El enviado del Papa para la parroquia de Medjugorje, Aldo Cavalli, explica que mientras el comité vaticano sigue analizando las supuestas apariciones, su labor es cuidar la pastoral de este «lugar de gracia»

Monseñor Aldo cavalli y el Cardenal Omella

Cavalli (izquierda), con el cardenal Omella (centro) en Barcelona. Foto: Fundación Centro Medjugorje.

El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, encabezó  el verano pasado la delegación de jóvenes españoles para el festival de la juventud  Mladifest, que se celebra anualmente en Medjugorje. La experiencia fue tan positiva, que  invitó a venir por primera vez a España al visitador apostólico del Papa para esta peculiar  parroquia de Bosnia-Herzegovina, Aldo Cavalli.

La visita tuvo lugar el pasado fin de semana, cuando Cavalli visitó Barcelona y Madrid en una visita organizada por la Fundación Centro Medjugorje para España e Iberoamérica. En Barcelona, donde fue huésped del cardenal Omella, el exnuncio en Angola, Chile, Colombia, Malta y Países Bajos visitó la catedral, la basílica de la Sagrada Familia y el monasterio de Montserrat, además de dos iniciativas nacidas espiritualmente de Medjugorje. En Madrid, se reunión con representantes de la Iglesia local. En ambas ciudades, presidió sendas vigilias de oración.

En todos sus encuentros, animó a seguir dando a conocer el fenómeno de Medjugorje, al que se refiere siempre como «un lugar de gracia». Un llamamiento de particular importancia, explican desde la Fundación Centro Medjugorje, «ante las resistencias y sospechas del pasado en España» ante esta realidad bosnia. Ahora es momento de «comenzar una etapa nueva».

Durante su estancia en España, ha visitado dos centros nacidos como fruto espiritual de Medjugorje, la Casa Guadalupe para madres y Vil.la Gospa. ¿Conocerlos y valorarlos forma parte de su misión?
Son iniciativas espontáneas que surgen de personas que han ido allí a rezar y deciden llevar esta espiritualidad a otra parte. Nos invitan, quieren que expliquemos la espiritualidad de Medjugorje, y es lo que hice en España: sostenerlas, contar lo bueno que es rezar como se hace allí. No es control, sino colaboración.

¿Existe una espiritualidad de Medjugorje?
Aquí no hay nada para visitar o para ver. La gente que viene a Medjugorje lo hace con una sola finalidad: rezar. La gente reza con gusto en la iglesia durante horas, van con gusto a la colina, participan con gusto en las ceremonias, se confiesan con gusto… Todo ello en un tiempo de tres o cuatro días. Su carisma es ser un lugar de gracia, donde la Virgen María tiene su tarea, que es acompañar a la gente.

Desde 2019, se permite que las diócesis y otras instituciones oficiales de la Iglesia organicen peregrinaciones. ¿Se ha notado el cambio?
Por supuesto. El año pasado vinieron un millón de personas y 30.000 sacerdotes. También el cardenal Omella, arzobispo de Barcelona, vino con los jóvenes de España. Fue muy interesante y él estuvo muy contento de ver a 30.000 o 40.000 jóvenes rezar día y noche, encontrar al Señor y dejarse encontrar por él. Cuando me encontré en enero con el Papa Francisco, que fue quien hace cuatro años dijo que vinieran las diócesis a rezar, me preguntó qué tal. Le dije «aquí rezamos, rezamos y rezamos». Está muy contento.

En cambio, se mantiene la norma que estipula que en los actos sobre Medjugorje no se afirme la veracidad de las apariciones.
El Santo Padre quiso que en el Vaticano se formara un comité sobre la cuestión de las apariciones y los mensajes dentro de la Congregación —hoy dicasterio— para la Doctrina de la Fe. Esperamos sus conclusiones.

¿No son las contenidas en el informe Ruini, de 2014?
Ese es el último informe que se ha elaborado, y presenta una conclusión muy bien hecha. Pero el comité sigue funcionando, lo están estudiando. En la Iglesia es siempre así: ocurre una cosa importante, la gente se mueve con amor y esperanza, y la Santa Sede lo estudia con el fin de garantizar que todo está bien. No sé en qué punto están porque no es fácil discernir lo que ocurre según la voluntad de Dios.

Pero los mensajes continúan: los hay mensuales, y también se habla de secretos y signos que se conocerán en el futuro. ¿Cómo aborda la Iglesia el análisis de algo así?
Los mensajes son todos cosas buenas, no hay nada contra la Iglesia: aconsejan querer a la Virgen María y al Señor, rezar el rosario y orar por la paz. Pero el comité existe para garantizar que todo sea según la Iglesia, y es bueno que sea así. No sé cómo trabaja el comité pontificio porque es algo reservado a ellos. Pero estas cosas no son importantes. Lo importante es que Medjugorje ha llegado a ser un lugar de gracia, y que el Papa tiene aquí a su enviado para que pastoralmente sea un bien. Lo que yo tengo que hacer es cuidar la pastoral de la parroquia.

Su predecesor, Henryk Hoser, fue nombrado en 2017 y estuvo cuatro años. Usted lleva ya dos. ¿Es una misión con fecha de caducidad? En otros santuarios marianos importantes no existe esta figura.
El nombramiento es por un tiempo indeterminado, hasta que el Papa quiera. Santuarios como Lourdes y Fátima son diocesanos, y es el obispo el que se encarga de todo. Hay un encargado del Papa donde no hay un obispo que haga las cosas.

Efectivamente, la relación entre los franciscanos y la parroquia de Medjugorje por un lado y el anterior obispo de Mostar por otro fue problemática.
Con el obispo nuevo, que está aquí desde hace tres años, tenemos muy buenas relaciones. Los frailes trabajan muy bien aquí y participan también en la vida de la diócesis de Mostar.

¿Cómo es la pastoral en un lugar tan particular como Medjugorje?
Hay una pastoral para la parroquia, en croata que es lo que se habla, y una para los fieles que vienen del mundo entero. Por la mañana, desde las 6:00 hasta las 13:00 o 14:00, hay misas en diferentes lenguas y los guías acompañan a la gente a la colina que llaman de las apariciones y a la montaña donde está la cruz. Esto se hace durante todo el día, y hasta la madrugada. Desde las 14:00 hasta las 17:00 está abierta la capilla de adoración y la gente puede ir a adorar personalmente. Desde ls 17:00 hasta las 20:00 horas, cuidamos mucho el rosario, la Santa Misa, la adoración eucarística, la veneración de la cruz y la oración por los enfermos del alma y del cuerpo. El día está bien organizado espiritualmente, de forma que la gente pueda orar de formas diferentes. Hay muchos sacerdotes que atienden a la gente en diferentes lenguas, hasta las 20:00 o 21:00 de la noche. También están presentes organizaciones de caridad, y la gente puede ir a escuchar los testimonios de quienes trabajan con aquellos que necesitan la atención de la Iglesia.

¿Ha detectado algún aspecto que necesitara purificación?
Todo esto comenzó hace 42 años y gradualmente se han ido organizando todas estas iniciativas espirituales, junto con retiros para sacerdotes, para matrimonios, o de penitencia, con ayuno a pan y agua. Siempre con libertad, se puede participar en lo que se quiera. Pero en la oración participan a millares.

¿Y en las expectativas con las que llega la gente?
Vienen con muchas buenas expectativas espirituales, y después de unos días de atención espiritual parten con mucha fuerza interior para hacer el bien. Al llegar a casa encuentran la situación que dejaron, pero tienen una actitud diferente, de querer cambiar de vida y actuar de la mejor forma posible con la gracia de Dios y del Espíritu Santo y la presencia de la Virgen María. Se llevan la convicción de que si hacen bien su misión y rezan al Señor, les ayuda a realizar su vocación.

En Medjugorje se invoca a María como reina de la paz. ¿Está despertando más interés en este contexto de guerra en Europa?
El año pasado nos unimos al Santo Padre, con todos los santuarios del mundo, en el día que dedicó a la paz en Ucrania y en el mundo [en el contexto de la consagración de Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María, N. d. R.]. Tenemos otros lugares donde desgraciadamente hay guerra. Nosotros continuamos pidiéndole que nos ayude y que interceda para que en Ucrania y en esos otros lugares reine la paz como reina aquí.

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