En Medjugorje, la Bienaventurada Virgen María se presenta como Reina de la Paz. En su primer Mensaje, el 26 de junio de 1981 dirige una invitación apremiante a la paz: “Paz, paz, paz. Reconciliaos. Reconciliaos con Dios y entre vosotros. Y para ello es necesario creer, rezar, ayunar y confesarse”.

Ella dice: “Yo soy la Reina de la Paz” (26.06.1981) porque es la Madre del Príncipe de la Paz. La paz que viene a traer y pedir la Madre de Dios no es la paz del mundo sino la paz de Cristo, aquella que nos prometió en la Última Cena y que es fruto de su Pascua. Este es el saludo del Resucitado: “Shalom, alejem”, La Paz con vosotros.

La Gospa nos llama a la Paz, a reconciliarnos, en primer lugar, con Dios, porque si el hombre no está reconciliado con Dios, no lo está con el otro ni consigo mismo, y la guerra estalla entonces primero en su corazón. La urgencia de esta llamada a la paz se desveló exactamente diez años después cuando comenzó la guerra en los Balcanes.

Todas las divisiones, los conflictos y las guerras empiezan en el corazón de los hombres: “Queridos hijos, hoy gozo y oro con vosotros por la paz: paz en vuestros corazones, paz en vuestras familias, paz en vuestros deseos y paz en todo el mundo. Que hoy el Rey de la Paz os bendiga y os dé la paz” (25.12.1994).

La Paz de la que habla la Gospa y que “cambia” a tantos peregrinos es la paz interior, inicio de toda paz. La paz interior (del corazón) no se aprende, no se compra, no se hereda y no se enseña: sólo se recibe, a través de la oración. Por eso la llamada a la oración es Su Mensaje más repetido. Porque, aunque la Paz es un don de Dios, no hay paz en el corazón sin oración, sin conversión, sin reconciliación: hemos de estar dispuestos a perdonar siempre y a todos, antes de nada, a nuestros familiares y a quienes nos han herido profundamente: “debéis perdonar a vuestro prójimo -nos dice la Virgen. Encontrad en vuestros corazones a vuestros enemigos y orad por ellos al Padre” (08.07.1981).

El Mensaje de la Reina de la Paz de Medjugorje es, ante todo, una apremiante y definitiva llamada de conversión: “He venido a llamar al mundo a la conversión por última vez, luego ya no apareceré más. Estas son las últimas apariciones en la tierra” (23.06.1982).

La Virgen a través de Sus Mensajes nos ofrece una preciosa catequesis para alcanzar la conversión y la paz del corazón. Se resume en las famosas “cinco piedras” de Medjugorje:

– 1ª) La oración con el corazón, especialmente el Santo Rosario.
– 2ª) La centralidad de la Eucaristía: la Santa Misa y la Adoración del Santísimo
Sacramento.
– 3ª) La confesión frecuente, mensual, especialmente el primer sábado, que nos reconcilia con Dios. Dice la Gospa que no hay nadie en el mundo que no necesite confesar al menos una vez al mes. Y añade: “La confesión mensual será el remedio para la Iglesia de Occidente. Este mensaje deber ser transmitido a Occidente” (06.08.1981).
– 4ª) La lectura y meditación de las Sagradas Escrituras.
– 5ª) El ayuno a pan y agua dos veces a la semana: miércoles y viernes.

Con estos 5 medios, se logra el fruto de conversión y se obtiene esa Paz del corazón de la que tanto nos habla en Sus Mensajes. A lo largo de estos cuarenta años, ha repetido muchas veces: “os traigo la paz, soy vuestra Madre y la Reina de la Paz” (25.07.1988). “Queridos hijos, hoy os invito a la paz. He venido aquí como Reina de la Paz y deseo enriqueceros con mi paz maternal. Queridos hijos, os amo y deseo guiaros a todos hacia la paz que solo Dios da y que enriquece cada corazón. Os invito a ser portadores y testigos de mi paz en este mundo sin paz” (25.07.1990).

María a través de su “escuela” de Medjugorje ha establecido para la humanidad todo un programa espiritual que conducirá finalmente al triunfo de Su Corazón Inmaculado y al consiguiente tiempo de paz profetizado en Fátima, y en el cap.20 del Apocalipsis. El amanecer de una nueva civilización, una tierra renovada: la civilización del amor, de la paz.

Ella nos repite en Medjugorje que nos necesita para triunfar, que la ayudemos, que recemos por Sus intenciones y seamos Sus apóstoles de paz y de amor.

Una paz que es mucho más que ausencia de conflictos y tensiones. Porque la Paz que Ella anuncia y viene a traer es la de Su Hijo, la que brota de Su Misericordia y que contiene todo bien espiritual y don del Espíritu: plenitud y perfección de vida cristiana. Lo contrario de la Paz no es la guerra, sino el vacío.

El 25 de diciembre de 2012 la vidente Marija no recibió de la Gospa el habitual Mensaje mensual. Como en cada Navidad vino con el Niño Jesús en brazos. Ella sólo sonreía, pero el Niño Jesús comenzó a hablar y dijo: “Yo soy vuestra Paz, vivid mis Mandamientos”.

San Pablo en la carta a los Gálatas afirma que la Paz es uno de los frutos del Espíritu (5,22). Para obtenerla, hemos de abandonar definitivamente -como nos pide tantas veces Nuestra Madre en Medjugorje- nuestra vida de pecado y decidirnos por la santidad, viviendo una vida nueva, en la que Dios esté siempre en el primer lugar.

Nada más llegar a Medjugorje se respira una paz profunda, inefable, divina: es la paz del cielo, la paz de Mamá María, Reina de la Paz. Por eso Medjugorje es la nueva Jerusalén, “ciudad de la paz”, hacía la que peregrinan todas las naciones de la tierra. Donde podemos vivir las primicias de aquel tiempo de Paz que seguirá a los últimos tiempos, cuando se realicen y cumplan los 10 Secretos que la Gospa ha confiado a los videntes, y que serán revelados en su momento.

Fco. José Cortes Blasco

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