La Hna. Rastislava Ralbovsky pertenece a la Congregación de Hermanas de la Misericordia de la Santa Cruz de la provincia croata de Djakovo. Fue ella quien inició las peregrinaciones a Medjugorje para personas con discapacidad que, en junio de este año, se organizará por quinta vez.

El pasado mes de agosto, compartió su testimonio en el Festival de la Juventud y habló sobre su conexión con Medjugorje, donde lleva viniendo desde 1981: “La mayoría de la gente que viene tiene intenciones y necesidades particulares. En este sentido, han venido muchos jóvenes -muchos de ellos que atravesaban distintas crisis y dificultades, bien por motivos familiares, adicciones o problemas psicológicos. Así es como nace un grupo que se propone apoyar a estos jóvenes. Poco a poco, el grupo ha ido evolucionando hasta convertirse en una parte del programa que llevamos a cabo con un cariño y un cuidado especial. En 1997, con ayuda del difunto P. Slavko, comenzamos a organizar peregrinaciones a Medjugorje para personas con discapacidad y no hemos dejado de venir desde entonces. Para nuestra sorpresa, estas peregrinaciones han logrado una dimensión internacional y contamos con un enorme apoyo por parte de la Parroquia de Medjugorje que nos ofrece, además de un programa muy bien organizado, alojamiento y comida gratis. Es aquí, en los brazos de nuestra Madre, donde los que estamos sanos aprendemos a descubrir el valor y la perfección de las personas con necesidades especiales y donde al mismo tiempo recibimos un amor incondicional y muchísima alegría por su parte. Los parroquianos de Medjugorje siempre nos dicen al finalizar: “Hemos recibido mucho más de lo que hemos dado”. También he acompañado a Medjugorje a otros grupos y todo ha ido evolucionando poco a poco, sin publicidad. ¿Qué significa ayudar espiritualmente? Normalmente lo asociamos con aliviar el peso de la cruz a alguien, aunque no siempre sea posible. Por ejemplo, ante alguien con una discapacidad o enfermedad mental con diagnóstico crónico, nos enfrentamos a una situación que difícilmente se puede resolver. Ciertamente Dios siempre puede obrar un milagro pero, en su mayoría, son condiciones que permanecen con ellos durante toda su vida con todas sus consecuencias. La cruz siempre será un misterio. Yo simplemente intento hacer lo que he aprendido de la Virgen: estar cerca de estas personas, estar ahí aunque no sepas qué hacer por ellas. Intentamos crear un rincón para ellos donde sentirse amados y aceptados, donde sientan que tienen su propia dignidad. Dios ama a todas esas personas y para él no hay diferencia entre ellos y los que estamos sanos. Lo verdaderamente importante es que vivan la experiencia de sentirse amados, valorados, crear un ambiente donde se les transmita que tienen su propia dignidad a pesar de su enfermedad, su condición psiquiátrica o su enfermedad mental. Necesitamos hacer mucho por ellos. Ahí ha sido aquí donde la Gospa me ha ido enseñando sobre la necesidad de transmitirles la dimensión espiritual que Jesús dejó a Su Iglesia. De ahí han surgido dos proyectos principales: el “Laboratorio espiritual de San José”, que reúne a las personas mentalmente enfermas junto con sus padres y amigos, así como la implicación en el movimiento internacional “Fe y Luz”. Hay también un grupo de amigos compuesto por jóvenes con problemas de distintos tipos, en su mayoría de naturaleza psicológica. Surgió como una buena combinación de manera espontánea. Estos jóvenes vienen como voluntarios y amigos para ayudar a los discapacitados. Es estupendo que se acerquen a las personas que sufren.”

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