a su trabajo, como tengo dicho, que han de cansarse en recoger los sentidos, que, como están acostumbrados a andar derramados, es harto trabajo”. (V. 11, 9) En esta manera de orar se experimenta trabajo y esfuerzo, por no estar acostumbrado a recogerse en el interior del alma. El hombre está “derramado” hacia el exterior y por tanto, su oración es fatigosa y con escaso fruto. Sentirá malestar y disgusto cuando, a pesar de su trabajo en recogerse y meditar, no halle en sí más que sequedad y vacío. Santa Teresa invita a quienes comienzan este camino a no quedarse en una praxis de la oración que solo agrada al sentido. No hay que quedarse atado del ejercicio de la oración dura, sino abrirse a una relación de amistad desinteresada.
Segundo grado de oración: Se saca el agua con una noria: “…con noria y arcaduces, que se saca con un torno (yo lo he sacado algunas veces), es a menos trabajo y sacase más agua” (V. 11,7) Aquí el orante experimenta ciertos gustos muy particulares que no vienen de ninguna manera procurados por su mucho discurrir o meditar en las cosas de Dios. Aunque en este grado no se ha de dejar del todo la oración mental, Teresa nos habla de la oración de quietud, que es precisamente una comunicación de Dios al alma en la que la persona siente en sí un recogimiento hacia lo profundo de su ser, en el que su voluntad siente y goza claramente de unos gustos, contentos, que no había conocido antes en ninguna cosa de este mundo: “Aquí se comienza a recoger el alma, toca ya aquí cosa sobrenatural, porque en ninguna manera puede ganar aquello por diligencias que haga” (V. 14,3)
Tercer grado de oración: el agua con que se riega esta huerta del alma “es agua corriente de río o de fuente, que se riega muy a menos trabajo, aunque alguno da el encaminar el agua. Quiere el Señor aquí ayudar al hortelano de manera que casi él es el hortelano y el que hace todo” (V.16,1) Se refiere a que nuevamente Dios sale al encuentro del orante con una acción mucho más abundante. Teresa nos habla del sueño de potencias (memoria, entendimiento y voluntad) como oración propia en esta tercera manera de riego. La experiencia de la gracia es mucho más clara que en la oración anterior. La acción de Dios en este grado de oración, alcanza al hombre en su interior, en sus facultades, de manera más intensa que en la oración de quietud. Esta acción de Dios “adormece” al hombre con relación a todo lo creado, porque está profundamente cautivo por Dios. La persona siente en sí “embriaguez y desatino de amor”. “Glorioso desatino, una celestial locura” (V.16,1-2). “Ya, ya se abren las flores, ya comienzan a dar olor” (V.16,3) deseosa de servir a su Señor.
Cuarto grado de oración: “… es agua que viene del cielo para con su abundancia henchir y hartar todo este huerto de agua” (V. 18,9). Se trata de la oración de unión de todas las facultades del alma en la que la acción de Dios envuelve y domina a la persona. Santa Teresa describe así la oración de unión: “Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza. Entiéndase que se goza un bien adonde juntos se encierran todos los bienes, mas no se comprende esto bien. Ocúpense todos los sentidos en este gozo, de manera que no queda ninguno desocupado para poder en otra cosa exterior ni interiormente” ocuparse. (V.18, 1) El alma “siente con un deleite grandísimo y suave casi desfallecer toda con una manera de desmayo… toda la fuerza exterior se pierde y se aumenta en las del alma para mejor poder gozar de su gloria. El deleite exterior que se siente es grande y muy conocido” (V.18, 10) La acción de Dios es tan fuerte que suspende todas las facultades del alma, de modo que el orante no puede ocuparse en nada. “Dios coge al alma y la lleva consigo” “Viene un ímpetu tan acelerado y fuerte, que veis sentir y sentís levantarse esta nube (de la gran Majestad de Dios)”. En esta oración hay una unión total de la persona entera en Dios: interior y exterior. Santa Teresa llama a esta gracia de unión levantamiento de espíritu o vuelo de espíritu y unión.
Es importante destacar que a esta oración de unión se llega normalmente, después que el orante se ha ejercitado durante largo tiempo en la oración mental. Y como se observa, la Virgen quiere que lleguemos a ella. Por eso en el mensaje del 2 de septiembre pasado habló de esta manera: “si se aman unos a otros, orarán con el corazón y alcanzarán cumbres espirituales y se abrirá para ustedes el camino hacia el Paraíso.” Las cumbres espirituales de las que habla María es la plena unión con Dios por medio de la oración con el corazón. Pero el problema mayor es el activismo, sobre todo, encausado para hacer dinero. Porque la gente ha perdido su dimensión sobre natural y muchos piensan, equivocadamente, que el fin del hombre en la tierra es hacer dinero, será más feliz quien más dinero hace. Pero también hay otras argucias del demonio: como meterle en la cabeza a las personas que si no se casan y encuentran una pareja ideal no podrán ser felices, ni realizarán su “vocación” en la tierra. O bien, seguir a toda costa los “atractivos del consumo”: ropa, tecnología, viajes de turismo, droga, alcohol, sexo… Por “allí no”, dice la Madre: “hay que darle a Dios el primer lugar en la vida” y la vía para conquistar esto es “la oración con el corazón.”
3. Acompañamiento materno. Al final del mensaje la Madre recuerda su acompañamiento personalizado como tantas veces a mencionado: “Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!” En la tarea de orar con el corazón y enseñarles a otros a realizarla, no estamos solos la Madre camina con nosotros y esto se experimenta también con el rezo del rosario, por lo cual hay que recordar que además de practicar la oración metal (o de meditación y contemplativa) no debemos dejar nunca de rezar el santo rosario, dulce cadena que nos ata a María.