Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de octubre de 2015 Medjugorje Bosnia Herzegovina y reflexión del P. Francisco Verar
“Queridos hijos! Mi oración también hoy es para todos ustedes, especialmente para aquellos que se han vuelto duros de corazón a mi llamado. Ustedes viven días de gracia y no son conscientes de los dones que Dios les da a través de mi presencia. Hijitos, decídanse también hoy por la santidad y tomen el ejemplo de los santos de estos tiempos y verán que la santidad es una realidad para todos ustedes. Regocíjense en el amor, hijitos, porque ustedes son únicos e insustituibles ante los ojos de Dios, porque son la alegría de Dios en este mundo. Testimonien la paz, la oración y el amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
1. María ora por los de corazón duro.
Cada mensaje que la Virgen da es una tarea mensual, pero no anula la anterior sino que la refuerza y la complementa. Se recuerda, una vez más, que María aparece en Medjugorje como catequista, como Maestra de vida espiritual que quiere ayudar a sus hijos en este periodo particular de la historia cargado de muchas sombras, pero también de mucha luz porque María aparece todos los días.
Este mes nos ha dicho: “Queridos hijos, mi oración también hoy es para todos ustedes, especialmente para aquellos que se han vuelto duros de corazón a mi llamado”. Esta frase expresa el dolor de María por la indiferencia de muchos de sus hijos, porque a pesar de tantas exhortaciones y muchos signos, aún permanecen indiferentes, cerrados de corazón. Seguramente, al hablar de esta manera, la Virgen piensa en los miles y miles que han peregrinado a Medjugorje, y en otros tantos que, al seguir sus mensajes, no cambian de rumbo y no quieren abandonar el pecado. Por eso, una vez más, Ella ora por esa intención, es decir: para que caiga el muro de la indiferencia mariana. Y espera, además, que su oración cause efecto. Entonces, este mes lo iniciamos contemplando a María en oración por la conversión de hijos “endurecidos”, lo cual nos debe llevar a todos a responder con mayor empeño a su llamado, toda vez que la Madre desea que tomemos conciencia que su presencia en Medjugorje obedece a un tiempo de gracia, ha dicho: “Ustedes viven días de gracia y no son conscientes de los dones que Dios les da a través de mi presencia.”
2. Decidirse por la santidad
En la segunda parte del mensaje, la Madre invita nuevamente a sus hijos a que se decidan por la santidad: “Hijitos, decídanse también hoy por la santidad y tomen el ejemplo de los santos de estos tiempos y verán que la santidad es una realidad para todos ustedes.” Es sabido, que exhortaciones similares ha hecho a lo largo de todo el tiempo que aparece en Medjugorje, pero ahora nuevamente vuelve sobre el tema, al contraponer la dureza del corazón, de algunos de sus hijos, a la decisión por la santidad. Son polos opuestos, y como se observa, para la Madre no hay posiciones intermedias, en las cuales, quizá, la mayoría se refleja. Por lo tanto hay que dejarse interpelar por sus palabras.
Es difícil encontrar hoy personas que se decidan por la santidad. Sin embargo, son innumerables las que viven bajo el peso del pecado. Adviértase que Satanás no tiene necesidad de invitar a alguno al pecado, porque a la gente le gusta disfrutar del placer que a Dios ofende. Pero, cuando se habla de la santidad, es diferente, porque para ser santo hay que tomar la decisión de serlo, y además hay que perseverar en esa decisión. Una persona que desee glorificar a Dios con la santidad en su vida, debe hacer de ella una opción continua y colocar a Dios siempre en primer lugar. Sin embrago, es mucho más fácil renunciar a esa vocación y vivir sujeto al pecado. Pero el resultado podría ser nefasto: la condenación eterna con la pena de daño no ver jamás a Dios y la pena del sentido el fuego eterno o el purgatorio. Entonces, la Madre invita al camino de la luz, de la verdad, de la santidad. Y por el contenido de sus palabras, aparece claro que quien se proponga vivir la santidad puede alcanzarla sin problemas mayores. La canonización es otra cosa, porque nadie debe buscar la santidad con el fin de ser un día canonizado; porque sería un gravísimo error de orgullo y vanagloria.
Hubo un santo llamado Simeón (de Siria) que al darse cuenta que todo el mundo lo consideraba como tal, debido a los milagros que hacía y a los consejos atinados que daba a las multitudes, decidió fingir que se había desquiciado y comenzó hacer excentricidades, con el fin que la gente dejada de hablar de su santidad. Y de modo inverosímil, comenzó su hazaña en el mismo pueblo que lo vio nacer. Un día entró en él arrastrando a un perro muerto que encontró en el basurero; le ató una pata al ceñidor de su hábito; corría y gritaba por el pueblo llevando tras de sí una pila de chiquillos que le gritaban al unísono, entre risas y burlas, contra el monje que se había vuelto “loco”. Otro día, comenzó a tirar nueces a las velas del altar con el fin de apagarlas, y cuando se indignaron el sacerdote y sus feligreses, se subió al púlpito y tiró las que le quedaban a las mujeres piadosas del templo. Volcó las mesas de los vendedores de pan y repostería para la ofrenda del culto, lo que le costó una buena paliza. Al ser contratado para vender verduras, repartió entre los pobres la mercancía… Reñía entre seriedad y risas a los borrachos diciéndoles que arruinaban su vida libando licor, mientras él bebía un vaso de vino. Vivió sucio y desaliñado en una cueva, y se paseaba por el pueblo adornado con ramas de palmera en la cabeza y llevando uvas y ajos en su cuerpo. Así iba a la plaza del pueblo predicando conversión…Se retorcía entre risas y saltos como un reptil por el suelo…. Y como decían que no probaba bocado en Cuaresma, apareció a la salida de una Iglesia un Jueves Santo, devorando -no comiendo- medio cordero. También buscaba ocasiones para ser humillado, y aceptó con gusto la calumnia de una criada joven embarazada que dijo que él era el padre del niño que lleva en su seno. Sin embargo, a la hora del parto, confesó que era mentira, descubriendo la estrategia del Loco que la cuidó con esmero durante todo el tiempo del embarazo. A su muerte, todos lo tenían por loco, pero 30 años después muerto, el Obispo de Chipre, Leoncio, escribió su vida y milagros bien probados relatados por el diácono Juan, de Edesa. Las excentricidades que hacía eran encausadas para frenar su orgullo, su amor propio, porque los demás lo consideraban santo. Por otro lado, las penitencias que hacía, ya no les satisfacían y por tanto tuvo que recurrir fingir ser esquizofrénico. ¡Hasta donde puede llegar el amor por Cristo y la salvación de las almas!
En el mensaje la Virgen también invita a imitar la vida de los santos, pero de este tiempo. En efecto, Ella no espera que alguno imite las virtudes y excentricidades de Simeón el Loco, porque el camino que presenta María es distinto, es un “camino”, en palabra de Santa Teresa de Liseux. Ese “caminito” no es otra cosa que el amor, la paz del corazón y la oración continua con el corazón. Con eso es suficiente para llegar a la santidad. Esta parte del mensaje es importante porque fija la atención en ejemplos concretos contemporáneos, y no en santos del siglo octavo como Simeón el Loco, y, ¡gracias a Dios! tenemos una gran lista. Por ejemplo, el Papa acaba de canonizar el primer matrimonio -juntos marido y mujer- a los padres de santa Teresa de Lisieux. Y recuérdese que una de las constantes llamadas que ha hecho la Gospa en Medjugorje, ha sido precisamente, la de meditar la vida de los santos. Y ahora especifica: que sean de los tiempos nuestros. Seguramente también está pensando, como ha hecho en otros años, en la preparación espiritual para la Solemnidad de “Todos los Santos”, y que durante el mes de noviembre, se medite en la vida de ellos.
3. Regocijarse en el amor.
En la tercera parte del mensaje, la Virgen invita a regocijarnos en el amor, quizá porque es el amor el signo más característico de la santidad. Muchos no lo saben, pero el amor divino es, precisamente, la praxis de la santidad, y quien opta por él, debe permanecer alegre porque ha elegido el camino correcto para la salvación de su alma y la de los demás. Luego, esta tercera parte del mensaje, enuncia la síntesis de la vida de virtud: el amor. Quien quiera ser santo debe esforzarse en amar: amar a Dios y amar al prójimo. Solo el amor, y nada más que el amor; porque el amor es el fundamento de todas las demás virtudes. Recuérdese, que los santos fueron quienes más amaron y quienes encarnaron el desafío del amor. ¡Y no hay nada tan bello en este mundo que vivir de amor! Francisco de Asís dijo muchas veces: “el Amor no es amado”. Se refería a Jesús crucificado que no era suficientemente amado, pero también hacía una exhortación a dejarse amar por Él, toda vez que cuando se le ama Él mismo da la capacidad para amar al prójimo, por muy herido que esté un corazón. Entonces, la Madre quiere que se busque siempre el amor y desde el amor se pueda crecer en la santidad. Y esto no es complicado. Lo complicado, al parecer, es decidirse por el amor, por la santidad. Y la vía para empezar y permanecer en esta opción es la oración. Porque quien sabe orar sabe amar y aprende amar. Recuérdese que lo que aumenta el “mercurio” del termómetro del amor es la oración con el corazón. Por eso no hay que olvidar los mensajes anteriores donde la Madre invitó tres meses seguidos a la oración continua y con el corazón. Entonces, sin oración no hay amor.
La Virgen en el mensaje, también ha dicho que nosotros somos “la alegría de Dios en este mundo”. Esta expresión es hermosa, toda vez que Dios se regocija en nosotros, a pesar de nuestras fallas y miserias. Su mirada permanece en sus hijos que son el deleite de Su Corazón, y por lo mismo, hay razón poderosa para vivir contento y superar la imagen negativa, o disminuida, que alguno pueda tener de sí mismo. Lo ideal sería, que, con este mensaje que la Madre ha dado, todos nos comencemos a ver con el prisma de la estima que Dios tiene por nosotros. Obsérvese, lo que ha dicho la Madre: “ustedes son únicos e insustituibles ante los ojos de Dios, porque son la alegría de Dios en este mundo”. Entonces, quien se sienta apesadumbrado por el peso de sus errores, o bien por las arideces en las que se encuentra, bien le ayudaría a meditar en las palabras de la Virgen porque Dios está siempre de parte de sus hijos y con el deseo de ayudarles. Probablemente, con este mensaje, la Madre nos esté introduciendo ya en la espiritualidad del Año Santo de la Misericordia que está a las puertas y que inicia el próximo 8 de diciembre con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Recuérdese que el fin de este Año Santo es: “contemplar la Misericordia de Dios para ser en el mundo misericordiosos como el Padre” y el mensaje de la Virgen habla claramente de la Misericordia de Dios hacia nosotros: “ustedes son únicos e insustituibles ante los ojos de Dios, porque son la alegría de Dios en este mundo”.
4. Testimoniar la paz, la oración y el amor.
En la cuarta parte del mensaje, la Madre hace una última exhortación: “Testimonien la paz, la oración y el amor” y este trinomio es inseparable. Recuérdese que desde el inicio de sus apariciones, la Gospa hizo el llamado a vivir primero la paz en el corazón, luego en la familia, para posteriormente llevarla al entorno. Ese fue el programa pastoral del inicio. Pero luego, comenzó hablar de la oración como el medio por excelencia para lograr la paz, para pedir entonces la santidad. Este, pues, es el resumen de muchas catequesis y exhortaciones Suyas, excelente programa para vivir este mes a las puertas del Año de la Misericordia.