“Queridos hijos, también hoy el Altísimo me permite estar con ustedes y guiarlos por el camino de la conversión. Muchos corazones se han cerrado a la gracia y hecho oídos sordos a mi llamado. Ustedes, hijitos, oren y luchen contra las tentaciones y contra todos los planes malvados que el diablo les ofrece a través del modernismo. Sean fuertes en la oración y con la cruz en las manos, oren para que el mal no los utilice y no venza en ustedes. Yo estoy con ustedes y oro por ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

REFLEXION CON LAS PALABRAS DE NUESTRA MADRE

“Queridos hijos, también hoy el Altísimo me permite estar con ustedes y guiarlos por el camino de la conversión”

María, es el hoy de Jesucristo entre nosotros. Es la señal de su presencia. “El Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros” (Is 7,14) De nuevo con palabras de ternura se dirige nuestra Madre a nosotros para que de ese mismo modo acojamos su presencia y aceptemos su ayuda. Dios sigue esperándonos, Dios sigue buscándonos y por medio de esta presencia maternal de la Virgen María nos ofrece ‘el hoy’ de la salvación. Aún es tiempo de volver. “Todavía es tiempo, dice el Señor, vuélvanse a Mi” (Joel 2,12) Este tiempo de Dios para nosotros es la presencia de María junto a nosotros. Este tiempo de Dios para nosotros es la mano de María guiándonos por el camino de la conversión hacia la santidad.

“Muchos corazones se han cerrado a la gracia y hecho oídos sordos a mi llamado”

Nuestra Madre guarda en su corazón un sentimiento de amor que la hace hoy exclamar un lamento. Y es que el hombre ha sacado de su corazón a Dios y le ha cerrado sus oídos. La preocupación maternal de la Virgen en estas palabras nos recuerdan las palabras del Salmo: “Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras” (Sal 94, 7-9) La llamada del Señor para estos tiempos es la presencia de nuestra Madre entre nosotros y, acoger su llamada es abrirnos a la gracia de su Hijo y abrir los oídos a la Palabra que nos salva.

“Ustedes, hijitos, oren y luchen contra las tentaciones y contra todos los planes malvados que el diablo les ofrece a través del modernismo”

Si, hay quienes se han abierto a la gracia de Dios y han abierto los oídos a la llamada de la Madre del cielo. Y María nos alienta, primero con el fin de que quienes escuchamos su mensaje perseveremos en él, y segundo, para que nadie se sienta satisfecho de conocer su amor, sino que lo vivamos y enseñemos a vivir. Muchas veces nuestra Madre nos ha advertido de las propuestas sutiles que demonio nos hace en este tiempo, valiéndose de cosas, que si bien es cierto son avances que le aportan al mundo algunos beneficios, también son las más grandes tentaciones que el hombre tiene hoy porque le que le hacen caer en el pecado de la autosuficiencia y le llevan a separarse de Dios. La lucha está en pie, ya lo dice el Señor: “Levántense y oren para que no caigan en tentación.» (Lc 22, 45-46) Necesitamos convertirnos, orar y luchar, y en eso no estamos solos, la Madre del cielo está con nosotros.

“Sean fuertes en la oración y con la cruz en las manos, oren para que el mal no los utilice y no venza en ustedes”

Nuestra fuerza es el Señor. “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer” (Jon 15, 5). La Virgen sabe que nosotros sin el amor de su Hijo no podemos nada- Nunca podríamos vencer el pecado. La insistencia en orar es una necesidad que nuestra Madre, ve que tenemos para tener la gracia de la santidad. Esta oración es una entrega generosa del alma a Dios, no se trata de meras palabras o rezos vacíos. Es una oración al modo de Cristo. Una oración que se haga sacrificio y entrega de la vida entera, dejándonos transformar de veras por la gracia de Dios. Jesús enseño a sus discípulos a recorrer el camino de la cruz, siguiendo así sus pasos, hasta vencer como él ha vencido. “Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo (Jon 16, 33).

“Yo estoy con ustedes y oro por ustedes”

No estamos solos, contamos con el amor incondicional de nuestra Madre Bendita. Y ese amor de María es el mismo amor de Cristo que aseguro a sus apóstoles que estaría con nosotros “todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Estas palabras son también eco de aquellas mismas palabras que dijo Jesús a Pedro para animarlo en medio de las pruebas “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos. (Lc 22, 31-32). La intercesión de la Reina de la Paz es nuestro auxilio y fortaleza. Nosotros mantengámonos firmes en la fe, mediante nuestra perseverancia en la oración y por medio de nuestra total entrega a Dios, recorriendo el camino de la santidad de la mano de nuestra Madre Bendita.

¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

En estas palabras la Madre del Señor nos descubre su corazón que canta las maravillas de Dios; a la vez que, nos motiva a recibirla como Madre abriéndonos a la gracia de su Hijo y al escuchar su llamada, nos dejemos guiar por ella en el camino de la conversión. Son palabras motivadoras de amor, más que exigentes. Son palabras con las que nuestra Madre nos invita a acoger el don de la salvación y cantar con Ella las grandezas del Señor. “María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque ha mirado humillación de su esclava. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! (Lc 1, 47-49)

P. RAFAEL ZACARIAS GARCIA
 

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