Medjugorje es un lugar donde el amor de Dios puede palparse en lo cotidiano, en cualquier momento. Entre las tantas formas de encuentro personal con el Dios vivo del que hablan las Sagradas Escrituras, están los retiros espirituales. Aquí, los franciscanos de la parroquia de Medjugorje ofrecen distintos y variados retiros espirituales, entre ellos el de ayuno, oración y silencio.

En la casa de retiros Domus Pacis -Casa de Paz- ayer culminó el retiro de ayuno, oración y silencio que se dio del 22 al 27 de enero. El mismo comenzó con la cena el primer día, continuó con ayuno a pan y agua en todas las comidas de los días siguientes, para culminar con el desayuno el último día.

La Casa de Paz, que está ubicada a unos 7 minutos a pie de la Iglesia de Santiago Apóstol, fue adquirida por la parroquia en 1990, después de que los peregrinos habían expresado la necesidad de un lugar donde pudieran orar retirados durante varios días.

Los 30 peregrinos participantes del retiro espiritual en español provenían de distintas ciudades de Estados Unidos, siendo ellos de origen latino. Acompañando al grupo en el retiro organizado por Doris Pérez, vino fray Juan Aldana, un franciscano colombiano que vive actualmente en Roma. Las catequesis de cada día, por la mañana y por la tarde, estuvieron a cargo de fray Antonio Primorac, sacerdote de la parroquia de Medjugorje, que contó con la traducción de Filka Mihalj.

Cada día los peregrinos participantes del retiro asistían al Programa Vespertino de Oración de la parroquia. Y cada noche, en la acogedora capilla de Domus Pacis, adoraban a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, anotándose por turnos de una hora, hasta el amanecer. En esos días subieron la Colina de las Apariciones y también el Monte de la Cruz.

Es un testimonio muy lindo el que nos compartió Doris Pérez, colombiana que vive en Miami desde hace 23 años: “El retiro de oración, ayuno y silencio es un llamado de la Virgen. En oración el año pasado aquí en Medjugorje, sentí en lo profundo de mi corazón que debía darle la oportunidad a muchas personas que pudieran venir, era como una moción, sin que el dinero fuera un impedimento y pensé en organizar un retiro. Hablo con Filka, que es guía de la parroquia de Medjugorje, y me dice que hay un retiro perfecto para eso, que casi no se ha hecho en español, y entonces me sentí infinitamente bendecida de ser parte de este proyecto”.

El retiro supera mis expectativas, las sobrepasa, porque siento que desde que llegamos aquí a Domus Pacis, lo estamos viviendo profundamente. Tanto el ayuno como el silencio lo hemos tomado en una paz que solamente puede venir de Dios. Una paz y un silencio sobrenatural que el Señor ha puesto en el corazón de cada uno de nosotros. Medjugorje es paz sobrenatural”, concluyó Doris.

Al consultar a fray Antonio sobre los temas que desarrolló en el retiro, nos contaba: “Hemos reflexionado sobre el ayuno, la oración y el silencio. Creo que es importante, especialmente para aquellos que están en el retiro por primera vez, enfatizar la esencia y el significado del mismo y así explicar estos tres conceptos que encontramos en el mismo nombre del retiro. Reflexionamos en la oración y la tentación de Jesús en el desierto”.

“Dado que este retiro es muy particular y es uno de los frutos de Medjugorje, hablé también de la intercesión de María y de su llamada maternal a la santidad y a la oración. En estos retiros suelo tomar algún tema relacionado con la confesión: así que tocamos el tema del desarrollo del pecado y de la tentación en el hombre. Dediqué mi última conferencia a la Eucaristía, explicando los gestos y símbolos que hacemos en la liturgia. Hablé sobre el significado de la Eucaristía para nosotros los fieles, partiendo de la Pascua judía y del libro del Éxodo hasta la Última Cena y la institución de la Eucaristía”.

Al preguntarle cuanto tiempo hace que da este tipo de retiros espirituales y qué es lo que más le gustaba de ellos, fray Antonio nos dijo: “Todos los franciscanos, que servimos en la parroquia, estamos comprometidos en la realización de estos retiros. Desde hace dos años, me toco a mí empezar a dirigir estos retiros de ayuno, oración y silencio. Lo que más me gusta es el cambio que noto en las personas en el tercer o el cuarto día. Cambia la actitud de las personas respecto a la comida, se vuelven más prudentes en las palabras, y lo más importante: se acercan más a Dios, es decir, se permiten encontrar al Dios vivo en la vida cotidiana también”.

“Aunque no conozco el idioma, se podría deducir de sus rostros que son personas que buscan a Dios. Que tienen sed y hambre de Él y han venido a este lugar de gracia con un propósito. Espero haberles ayudado al menos un poco en su camino para que puedan convertirse verdaderamente en testigos de la Buena Nueva y testimoniarle a Él con sus vidas”, nos contó fray Antonio y agregó que era su primer retiro para peregrinos de habla hispana.

El fraile que viajó acompañando espiritualmente al grupo, Juan Aldana, se desempeña como rector de la Basílica de San Antonio en San Juan de Letrán y está bajo la jurisdicción de nuestro querido fray Miljenko Šteko, que es el guardián de esa gran fraternidad compuesta por cerca de 160 frailes, la gran mayoría estudiantes, que desempeñan distintos servicios en Roma.

Fray Juan resumió en tres ‘lugares teológicos’ esta experiencia que el mismo calificó de “maravillosa”.

“El primero tiene que ver directamente con la Santísima Virgen María, porque la experiencia, tanto aquí en la casa de retiros como en la parroquia y también naturalmente en el monte de las apariciones y en el monte de la Santa Cruz, fueron para mí experiencias tremendamente profundas, que me hicieron percibir, no solamente con los ojos de la fe, sino también con los sentidos, una presencia especial, una presencia que no se puede negar, que definitivamente, no se puede esconder, la Santísima Virgen María está presente aquí, y me voy realmente tocado por esta experiencia”.

Hablando sobre el segundo lugar teológico, agregó: “Es el grupo que tuve el privilegio de acompañar, estas personas que vienen de Miami, de Florida, otras que vienen de California. Porque en ellas vi hombres y mujeres sedientos y hambrientos de Dios que venían en busca de una experiencia fuerte de oración y devoción. Ver sus rostros de gran expectativa y alegría, a pesar de que el ayuno a veces puede ser una experiencia difícil, pero esto no fue absolutamente obstáculo, al contrario, fue un medio que ayudó muchísimo a que estas personas se pudieran encontrar con Dios y con la Santísima Virgen María”.

Fray Juan se refirió al tercer lugar teológico y dijo que tiene que ver con las personas de Medjugorje: “Son las personas que trabajan y que sirven en el santuario, porque he encontrado en ellas, no solamente el rostro amable, acogedor y tierno de Dios, sino también una experiencia profunda de fe. La gente que acoge aquí, acoge porque ha tenido una experiencia de fe y la comunica por medio de su sonrisa, de sus abrazos, de su amor, y esto te hace ver que definitivamente hay un pedacito de cielo en este lugar. Por lo tanto, me voy impactado con esta actitud y con este modo de cómo la gente aquí en Medjugorje vive su fe”.

“Creo que me voy con el paquete completo, me voy lleno, me voy renovado. Como le decía al grupo, creo yo, como dice el apóstol Pablo a Timoteo ‘he reavivado el don de la vocación que me ha sido dada’ y mi fe, por supuesto, se ha fortalecido en manera considerable”, culminó fray Juan Aldana su testimonio de lo vivido.

Dios nos demuestra su amor en cada instante de nuestra vida. Es el amor de Dios que se nos revela. El ayuno, la oración y el silencio hacen la diferencia al momento de abrirnos a esa revelación de Dios, y nos permite también experimentar en mayor profundidad lo que Él quiere regalarnos. Vivir los mensajes de la Virgen, vivir el Evangelio no es otra cosa que abrirnos a su gracia, dejarnos amar por Él, amarlo también nosotros y amar a nuestros hermanos, y así ser sus testigos, apóstoles de su amor hasta los confines de la tierra.

¡Gracias fray Antonio, fray Juan y Doris por su testimonio y por poner en nuestro corazón el deseo de encontrarnos con Dios de la misma manera que ustedes nos lo han compartido!

Por Pablo Pedretti

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