Entrevista por Radio María Italia a Marija Pavlovic Lunetti sobre el Mensaje del 25 de octubre de 2014
P. Livio: ¿Nos puedes comentar sobre la experiencia que tú has tenido sobre el Paraíso, el Purgatorio y el Infierno?
Marija: Un día cuando la Virgen apareció, nos dijo que hay muchas personas hoy que no creen que existe la vida eterna: que no creen en el Paraíso, no creen en el Purgatorio, no creen en el Infierno. Y Ella nos dijo que nos los mostraría. Y hemos visto el Paraíso. Hemos visto un espacio grande y muchas personas. Sobre todo, hemos visto que las personas no eran obesas ni delgadas; que todas estaban en la alegría eterna. Estaban todos vestidos con túnicas; parecidas a las antiguas túnicas romanas: alababan y agradecían; sonreían… y hablaban entre ellos. Y la Virgen nos dijo que durante sus vidas en la tierra ellos buscaron siempre la voluntad de Dios y procuraron vivirla; han orado y vivido los Mandamientos; los diez Mandamientos de Dios, los Mandamientos que Dios nos ha dado. Y fueron entonces al Paraíso; y luego su vida se hizo un agradecimiento continuo y un conocimiento más profundo de Dios; han conocido en el Paraíso más el sentido de la existencia de Dios. Entonces, ellos, que creían en la vida eterna, se les hizo la vida eterna visible; lo que antes era invisible, ahora se les hizo visible. Y por eso la Virgen nos dijo que llegaron al Paraíso, porque ellos creyeron y vivieron la vida cristiana.
Luego hemos visto el Purgatorio donde estaban las personas. Se sentían las voces de ellos, pero nosotros no los veíamos; se veían solo nubes, como niebla grande; no se reconocían las personas, pero se escuchaban sus gritos y sus deseos de ver a Dios. Y la Virgen nos dijo que esas personas habían sido indecisas, que habían vivido inseguras la existencia de Dios, que habían vivido en el pecado; que se convirtieron, comenzaron a cambiar sus vidas pero luego volvían a caer, comenzaron a caer, etc. Y ahora para ellos, el más grande sufrimiento que tienen —no es por lo que vivieron, ni como vivieron—, es el gran deseo de estar cerca de Dios, con Dios, pero sin poder lograrlo. Y esperan; y purifican sus pecados en el Purgatorio; y están buscando salir…, tienen un gran deseo de ir al Paraíso. Y la Virgen nos dijo que debemos orar por ellos; ellos pueden orar por nosotros —que todavía estamos en la tierra, interceden ante Dios por nosotros—, pero por ellos mismos no pueden orar. Por eso la Virgen ha pedido que oremos por ellos: que ofrezcamos la Santa Misa, que ofrezcamos sacrificios, oraciones pequeñas o grandes, pequeños sacrificios o grandes sacrificios por sus almas: para que puedan, lo más pronto ir al Paraíso, porque en ellos el más grande sufrimiento es esto: el deseo de ver a Dios, el deseo del Paraíso; pero esperan nuestras oraciones.
Luego hemos visto el Infierno con un gran fuego en el centro; sobre todo, hemos visto una muchacha joven que era bella [en vida] y cuando entró en el fuego, el fuego la transformó, se transformó en una bestia. Y la Virgen nos dijo que Dios no los castiga, que no los manda al Infierno; que somos nosotros —con nuestra vida, con nuestras elecciones, con nuestras decisiones, con nuestra libertad—, quienes elegimos; y que ellos eligieron el Infierno, el Mal; han vivido en la tierra el mal y han ido luego a parar en el Infierno. Y por eso la Virgen nos pide ahora que oremos por quienes están lejos de Dios, por aquellos que están en el pecado: para que se conviertan aquí en la tierra y se salven.
P. Livio: ¿Marija, has tenido miedo de ver el Infierno?
Marija: Sí, pero luego Vicka, Iván y Jakov, en otra ocasión, los llevó físicamente la Virgen a conocer el Paraíso. Pero para nosotros [nuestra propia experiencia] fue un shock. Esto se dio al inicio de las apariciones y no estábamos preparados para algo así, y la Virgen (al parecer), quería darnos algo de temor. Digamos, que teníamos algo de temor. Y por eso hoy no podemos decir estar en el pecado; no lo queremos, no queremos elegir el mal; por el contrario: queremos arrepentirnos y caminar sobre la vía de la santidad; como la Virgen nos ha invitado. Pero en esos primeros días, en aquellos primeros años, éramos todavía niños; no teníamos experiencia. Yo me acuerdo que no dormía… Porque cuando la Virgen nos ha mostrado el Infierno, vimos algo terrible, cruel, lo que esas personas eligieron vivir, una vida así…, y sin embargo, Dios les dio tantas posibilidades para salvarse. Sin embargo, ellos renunciaron a ellas, no las quisieron. Y por eso la Virgen nos ha dicho: “oren, oren por las almas que viven así en la tierra, denle ejemplo con sus vidas.” Porque la condenación eterna es una cosa terrible. Y por eso también el día 2 de cada mes cuando Ella dice: “oren por aquellos que no han conocido el amor de Dios, aquellos que están en el pecado, aquellos que están lejos de Dios”, yo creo, profundamente, que la Virgen quiere, específicamente, que se salven.
P. Livio: Escucha Marija: ¿en el Infierno vieron seres humanos o vieron también demonios?
Marija: Hemos visto sobretodo seres humanos, sobretodo esa muchacha que se transformaba en una bestia. Y era terrible, era terrible… era una algo que nos ha hecho decir: “¡Señor piedad!”; porque para nosotros no era posible que algo así pudiera ocurrir.
P. Livio: ¡Es un signo de perversión, propiamente!
Marija: Si, sí, sí…, pero la Virgen ha dicho que es cuestión de la libertad de nosotros aquí.
P. Livio: ¿Es difícil hacernos santos? ¡Porque la Virgen quiere que seamos santos!
Marija: [se sonríe] Es verdad: es difícil hacernos santos, porque si no lo fuera abrazaríamos inmediatamente la santidad; como hicieron los Santos. Porque en el mensaje de hoy la Virgen pide “la intercesión de todos los santos que están ya en la luz”. Entonces, nosotros debemos anhelar la eternidad como Ella dice, y al respecto debemos comenzar a vivir ya el Paraíso desde acá; en la tierra.
P. Livio: La Virgen dice que quiere orar especialmente por los que se han consagrado a Ella y a su Hijo. ¿Cómo podemos nosotros consagrarnos a la Virgen y a Jesús? ¿Con qué palabras? ¿Y en qué forma?
Marija: De mil formas. Hay mil formas de hacerlo. Lo importante es que nos consagremos. Lo importante es que se haga con el corazón, como dice la Virgen. Si lo hacemos con el corazón (propiamente), procedemos bien.
P. Livio: ¿Qué significa consagrarse?
Marija: Ofrecerse, donarse, y decir: “yo quisiera en este momento ser instrumento en Tus manos”, y esto lo debemos hacer cada día; cada mañana lo debemos hacer. El Señor nos ayuda y espera que cada día nos hagamos más dóciles e instrumentos Suyos en Sus manos.
P. Livio: Tu eres madre de cuatro hijos y tienes una bella familia, y tienes una gran misión, ¿de vez en cuando no te viene el gran deseo del Paraíso?
Marija: [Sonríe] Siempre, siempre más. En el momento de la aparición lo espero cada vez más; lo deseo, pero luego me toca regresar a nuestro “purgatorio” aquí en tierra.
P. Livio: ¿En la aparición se experimenta el Paraíso?
Marija: Sí. Antes de la aparición esperamos, esperamos… y luego cuando llega la Virgen es como si llegara el Paraíso con Ella. Y luego después, cuando Ella se va, también nosotros queremos irnos con Ella [sonríe].
P. Livio: En el mensaje la Virgen dice: “anhelen la eternidad”, como cuando la gente se prepara para las bodas; digamos…
Marija: Es más que eso, es más. Porque muchas veces cuando pensamos en nuestra boda, o la de otros… pensamos sólo en el vestido. Sin embargo para disponernos para la eternidad tenemos que preparar el alma: que cada vez se haga más sensible, siempre más cercana a Dios. Como la Virgen dice en este mensaje “que debemos ser más consientes que nuestra vida es pasajera; breve y pasajera”. Nosotros tenemos la oportunidad, a través de estos pocos años, de elegir la eternidad. Depende de nosotros, de nuestra libertad; ¿correcto?
P. Livio: Nosotros sabemos que Uds. todos han visto, durante las apariciones, el Paraíso y el Infierno. Sin embargo, Iván, Vicka y Jakov fueron llevados con sus cuerpos a ver el Paraíso, el Purgatorio y el Infierno. Yo les pregunte a ellos si cuando fueron al Paraíso experimentaron el gozo del Paraíso, y me dijeron que sí. Más aún: que experimentaron un gozo más grande —que es un gozo distinto—, al de la tierra; y todavía más grande que aquel que experimentan durante las apariciones. ¿Tú cuando tuviste la visión del Paraíso experimentaste el gozo del Paraíso dentro de ti?
Marija: Sí, lo hemos experimentado; pero no tan fuerte como lo contaron ellos, porque nosotros hemos visto el Paraíso como quien ve a través de una ventana. Sin embargo ellos estuvieron en medio del Paraíso. Y yo muchas veces bromeo con ellos y les digo: “si yo voy allá y la Virgen me toma y me lleva para verlo… me agarro de alguna parte para no regresar mas.” Y muchas veces digo: “para a mí sería una gran oportunidad que la Virgen me concediera esta gracia.” Sin embargo, no creo que lo haga, porque la Virgen no quiere tomarse “el riesgo” que me quede allá [sonríe].
P. Livio: ¿Entonces lo importante es que se vive la alegría en el Paraíso?
Marija: Es cierto; es cierto; es cierto…. Y gracias al Cielo por esta alegría: porque cada vez cuando pensamos que el Señor nos da esta gracia —y también cuando estamos todos los días en la presencia de la Virgen—, yo digo siempre que es un don. Es un don inmenso, del cual ni siquiera nosotros somos consientes de él: porque para nosotros es una oportunidad para cambiar nuestras vidas, para convertirnos, para estar más cerca de Dios. Y por eso mil veces al día pienso: “¡que gracia que Dios nos da!, ¡que me da a mí!” Y sin embargo, todavía nosotros estamos apegados a la tierra. Y sin embargo leemos sus mensajes, que debemos desapegarnos, que debemos dejarnos ayudar, desapegarnos, que debemos dejarnos guiar hacia la eternidad, estar listos para la eternidad; como también ha dicho en el mensaje de hoy.
P. Livio: ¿Cada aparición es como si descendiera el Paraíso aquí en la tierra?
Marija: Es cierto, es cierto, es cierto… La Virgen quiere particularmente esto: que vivamos desde aquí el Paraíso. También nosotros a través de la oración, a través de nuestras vidas, a través de nuestras decisiones, a través de nuestra consagración a Dios.
P. Livio: Gracias Marija por tu testimonio. Terminemos con una oración.