El segundo día en Washington estuvo lleno de encuentros, pero no los multitudinarios, sino los encuentros íntimos y personales que marcan la vida y cambian el curso de las cosas. En las horas de la mañana, fray Danko Perutina, el P. Inocencio Llamas y Vedran Vidović visitaron dos parroquias de esta ciudad, en la que sus párrocos abrieron de par en par las puertas al mensaje de la Virgen María.

El P. James Morris, el joven y alegre sacerdote de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, en su comunidad parroquial tiene muchos latinos por lo que viajó a El Salvador para así poder aprender español y conocer más de cerca la cultura, para comprender y poder servir mejor a sus feligreses. El nunca ha estado en Medjugorje, pero después de esta visita ha expresado el deseo de peregrinar, y de formar un grupo de oración en su parroquia.

En la otra punta de la ciudad, en la parroquia salesiana de Nuestra Señora de los Dolores, el P. Shaun Foggo esperó a la comitiva con un delicioso almuerzo caribeño. Estaba muy feliz y esto se notaba en su rostro sonriente y en la apertura a los mensajes de la Virgen. En su parroquia un tercio de los feligreses hablan inglés, un tercio español y un tercio francés, por lo cual el encuentro que el último día fray Danko tendrá con esta comunidad será traducido a los tres idiomas: inglés, español y francés. El P. Shaun tampoco ha estado en Medjugorje, pero ya está haciendo planes para viajar. Los dos párrocos recibieron el libro de fray Slavko Barbarić “Orad juntos con un corazón gozoso”.

Durante la tarde, hubo un encuentro de oración en el santuario nacional de San Juan Pablo II. Un cálido lugar que cautiva con su belleza. El encuentro comenzó con el rezo del Santo Rosario, la Adoración Eucarística y la Santa Misa que presidió el P. Inocencio Llamas. Finalmente, fray Danko dio una charla sobre María y la Eucaristía y habló sobre las cinco piedras contra nuestro Goliat: la oración, el ayuno, la Biblia, la confesión y la Santa Misa.

Sabemos que San Juan Pablo II era muy abierto a Medjugorje y fue quien lo llamó ‘el confesionario del mundo’. Por lo cual, estar en su santuario era realmente estar en casa.

Cabe mencionar que en este viaje no han faltado las caricias y los guiños de la Virgen, así que, en la Basílica del santuario nacional de la Inmaculada Concepción, nos encontramos con una hermosa capilla de Nuestra Señora María de Bistrica, que en el año 1970 regalaron los católicos croatas de los EE.UU. y Canadá dando testimonio fiel de su amor por la Virgen.

La alegría y el entusiasmo del pueblo americano es algo realmente contagioso. Acompañemos con la oración a este hermoso país, que ha respondido al llamado de la Gospa, y así pueda seguir creciendo en la espiritualidad de Medjugorje, que es la del Evangelio. Y que el amor de Dios, ese amor que transforma los corazones y los hace plenos, llegue a través del mensaje de la Reina de la Paz a cada hogar de Estados Unidos.

 

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