5 de julio de 2012

Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de Junio de 2012 y reflexión del P. Francisco Á. Verar. Medjugorje, Bosnia-Herzegovina.

“¡Queridos hijos!, con gran esperanza en el corazón, también hoy los invito a la oración. Cuando oran hijitos, ustedes están conmigo y buscan la voluntad de mi Hijo y la viven. Estén abiertos y vivan la oración, y que en cada momento ella sea para ustedes condimento y alegría de su alma. Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes ante mi Hijo Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

El mensaje de este mes corresponde al XXXI aniversario de la primera aparición. Recuérdese que aún tres de los seis videntes que desde el inicio veían a la Virgen afirman tener el encuentro diario con la Madre. Los otros tres la ven una vez al año. Mirjana, además del encuentro anual, recibe un encuentro especial el día dos de cada mes y no sabe hasta cuándo tendrá esta manifestación mensual.

El mensaje de este mes comienza diciendo: “¡Queridos hijos!, con gran esperanza en el corazón, también hoy los invito a la oración.” Obsérvese que nuevamente la Madre invita a sus hijos al diálogo con Dios. Es sabido que la oración es siempre la llamada más insistente de la Virgen, pero en esta ocasión ha dicho algo muy interesante: “Con gran esperanza en el corazón…” ¿Y esto que puede significar? Notoriamente: que María abriga la esperanza que sus hijos, en definitiva, respondan a la llamada a la oración.

Obsérvese que a lo largo de estos treinta y un años que tiene María de estar apareciéndose, innumerables peregrinos han escuchado la exhortación a la oración, y ahora nuevamente la vuelven a escuchar. Entonces, treinta y un años es suficientemente tiempo para responder. Una persona que nunca ha escuchado la llamada a la oración le costará tiempo mentalizarse y descubrir la importancia que esta tiene para su vida. Pero una persona que ha escuchado esta llamada por treinta y un años “y que también ha escuchado innumerables razones para orar” no tiene escusa para no responder. Quizá por eso la Virgen dice: “Con gran esperanza en el corazón…”, como queriendo indicar, que son treinta y un años de estarlo diciendo y ahora una lo repite nuevamente. Y en este sentido, el mensaje es significativo y sensitivo. Es decir, la Madre espera que definitivamente sus hijos respondan a la invitación, después de estarla escuchando treinta y un años. Y ¿cómo hay que responder?

Cuando se habla de la oración, se deben consideran dos aspectos esenciales: tiempo y calidad. Recuérdese que cuando la “Gospa” comenzó a aparecerse, pidió al grupo de peregrinos que la esperaban en la Colina, el rezo diario de 7 Padrenuestros, Aves y Glorias. Luego, pidió el rezo de una parte del rosario cada día, y en la vigilia de la Asunción al Cielo del ’84, pidió tres partes del rosario cotidianamente. Después pidió semanalmente la adoración al Santísimo, la participación en algún grupo de oración, la meditación diaria de la Biblia como repetir jaculatorias durante el día. Después dijo: “Queridos hijos que la oración sea para ustedes la vida.” Es decir, sin límite de tiempo y sin límite de fórmulas precisas, porque es la misma vida la que tiene que orar. Entonces, la oración que la Virgen pide no está sujeta al tiempo o a fórmulas, porque Ella espera que se ore en todo tiempo y lugar y con los recursos disponibles que la Iglesia ofrece. Igualmente, sin diferencia de temporada: tan intensa debe ser en invierno como verano. Acótese que en el mensaje del 25 de julio de 2006 mencionó: “¡Queridos hijos! En este tiempo no piensen sólo en el descanso de su cuerpo sino, hijitos, busquen también tiempo para el alma. Que el Espíritu Santo les hable en el silencio, y permítanle que los convierta y los cambie. Yo estoy con ustedes e intercedo ante Dios por cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

La llamada que la Madre ha hecho por consiguiente, supera el tiempo y cualquier circunstancia. La oración para María no está sujeta al reloj ni a las actividades, toda vez que quiere que se ore en todo momento y bajo cualquier circunstancia por adversa que sea, en vista que hasta los espacios más pequeños de la jornada deben ser colmados de las jaculatorias. ¿Y por qué tantas oraciones? La pregunta habría que remitirla a Ella. Pero se destaca, igualmente, que ya ha respondido al insistir que “el mundo en el que ustedes viven necesita de la oración”; “la oración puede detener las guerras y si han empezado hacer que cesen”; “la oración puede suprimir las calamidades naturales”. Entonces, la humanidad y la naturaleza necesitan nuestra oración. La Virgen ha dicho que “la conversión de las almas depende de la oración” y que “el rosario debe estar siempre en las manos como signo a Satanás que ustedes me pertenecen”. También ha dicho: “ya sólo el rosario puede hacer milagros”. Tenemos entonces, suficientes motivaciones para permanecer en oración.

Por otro lado, también hay que recordar que es por medio de la oración como el hombre cambia. El ser humano “por más que se lo proponga”, sin la oración frecuente con el corazón, difícilmente podrá transformar su existir, toda vez que Dios mismo necesita de tal práctica de piedad para actuar en su interior. En tal sentido, sin la oración, inútilmente el hombre luchar contra el pecado, contra las imperfecciones y los defectos de carácter. Por eso la Virgen también pide orar en todo tiempo y circunstancia. Pero recuérdese además, que la Madre respeta nuestra libertad para orar, por lo que se puede utilizar el rosario, la Liturgia de la Horas, la Biblia… pero fundamentalmente, se debe abrir de par en par el corazón.

Orar no es difícil porque la oración es un don de Dios, pero adviértase que Dios concede este don a quien lo busca. Cuando Dios da entonces, el don para orar, relativamente es fácil ponerse todos los días delante de Él para orar, es sencillo escucharle en el corazón y, aún más, enamorarse de Él para descubrir que siempre está cerca y que no hay nadie en el mundo que ame como Él. Cuando el ser humano experimenta a Dios en el corazón, consecuentemente, acerca el mundo a Él y acerca a Dios al mundo. Es la manera como la humanidad se renueva espiritualmente.

Obsérvese que la oración es siempre un encuentro de amor con Dios porque Dios es el amor mismo y es puro amor. El amor que dos esposos puedan experimentar o el amor que unos padres tengan hacia sus hijos, son pequeños signos del gran amor que Dios a todos tiene. Y no se olvide que es por medio del amor como a Dios se le experimenta en la oración.

En el mensaje también la Virgen dice: “Cuando oran hijitos, ustedes están conmigo y buscan la voluntad de mi Hijo y la viven.” Para comprender la frase, se debe prestar atención precisamente, a la dimensión del amor que todo ser humano posee, porque cuando el corazón ama, fácilmente puede someterse la voluntad a razón de los procesos cognitivos de respuesta que fueron estimulados por el sentimiento del amor. Y cuando ese objeto es Dios, no habrá dificultad en poner en práctica lo que Él pida. La Virgen que conoce perfectamente la naturaleza del ser humano y, por ende, la relación entre vida afectiva y conducta humana, sabe que las respuestas acertadas están condicionadas por la provocación del amor. Luego, el hombre que se enamora de Dios, no le fallará. A ciencia cierta, los sacerdotes nos ahorraríamos muchas homilías en las que invitamos a la gente a obedecer a Dios, se le enseñáramos a orar más y mejor, porque el motivo principal por el que los fieles no viven lo que Cristo predicó, es porque oran muy poco. Y lo mismo ocurre en un hogar cuando los padres no le enseñan a sus hijos a orar.

La tercera parte del mensaje dice: “Estén abiertos y vivan la oración, y que en cada momento ella sea para ustedes condimento y alegría de su alma.” Nótese, que cuando la Virgen dice: “estén abiertos” es como si estuviera diciendo: “no se opongan”, “no se resistan”, “no impidan”, “estén disponibles”, “cedan” “entiendan la importancia que tiene la oración para ustedes y para Dios”… Luego, hay que responder y experimentar por sí mismo la fuerza que tiene la oración y lo que la oración es por sí misma.

El mensaje también dice: “que en cada momento ella sea para ustedes condimento y alegría de su alma”. Nótese, que la palabra que la Virgen utilizó en croata fue “začin” que traducido literalmente significa “condimento”, y es sabido que el condimento es un ingrediente que da sabor a lo que se come. Entonces, la Virgen quiere que la oración se transforme en sabor o en gusto de la vida diaria, lo que está en analogía con el texto del evangelio: “Ustedes son la sal de la tierra y si la sal pierde su sabor ¿con qué se la salará?” Por tanto, como la sal da sabor a los alimentos y cada discípulo de Jesús da sabor al mundo, la oración es el condimento del alma, es el sabor y la alegría del espíritu.

P. Francisco Á. Verar

 

Compartir: