“El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo” (Isaías 9:1-2).

Estas fueron las palabras bíblicas que vinieron a mi corazón el jueves 19 de septiembre al saber del ‘nulla osta’ acerca de la experiencia espiritual en el santuario de Medjugorje, emitido por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con el aval del Papa Francisco.

En lo personal era algo por lo cual veníamos orando desde hace tiempo junto a los hermanos y hermanas de la Comunidad Evangelizadora Mensajeros de la paz. Y uno de los motivos es que nuestra comunidad y seminario es fruto de la experiencia espiritual que allí vivimos, y que renovamos en cada peregrinación.

Asimismo, en las oportunidades que al pasar por Roma pude visitar el papa Francisco, siempre tuve la oportunidad de comentarle que estaba en camino hacia Medjugorje con un grupo de peregrinos para profundizar en la vida de oración y permitir que la Madre con sus caricias maternales intercediese para que Dios sanara las heridas del alma de quienes íbamos a hacer este itinerario espiritual.

Al meditar en el nulla osta del Papa a la experiencia espiritual y apostólica de Medjugorje, pienso que la presencia de Monseñor Hoser primero y de Monseñor Cavallí después, ha ayudado a que esa luz que irradia la experiencia de Medjugorje fuese tomando fuerzas y acrecentando su intensidad.

A mi entender, otro elemento fundamental ha sido la prudencia con la que los Franciscanos de la parroquia han guiado la vida pastoral de los habitantes de la región, así como también de quienes llegamos de los diversos puntos del mundo, cada uno con sus usos y costumbres.

Algo que en lo personal me ha dado además una gran satisfacción al leer el documento, ha sido que el Cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe -a quien he tenido la gracia de conocer personalmente en Argentina-, ha hecho una mención permanente de algunos mensajes de la Reina de la paz; y sobre todo que ha puesto el obrar del Espíritu Santo, como eje transversal de todo el documento.

Según mi punto de vista, ninguno debería dejar de leer el documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe aprobado por Francisco, en el cual se reconoce los abundantes frutos espirituales vinculados a la parroquia-santuario de la Reina de la Paz y a través del cual se expresa un juicio globalmente positivo sobre los mensajes; y especialmente las conclusiones que a partir del número 38 se dan respecto a la experiencia “Medjugorjana”.

En un mundo de oscuridad a causa de tanta guerra y tanto dolor, Medjugorje brilla como una luz que nos ilumina a cada uno de nosotros, para que luego llevemos la luz del Evangelio y de los mensajes de Nuestra Madre a nuestros países, hogares y comunidades.

En este sentido son de actual vigencia las palabras de los obispos de América Latina y el Caribe en documento de Aparecida, al decirnos: “El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios” (Doc. Aparecida. Num. 278.e).

Medjugorje es un llamado de paz para cada uno de nosotros, para nuestras familias, comunidades y para todo el mundo. Es un llamado de parte de Dios, que desde hace 43 años no ha dejado de invitarnos a través de su Madre a que vivamos esta experiencia como un camino continuo de transformación integral, para que con el testimonio y la oración seamos discípulos y misioneros de Nuestro Señor Jesucristo y de María, Reina de la Paz.

Padre Gustavo E. Jamut
Oblato de la Virgen María y fundador de la Comunidad Evangelizadora Mensajeros de la paz.

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