Con ocasión del Día de la Madre, la familia Antunovic peregrinó a Medjugorje desde la región de Ticino (Suiza), aunque son oriundos de Ozdak (Bosnia-Herzegovina). Es interesante el hecho de que el Sr. Antunovic quisiera -junto con sus hijos- regalarle a su esposa esta peregrinación con motivo de este día tan especial. Ella, por su parte, quiso al mismo tiempo ofrecérselo a la Virgen, manifestando su deseo de que fuese una peregrinación de acción de gracias por todo lo que había recibido hasta ahora por Dios. Las hermanas Matea y Josipa fueron nuestras invitadas en el programa de Radio “Mir” Medjugorje, en el que Matea declaraba: “Hemos sido educadas en la fe desde pequeñas gracias a nuestra abuela, que rezaba mucho por nosotros y de la que heredamos el don de rezar el Rosario. No hemos sido conscientes de ello hasta hace varios años; vagábamos sin rumbo fijo, como sucede especialmente en Suiza, donde la vida es muy complicada, en especial para los jóvenes. Tras el sacramento de la Confirmación nos alejamos de la Iglesia. En cierto modo, el deseo de venir a Medjugorje se despertó en nosotras tras muchas caídas y errores. Vinimos por primera vez en 1998, cuando mis padres decidieron venir a dar las gracias a la Gospa por todo cuanto habían recibido.”
Josipa declaró que recuerda a la Virgen como Madre: “Ella nos ha ayudado en nuestras vidas, incluso cuando estábamos alejadas, siempre hemos tenido anhelado algo que colmase ese vacío que llevábamos dentro. Mi hermana quería volver y creo que la Gospa nos ha llamado para que nos volvamos a acercar a Ella.”
Las hermanas declararon que el año pasado vinieron al Festival de la Juventud por primera vez: “Fue una experiencia maravillosa. Me impresionaron los testimonios y las catequesis. Abrí mi corazón y fue la primera vez que adoré a Jesús: hasta el año pasado no sabía qué era la Adoración. Le estoy muy agradecida a la Virgen porque nunca había vivido esas cosas hasta entonces; es como si mi fe hubiera estado dormida todo ese tiempo. Nuestra familia y nuestros amigos pudieron comprobar que habíamos cambiado, que éramos mucho más felices.” Matea añadió que no existen palabras para expresar cómo se siente en Medjugorje “donde experimenta una paz muy especial.”