30 de abril de 2010

La Madre de Dios una vez más invita a orar a sus hijos. Para María la oración es un tema fundamental en sus mensajes, no porque quiera quitarle ocupación a sus hijos sino porque sabe que los problemas actuales personales, familiares, sociales y eclesiales se remedian con la oración.

El mensaje de este 25 de mes comienza diciendo: “¡Queridos hijos! En este tiempo, cuando de manera especial oran y buscan mi intercesión, los invito hijitos, a orar para que a través de sus oraciones, yo pueda ayudarles a que muchos más corazones se abran a mis mensajes.”
Este mensaje tiene la peculiaridad que enfatiza la llamada a quienes oran y buscan la intercesión de María. El mensaje no está reservado sólo a los católicos —como ningún otro mensaje de la Madre lo está—, sino a quien ora y busca su intercesión. O sea, que también un no creyente o un no católico o bien cualquier hombre de buena voluntad que ore y busque la intercesión de María, está invitado a responder a la invitación. Y ¿cuál es la llamada? Se destaca una vez más la oración. Y se recuerda que la Iglesia de Cristo nos presenta algunos métodos, que han estado en uso y han sido escuela de santidad, para un sin número de fieles: la Liturgia de la Horas, la lectio divina, el santo Rosario y la oración mental. Recuérdese, que si es cierto que la Madre invita con frecuencia a la oración, también en sus mensajes no impone método alguno. Por ejemplo, es sabido que el Rosario es la oración preferida de la Madre. Del Rosario ha hablado en Lourdes, Fátima y Medjugorje. Sin embargo, cuando habla de la oración no está pidiendo necesariamente que se rece el Rosario; como tampoco obviamente lo descarta. Sólo se limita en decir: “los invito hijitos, a orar.” Entonces, cada cual debe buscar su método y la expresión del mismo: si es vocal, de meditación o bien contemplativo. Lo importante es que se ore. Ahora bien, quien de corazón entra en la espiritualidad de Medjugorje es obvio que en períodos, o según las circunstancias, acentúe más un método que otro o una expresión más que otra. Lo mismo hicieron los santos. Lo importante, sin embargo, es que no decaiga la oración. Considérese, por otro lado, que Medjugorje es una fuerte y constante llamada a la vida de oración.
Otra característica del mensaje de este mes es que la Madre quiere que se ore por una intención especial: “que muchos más corazones se abran a sus mensajes.” Esta es la parte más novedosa del mensaje y si la Madre presenta dicha súplica es porque tiene permiso del cielo para proponérnosla. Entonces, María presenta una intención muy especial este mes y por lo tanto no debe pasar por inadvertida. O sea, que así como cada discípulo suyo puede orar por la paz y por otras muchas intenciones que la Madre ha presentado a lo largo de estos años, también se debe considerar agregar ahora la nueva intención “que muchos más corazones se abran a sus mensajes.” Y ¿qué se pide con esta intención? Esencialmente: se le está pidiendo a Dios que más hombres y mujeres se abran a este vaso de gracia que Él está derramando en el mundo por medio de la Santísima Virgen María en persona. ¡Que se acoja su presencia extraordinaria en Medjugorje y se acoja cada uno de los mensajes que ha dado y que tiene como fin la santidad de la Iglesia y la conversión de todos los hombres por la paz del mundo!
 De seguro que la Madre es consciente que, no obstante los casi veintinueve años que tiene de estarse apareciendo en Medjugorje, proporcionalmente, son muy pocos corazones que de verdad la han acogido. Y por lo mismo, el proyecto especial que Dios tiene para la humanidad por medio de la intercesión de María corre el riesgo de menoscabarse. Por lo tanto, el mensaje de este mes es sumamente importante. Tengamos todos en cuenta que Dios ha enviado al mundo a María para ayudar a la humanidad y a la Iglesia y para que se realicen los planes de paz que Ella trae en esta hora particular de la historia. De no acoger sus invitaciones las consecuencias pueden ser lamentables.
Cuando la Virgen apareció en Fátima en 1917 aún estaba en curso la Primera Guerra Mundial y la Madre dijo: “Si se hace lo que les voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor.” Y todos nos consta el desenlace triste de la historia: vino la Segunda Guerra Mundial con su secuela de muertes y persecuciones a la Iglesia. Pero considérese que la Virgen no fue a Fátima para anunciar una guerra sino para ayudar a prevenirla, y la guerra estalló como consecuencia del pecado, y en parte, porque se desatendíó la llamada de María.
Cuando su Santidad Juan Pablo II hizo el acto de consagración del nuevo milenio frente a la imagen de la Virgen de Fátima el 8 de octubre de 2000, en unión con los Obispos que habían llegado para su jubileo, mencionó: “La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita. Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros… Hoy, como nunca en el pasado, la humanidad está en una encrucijada.” Y téngase en cuenta que aún —no obstante los veintinueve años de apariciones diarias— no ha salido de la encrucijada y por lo mismo, la Madre continua invitando a sus hijos a la oración y a la penitencia. Y particularmente en el mensaje de este mes: “a que muchos más corazones se abran a sus mensajes”; para que se salven y a su vez, ellos puedan interceder por la paz. Obsérvese como en el mensaje la Virgen dice este mes: “Oren por mis intenciones.”
En la tercera parte del mensaje la Madre nuevamente invita a confiar en su intercesión, dice: “Yo estoy con ustedes e intercedo ante Mi Hijo por cada uno de ustedes.” A lo largo de todo este tiempo que tiene de estar apareciendo, muchas veces ha destacado la expresión “estoy con ustedes”. Es una manera de hacernos tomar consciencia, que al cumplir nosotros su encargo, Ella también sabe retribuirnos. En efecto dice: “estoy con ustedes e intercedo por cada uno ante Mi Hijo”. De tal manera pues, que todo hijo de María sabe que su esfuerzo y dedicación de orar continuamente por las intenciones de la Madre no queda sin recompensa. La llamada pues está en la oración y la perseverancia en ella por las intenciones de la Virgen. ¡Sea alabado Jesucristo!
P. Francisco A. Vérar
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