Toda vida es única e irrepetible. Aunque tengamos como regalo para todos nosotros el haber sido creados a imagen y semejanza de Dios; también es cierto que el mismo Dios nos ha dado a cada uno distintos carismas y dones, así como también se nos revela y nos llama a realizarnos plenamente como personas viviendo la vida de la Gracia, a cada uno dentro de la vocación a la que nos invita amorosamente.

 

De esta invitación de Dios brota nuestra respuesta, y pone nuestro corazón en movimiento antes que ninguna otra cosa, porque como nos dijo Jesús: “donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6,21). Las formas de responder al llamado de Dios son tan diversas como personas son llamadas, esta es una riqueza que se ve muy bien reflejada en el testimonio de las almas que han tenido la valentía de decirle que si a Dios, y se han animado a ambicionar cosas mayores, esas de las que nos habla san Pablo en una de sus cartas, cuando se refiere a los carismas.

 

En el último artículo hemos compartido sobre la Juventud Franciscana junto a su asistente espiritual, fray Renato, y hemos visto como los jóvenes pueden vivir el seguir a Cristo desde muy temprana edad, y como esto les ayuda a abrir el corazón a Dios y a sus hermanos. Esto le ha pasado también a fray Renato en la Jufra, y por eso hemos hablado con él para conocer el testimonio sobre su vocación, ya que esto puede ayudar a quien esté pasando por algo similar en su vida.

 

Fray Renato Galić es un sacerdote y religioso, miembro de la Provincia Franciscana de Herzegovina y vicario parroquial en Medjugorje. Tiene 29 años de edad y que ha crecido en Široki Brijeg en una familia tradicional donde se oraba y se asistía regularmente a misa. Es el mayor de los hijos, y tiene dos hermanas. Según él mismo nos contaba “hasta donde yo sé, nunca antes ha habido vocaciones sacerdotales o religiosas en mi familia”. Fray Renato ha sido miembro de la Jufra y ha pasado mucho tiempo de su adolescencia y juventud con la fraternidad, y con los franciscanos en la colina donde tienen el monasterio y la iglesia. Este lugar el mismo fraile lo recuerda muy especialmente “ahí es donde realmente me sentía como en casa” y no oculta la sonrisa y alegría al contarnos lo que le decía su madre cuando le llamaba preguntándole “¿te vienes o te quedas a dormir en la colina junto a la iglesia?”. Además fray Renato se licenció en Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia de Antonianum en 2019, cuando fue ordenado diácono y al año sacerdote.

 

  1. ¿Fray Renato, cuándo y cómo sintió la llamada al sacerdocio? ¿Quién le ayudó a discernir? 

Empecé a pensar en la vocación sacerdotal al final del tercer curso de secundaria. En aquel entonces fui con un grupo de jóvenes de la parroquia de peregrinación a Taizé, en Francia. Al volver, cada vez más me venía el pensamiento de entrar en el convento. Por un lado, me gustaba pensar en ello y sentía una alegría indescriptible, mientras que por otro lado me preguntaba ¿por qué yo?

Me ayudaron mucho las conversaciones con los sacerdotes durante la confesión y con el asistente espiritual de la JUFRA de aquel entonces. También tenía una amiga con la que a menudo hablaba del tema y que me apoyaba mucho.

 

  1. ¿Cómo reaccionó la familia y cómo reaccionaron sus amigos? ¿Le apoyaron en esa decisión?

La gente suele sorprenderse por la noticia de que siendo el único hijo varón me fuera de cura. Pero debo reconocer que mis padres y mis dos hermanas nunca me presionaron, es más, siempre me apoyaron en la decisión. Es bonito, al ser sacerdote, poder casar a tu propia hermana o alguno de los amigos y seguir estando presente en sus vidas, aunque ahora de una manera diferente. No creo que fuera fácil para mis padres aceptar la decisión de inmediato, especialmente para mi mamá. Pero con el tiempo, lo aceptaron y se alegraron por ello especialmente, al igual que toda la familia, cuando llegó el día de la ordenación sacerdotal y de la celebración de mi primera misa.

 

  1. ¿Hubo obstáculos, dudas y cómo los superó? ¿Quién le ayudó más en ello?

Las pruebas y las dudas son una parte integral de toda vida. Así que estuvieron presentes también en el camino de mi formación. Cada dificultad es una oportunidad más para hacer algo nuevo y para consolidar la llamada y la decisión. Es sumamente importante pasarlas en oración y en dialogo con los sacerdotes y seminaristas que han estado en la misma situación.

 

  1. ¿Por qué religioso y por qué franciscano?

La respuesta a esta pregunta es muy fácil. Toda mi vida estuve asociado con los franciscanos que llevaban la pastoral en mi parroquia, así que no fue difícil para mí tomar la decisión sobre dónde comenzar mi camino de religioso y sacerdote.

 

  1. ¿Qué es lo que más feliz le hace en su sacerdocio? ¿Y qué es lo que le entristece?

Lo que más feliz me hace es tener la posibilidad de ayudar a alguien. Me refiero principalmente al sacramento de la confesión cuando puedo ayudar a alguien a quitarse la enorme carga del pecado que venía llevando desde hacía mucho tiempo. Me siento lleno y muy contento al ver como una persona sale diferente, es decir más alegre, del confesionario. Y como le cambia la expresión del rostro que tenía al entrar. Es hermoso escuchar la frase: “Gracias por la confesión”.

Me entristece que los fieles a veces tengan experiencias desagradables con algunos sacerdotes, en lugar de ayudarles en su relación con Dios.

 

  1. ¿Qué cita bíblica ha elegido para su recordatorio de la primera misa? Y ¿por qué?

Como mi lema del neopresbítero, escogí esta frase del Nuevo Testamento: “Ambicionad los carismas mayores” (1 Cor 12,31). En un momento me di cuenta de que me conformaba con lo mínimo en la vida, con lo mediano. Fue entonces cuando recordé esta cita. Trato de convertirla en el lema, no solo de mi vocación sacerdotal y religiosa, sino también de mi vida, para que siempre me anime a tender a metas y cosas mayores, es decir, a Dios.

 

  1. ¿Qué le diría a un joven que siente en su corazón la llamada al sacerdocio o la vida religiosa?

Le aconsejaría que, a través de la constante oración, la celebración eucarística, los momentos de silencio y recogimiento, y en diálogo con sacerdotes y religiosos, trate de discernir si esa es la voluntad de Dios para su vida. Por supuesto que después de eso también se necesita valor para tomar una decisión de vida así, pero vale la pena.

 

  1. Usted lleva en Medjugorje desde el año 2019, cuando todavía era diácono. ¿Por qué esta parroquia es tan especial para un sacerdote? ¿Qué significa para usted estar en la pastoral en Medjugorje?

Visitaba frecuentemente Medjugorje con mi familia, y durante el verano mientras todavía era seminarista. Pero fue sólo al venir aquí de diácono que vi toda la importancia y la particularidad de este lugar. No es nada común que un lugar tan pequeño haya afectado de tal forma la vida de tantas personas del mundo. Me hace feliz la posibilidad de participar en ese proceso, es decir, de ayudar a todos los que vienen a Medjugorje a descubrir la cercanía y presencia de Dios. Y en Medjugorje esto sucede principalmente a través de la celebración eucarística, la confesión diaria, la participación en la devoción a la Reina de la Paz y en la Adoración Eucarística.    

 

Este ha sido el hermoso testimonio de Fray Renato, y en sintonía con lo que nos compartió, nos parece muy oportuno recordar lo que la Reina de la Paz nos ha dicho aquí en Medjugorje: Que el amor sea la medida de vuestra vida” (25.9.2020). Pues, este mensaje expresa lo que Fray Renato nos ha compartido sobre su lema de su primera misa, y que lo ha tomado para su ministerio Sacerdotal “aspiren a los carismas mayores” (1 Cor 12,31). El mayor de todos es el amor. Dios es amor. Para unirnos con Dios a lo largo de nuestra vida y vivir en el amor, debemos hacer caso a nuestra Madre del Cielo y abrir los ojos y los oídos, porque el amor de Dios es grande, inconmensurable, y por eso nos ha creado para cosas grandes, es decir, para la Vida Eterna, a la cual nos vamos preparando y viviendo en fe desde ahora, al responder con nuestro si a su invitación amorosa.

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