Soy ama de casa y cuento con 57 años de edad. Desde hace quince años pertenezco a la comunidad Ejército de Paz de Envigado y seguidores de la espiritualidad de MEDJUGORJE.

En el 2010 fui atropellada por una motocicleta que llevaba exceso de velocidad y me fracturó el fémur y la clavícula izquierda. La comunidad se entera de mi situación e inmediatamente entra en cadena de oración por mi salud. Luego de una recuperación isica, extenuante para mí, me entero que en la intervención quirúrgica ingresó una bacteria muy resistente en la fractura, la cual no permite que la recuperación sea satisfactoria, por lo que empiezo un largo tratamiento, contra esta bacteria, la cual consistía en administración de fuertes antibióticos, cortar huesos y hacer varios injertos óseos, pero desafortunadamente éstos no fijaron. Después de un largo año de tratamientos y hospitalizaciones constantes, por fin logra soldar el hueso cortado y logro recuperarme. Durante todo este proceso siempre seno el acompañamiento de la comunidad que, mientras rezaban por mí, estaban conmigo al igual que con mi familia.

Cuando pensábamos que ya habíamos superado este percance y que con terapias,  mi capacidad para caminar se recuperaría, a los ocho días de terminar ese tratamiento empecé a tener dolores estomacales que a medida que pasaba el tiempo se hacían más fuertes, voy y vuelvo al médico repetidas veces y después de varios exámenes el diagnóstico es que tengo pancreatitis, que había dañado la mitad del páncreas y que la otra mitad que estaba en buen estado estaba inflamada; además, me entero que requería hospitalización inmediata, la cual podría tardar muchos días y tal vez varios meses, que el tratamiento era largo y muy lenta su recuperación debido a que la inflamación del páncreas no tiene cura rápida y efectiva, y que además debía dejar de tomar alimentos por vía oral. Acudimos nuevamente a la comunidad quienes empiezan una jornada de oración y ayuno para que la Santísima Virgen intercediera por mi salud ante el Señor.

Me daban dolores muy intensos que fueron tratados con morfina y ni ésta lograba calmarlos, todos los órganos del sistema digestivo se inflamaron y produjeron una reducción de la capacidad respiratoria, por lo tanto lo más recomendado por los médicos era trasladarme a la unidad de cuidados intensivos e inducir un coma con el fin de mejorar mi salud y evitar complicaciones, es en ese momento donde entro en un estado de inconsciencia.

Durante este lapso de tiempo, del cual no tengo ningún recuerdo, mi comunidad siguió orando y pidiendo la intercesión de la Reina de la Paz; al mismo tiempo que mis hijas y mi esposo se angustiaban cada vez que preguntaban por mi evolución y los partes médicos eran desesperanzadores, pues les decía que estaba muy mal y que  se prepararan para lo peor, pues las defensas de mi cuerpo estaban muy débiles  y la posibilidad de adquirir una   infección era alta. Pasado un mes y medio, entre las unidades de cuidados intensivos a la unidad de cuidados especiales y después de entrar innumerables veces a cirugía para lavados estomacales e intervenciones quirúrgicas para eliminar los líquidos que inflamaban mis órganos, mi capacidad de oración era nula, pues permanecía en estado de coma, y lo único que hacía en las mañanas era ofrecerle el día al Señor y que me diera fortaleza para soportar ese estado.

Mi comunidad en cada reunión ora como nos lo recomienda la Virgen que lo hagamos los unos por los otros y Ella escucha los ruegos hechos y yo empiezo a recuperar un poco la salud.

Después de mostrar mejoría, los médicos deciden trasladarme de nuevo a una habitación, pero mi estómago sigue muy crecido, y descubren que los conductos pancreáticos están destrozados; por lo que deben intervenirme quirúrgicamente para extraer el líquido pancreático que se esparció por todo el abdomen, y esto lo hacen por medio de una máquina que se debe conectar a mi estómago y que no me permite desplazarme ni siquiera dentro de la habitación en la que me encuentro hospitalizada.

Yo aún no toleraba la alimentación oral pues mi páncreas estaba muy inflamado, estaba en un estado de desnutrición bastante avanzado, y es por esto que el médico que me trataba decide comenzar la alimentación parenteral que es un líquido que se inyecta en la venas. En este difícil estado paso 5 meses hospitalizada, sin poder consumir alimento oral y sin salir de mi habitación del hospital.

Al pasar de los días muestro mejoría y me envían a mi casa con la alimentación parenteral, con antibióticos y morfina para el dolor.

Ya en casa, estando en el calor de un hogar y disfrutando del amor de mis hijas y de mi familia, sin comer y conectada a la alimentación parenteral, me sugiere mi  directora espiritual, Doña Libia Margarita, que empiece a recibir la comunión en pedazos muy pequeños pues estamos seguros que Dios está en ese minúsculo pedazo de pan; así lo hice y el Señor continua haciendo su obra y mi recuperación es muy satisfactoria.

Al año de estar con esta alimentación mi médico de cabecera, decide que, por lo complejo de mi enfermedad y al no mostrar tolerancia a la alimentación por vía oral, debe verme un médico especialista en páncreas, y es allí donde conozco al Dr. Sergio Hoyos. En mi primera cita con él y después de mirar mi historial médico, me recomienda comer sólo arroz y observar la respuesta de mi organismo a este alimento. Afortunadamente mi cuerpo lo tolera y en ocho días fui desconectada de la alimentación parenteral, seguí con alimentación muy blanda, mi desnutrición desaparece, mis órganos internos y músculos se fortalecen, empiezo a caminar lento pero segura.

Hoy hace un año, aproximadamente, mi vida se ha normalizado, puedo comer, puedo caminar y no tengo inconvenientes de salud mayores. Los mismos médicos no se explican cómo después de estar tan mal, de haber tenido dos difíciles años en los cuales pasé más tiempo en los hospitales que en casa, haya podido salir victoriosa de semejante enfermedad tan complicada y mortal.

Pero lo más importante es que mi espíritu está muy fortalecido, me siento muy amada de mi Señor y que la Santísima Virgen María siempre estuvo a mi lado cubriéndome con su santo manto para que no desfalleciera, así como mi familia.

Gracias Señor por haberte quedado con nosotros en esta invención de amor, la Eucaritía, gracias Señor por ese regalo tan maravilloso de tu madre.

ALABADO  SEA JESUCRISTO.

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