4 de octubre de 2011

“¡Queridos hijos! Os invito a que este tiempo sea para todos vosotros tiempo de testimonio. Vosotros, los que vivís en el amor de Dios y habéis experimentado sus dones, testimoniadlo con vuestras palabras y vuestra vida para que sean alegría y estímulo en la fe para los demás. Yo estoy con vosotros e intercedo incesantemente delante de Dios por todos: para que vuestra fe sea siempre viva y alegre y en el amor de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

Se recuerda que en el mensaje del mes anterior, la Virgen había invitado a todos sus hijos a la “oración y al ayuno” por sus intenciones, porque satanás quería destruir su plan. Y por tanto, el mensaje de este mes, se debe vincular al anterior. Considérese que cada mensaje está relacionado. Y en el caso de este nuevo mensaje, la Madre quiere que con la “oración y el ayuno” se le ayude a los demás en la fe.

La cuestión del testimonio de los cristianos hoy en el mundo, también ha sido uno de los temas relevantes del Santo Padre en su reciente viaje a Alemania. Y en ello podemos ver, a la luz de la fe, como la misma voz de Dios y de Su Hijo Jesús se hace sentir por fuentes distintas. Obsérvese que el Papa hablando del programa que lleva adelante el Comité Central de los Católicos alemanes (ZDK), de ayuda al desarrollo, en el que profesionales alemanes viven durante un tiempo en ambientes pobres de países africanos, asiáticos y latinoamericanos, mencionó: “Vemos que en nuestro mundo rico occidental hay carencias; a muchos les falta la experiencia de la bondad de Dios. No encuentran un punto de contacto con las Iglesias institucionales y sus estructuras tradicionales. Pero, ¿por qué? Pienso que ésta es una pregunta sobre la que debemos reflexionar muy seriamente… Permitidme afrontar aquí un aspecto de la específica situación alemana. En Alemania la Iglesia está organizada de manera óptima. Pero, detrás de las estructuras, ¿hay una fuerza espiritual correspondiente, la fuerza de la fe en el Dios vivo? Debemos decir sinceramente que hay un desfase entre las estructuras y el Espíritu. Y añado: La verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe. Si no llegamos a una verdadera renovación en la fe, toda reforma estructural será ineficaz.” Y este precisamente es el tema que la Madre evidencia en el mensaje de este mes: La fe de los demás está en interdependencia con los que la practican. Por eso la Virgen dice: “Los invito a que este tiempo sea para todos ustedes tiempo de testimonio.”

Se aclara que la expresión “este tiempo” no se debe interpretar literalmente como si estuviera haciendo referencia a una etapa determinada de días o frente a una situación concreta por la que estamos atravesando en el mundo o en la Iglesia. Más bien es un imperativo: dado que satanás quiere destruir el plan de María, el testimonio de los cristianos urge; toda vez, que es enorme el número de aquellos que no desean escuchar ni aceptar su invitación. Por lo tanto, quienes han dicho Sí, y son fuertes y decididos, debe tomar con responsabilidad la transparencia de su vida en el mundo, y dar testimonio de Cristo resucitado por medio del amor.

¿Cómo se logra este testimonio en el mundo?

Considérese primero que la vida de testimonio es en todo lugar y tiempo: en casa, en el trabajo, en la calle, durante el esparcimiento, mientras se asiste a clases, en las relaciones afectivas, en el deporte, en la recreación….

Y para dar testimonio de fe en todo lugar y tiempo la Madre recuerda que lo fundamental es “vivir en el amor de Dios”. Y obsérvese que no es lo mismo “experimentar el amor de Dios” que “vivir en Su amor” porque muchos pueden experimentar el amor de Dios sin “vivir siempre es Su amor”. Son realidades distintas.

El testimonio que la Virgen María espera de sus hijos está fundamentado en el Amor de Dios. Sin la vivencia diaria y continua de ese amor no hay testimonio.

En muchos la “vivencia en el amor de Dios” inicia con el proceso de sanación interior. El testimonio recurrente al amor de Dios en el mundo será difícil y hasta imposible en personas que no hayan recibido debidamente el amor de su padre, de su madre y de sus familiares cercanos. Su tomamos como referencia el caso de Jesús, en él no fue difícil amar a los apóstoles, a sus familiares y hasta sus enemigos toda vez que venía de unos lazos familiares estrechos donde se respiraba siempre el amor. Considérese que Jesús nunca recibió malos tratos de parte de José o de la Virgen María. Jamás ellos le gritaron, le golpearon, le amenazaron o castigaron. Jesús jamás presenció peleas o enfrentamientos en el hogar, ni vicios, ni malos ejemplos. Por eso para Jesús no fue difícil amar y enseñar hacerlo. Pero para muchos su realidad social y familiar es diferente y “vivir en al amor de Dios de continuo” representa un verdadero desafío.

Por eso para empezar amar como la Virgen espera, en necesario sanar las heridas y vacios de corazón provocados por la falta del amor paterno y materno y por las circunstancias traumáticas de los recuerdos dolorosos. La Madre en el mensaje de este mes habla a quienes que están viviendo sus mensajes. Y por eso, en lugar de decir que hay que dar testimonio desde la experiencia del amor de Dios, subraya más bien, que hay que dar testimonio “desde la vida del amor”, porque quien se deja sanar por Dios deja de experimentar a “ratos” el amor de Dios para vivir, en cambio, permanentemente en Su amor. El problema de “vivir en el amor” lo tendrán aquellos que no pasan de la experiencia del amor de Dios.

Veamos.

Cuando se ora como debe —y la experiencia del amor de Dios por medio de la oración en constante—, lo normal es que se pase de “experiencias del amor de Dios” a “vivir en el amor de Dios”; es decir las 24 horas del día. Para Teresa del Niño Jesús y Teresa de Ávila… por mencionar unos casos, “vivir en el amor de Dios” es lo mismo al Matrimonio espiritual con Dios. María nos quiere conducir a todos hacia esa meta. La unión plena con Dios por medio de la oración con el corazón no es para unos cuantos elegidos sino para todo cristiano y para poder llegar “a vivir en el amor pleno de Dios” y dar testimonio en el mundo secularizado hay que ir al Sagrario, tomar permanentemente la corona del Rosario en mano, confesarse frecuentemente y recibir la comunión, si es posible diaria.

En el mensaje la Madre dice: “Ustedes, los que viven en el amor de Dios y han experimentado sus dones, testimónienlos con sus palabras y su vida para que sean alegría y estímulo en la fe para los demás.” Para muchos esta exhortación de la Madre no pasaría de ser una ilusión, toda vez que con un corazón herido es imposible dar testimonio de los dones de Dios y, menos aún, dar testimonio con palabras y gestos a fin de transmitir alegría y estímulo a los demás. Por eso el mensaje de la Virgen es también un examen de conciencia todos nos debemos preguntar: ¿Cómo puedo yo, en mi propia historia, dar testimonio permanente del amor de Dios, de sus dones? ¿Cómo puedo con mis palabras expresar el amor de Dios a los que me rodean, infundir en ellos alegría, esperanza y bondad?

Se recuerda que todas las heridas, por muy profundas que sean, pueden ser sanadas por el amor de Dios. Y para que ese proceso inicie es necesario primero reconocer la enfermedad. Muchos alcohólicos no se sanan porque no quieren reconocer su enfermedad. Muchos adúlteros no se sanan porque no quieren reconocer su enfermedad o los toxicodependientes, etc. En tales casos la curación se inicia al reconocer la enfermedad. Lo mismo ocurre en el campo espiritual. El ser humano que quiere amar a todos, infundir alegría a los demás con sus gestos y expresiones en todo lugar y tiempo, debe reconocer sus vacios y las heridas emocionales que lleva para presentárselas a Jesús. Debe orar por su curación como una vez dijo la Virgen: “tomen en su manos un crucifijo y pídanle a Jesús que sane su heridas que ustedes llevan causadas por sus pecados y por los pecados de sus padres.”

Después de orar mucho por tal fin, a solas y frente al Sagrario, viene el segundo paso.

El segundo paso es el perdón a cuantos pudieron ser los actores de esos eventos. Perdonar hasta que se pueda recordar todo con paz y con amor. Luego se continúa llenando el corazón con el amor de Dios por medio de la oración frecuente y el ayuno, hasta “vivir las 24 horas en el amor de Dios.”

La tarea que la Virgen nos presenta en este mensaje no se conquista en un mes. Sin embargo, hay que considerar que es plenamente alcanzable. La Virgen quiere el corazón de cada uno de sus hijos esté completamente sano. Sin nuestra colaboración es imposible.

La segunda parte del mensaje es muy tierna, la Virgen vuelve sobre los mismos elementos del testimonio que evidenció al inicio pero con la asistencia Suya: “Yo estoy con ustedes e intercedo incesantemente delante de Dios por todos: para que su fe sea siempre viva y alegre y en el amor de Dios.” Obsérvese que nos está diciendo a todos: “Ustedes cuentan con mis oraciones, con mi ayuda, con mi intercesión. Yo nos los abandonaré nunca, confíen en mi”.

Esta segunda parte del mensaje es tremendamente motivadora: todos contamos con la intercesión permanente de María para lograr el objetivo de “vivir en el amor de Dios”.

¿Cómo vivir esta segunda parte del mensaje?

Lo esencial es reconocer que la maternidad espiritual de la Virgen María, sobre todos los hombres, es un don sobrenatural otorgado por la Santísima Trinidad. Tómense en cuenta que María es uno de los dones del Espíritu Santo a la Iglesia. Por eso aparece por tanto tiempo: se han cumplido 30 años y tres meses desde que comenzó aparecer en Medjugorje por la paz del mundo y la conversión de los fieles, de este extraordinario manantial de gracia. Sus mensajes, sus oraciones —durante las apariciones y fuera de ellas—, sus consejos, su amor, su misma presencia continua en los fieles… a todos nos ayuda a despertar y fortalecer la fe.

La Virgen María en persona es un gran don del cielo para los tiempos que vivimos. Juan Pablo II dijo una vez: “Medjugorje es el centro espiritual del mundo y la realización de Fátima”. Estas palabras, y muchas más, acaban de ser publicadas en el libro que redactó el postulador oficial de la causa de beatificación de Juan Pablo II, “Por qué es Santo”

En este mes del Rosario y mes de la misiones, la Madre quiere que llevemos el testimonio del amor de Su Hijo a todos los hombres. Oremos por ello e invoquemos la gracia del Espíritu Santo una vez más.

Oh Espíritu Divino que asistías a Jesús en su concepción, en el Bautismo y en su ministerio público: asísteme hoy a mí: Te necesito. Pongo frente a Ti cuanto me impide amar, las relaciones disfuncionales con mi padre y con mi madre, con mis hermanos, tíos y abuelos. Sáname, Te lo ruego. Te entrego todos los vacíos de mi vida y de mi corazón. Llénalos con Tu divino amor. ¡Ven a mí!

¡Espíritu Santo ven una vez más a mi alma! Quiero reconciliarme con todos aquellos que me han ofendido a lo largo de mi vida. A todos, a uno por uno, los perdono de corazón. Perdono a mi padre, a mi madre por no darme el amor que necesitaba desde el vientre materno. Los perdono por la falta de atención a mí, por el abandono del hogar…

¡Oh Jesús! llena con tu amor todos los vacios de amor que tengo en mi corazón debido a los fracasos en las relaciones sentimentales, o debido a la muerte de mis seres amados. ¡Te necesito Jesús!

Delante de Ti perdono de corazón a quienes me han maltratado, injuriado, calumniado… Jesús ayúdame, con tu amor, a sanar mi corazón.

Por Tus preciosas Llagas, ¡sáname! Derrama místicamente Tu preciosa Sangre en todas las heridas de mi corazón y ayúdame a perdonar.

Te entrego mi orgullo, mi soberbia, mi autosuficiencia, presunción causados por los vacios de amor que aún llevo conmigo. Hoy mismo me rindo a Tus pies para que me sanes, por medio de Tu Espíritu Santo y con la ayuda de María.

María te acojo hoy siempre como mi Madre. Quiero que llenes mi corazón de la falta del afecto que dejaron mis padres, que por medio de Tu afecto llenes los vacios de mi corazón: los vacios causados por las relaciones sentimentales. Te pido que llenes el vacio que ocasionó la muerte de mi padre, de mi madre, de mi hijo, de mi novio. María Tu eres mi Madre. Hoy recuesto mi corazón en Tu corazón Inmaculado que late de amor por mí. Las palpitaciones de Tu corazón Inmaculado sanan las heridas y vacios del mío. ¡Gracias María, te amo tanto!; con todas las fuerzas de mi corazón porque tú eres mi Madre.

P. Francisco A. Verar

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