La Reina de la Paz nos invita a vivir este tiempo de preparación a Pentecostés como un tiempo de gracia. Es un tiempo para que el Espíritu Santo nos inunde de su presencia y acreciente en nosotros la esperanza, la paz y la alegría, a fin de transmitir estos dones a cada persona. Por lo cual Ella nos dice:
«¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia, los invito a ser hombres de esperanza, paz y alegría, para que cada persona sea instrumento de paz y amante de la vida. Hijitos, oren al Espíritu Santo para que los llene con el poder de valentía y entrega de su Santo Espíritu. Y este tiempo será para ustedes un don y un camino en la santidad hacia la vida eterna. Estoy con ustedes y los amo. Gracias por haber respondido a mi llamado». (25 de mayo, 2025)
Nuestra Madre también nos invita a pedir el don de valentía y entrega plena al Espíritu Santo. Esta actitud de pensamiento, palabras y obras podría estar contenida en “la parresia cristiana”.
Este es un concepto que proviene del griego “parrhesía”, que significa franqueza, valentía y libertad para hablar con verdad. Y que en el contexto cristiano, se refiere a la audacia y confianza con la que nosotros, como creyentes somos llamados a anunciar el Evangelio, sin temor a la oposición o al rechazo. Pero este anuncio ha de ser no solo con las palabras, sino también con el testimonio de vida cotidiano.
Esta valentía o “parresia”, es una actitud que frecuentemente aparece en la Biblia y se manifiesta en la vida de los profetas, los apóstoles y, sobre todo, en Jesús, quien habló con autoridad y sin miedo a las consecuencias; así como también en el testimonio de vida de la Virgen María en los momentos difíciles, como por ejemplo durante la pasión y muerte de su Hijo.
El Papa Francisco, al referirse al don de la valentía como don del Espíritu Santo, afirma: “la franqueza, el coraje, la parresia es un don, una gracia que el Espíritu Santo da el día de Pentecostés. Justo después de haber recibido el Espíritu Santo fueron a predicar: un poco valientes, algo nuevo para ellos. Esta es coherencia, el signo del cristiano, del verdadero cristiano: es valiente, dice toda la verdad porque es coherente. (Papa Francisco. Sábado, 18 de abril de 2020).
En la actualidad, la parresia sigue siendo fundamental para la Iglesia, especialmente en tiempos de desafíos y persecuciones. Se trata de hablar con claridad, defender la fe y actuar con valentía en la vida cotidiana, siempre con humildad y amor.
La Virgen María tuvo estas virtudes de manera sobreabundante, por lo cual también Ella pide al Espíritu Santo este don para nosotros. De esta manera podremos caminar con serenidad en medio de los desafíos y tormentas de la vida, sabiendo que Dios nos acompaña y nos fortalece. Ser hombres y mujeres de esperanza y valentía significa confiar en la providencia divina, aun cuando las circunstancias sean difíciles, y transmitir esa confianza a los demás como testigos del amor de Cristo.
Además, María nos llama a ser instrumentos de la paz del Señor. La paz que proviene de Dios no es simplemente la ausencia de conflictos, sino un estado profundo de armonía interior y fraternidad con quienes nos rodean. Para vivir en paz, es necesario cultivar la oración, el perdón y la misericordia, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien nos enseñó que la paz verdadera nace del corazón entregado a la voluntad del Padre.
A mí en lo personal me ha gustado mucho de este mensaje, cuando la Reina de la Paz nos pide “que cada persona sea instrumento de paz y amante de la vida”. Esto implica reconocer la dignidad de cada persona y valorar el don de la existencia, viéndola como una oportunidad para servir a Dios y a nuestros hermanos. En un mundo donde tantas veces se desprecia la vida, ya sea por la violencia, la indiferencia o el egoísmo, María nos invita a ser defensores y amantes de la vida en todas sus manifestaciones, desde la concepción hasta la muerte natural.
El llamado a orar al Espíritu Santo es clave para recibir el poder de valentía y entrega. El Espíritu Santo es quien transforma nuestro corazón y nos da la fuerza para vivir según el Evangelio. Con su gracia, podemos superar nuestros temores y debilidades, entregándonos totalmente a Dios con confianza.
Asimismo, podemos constatar como la oración al Espíritu Santo nos llena de fuego interior, nos ilumina en nuestras decisiones y nos guía en el camino de la santidad. Por lo tanto, busquemos tener una oración profunda y de intimidad don el Espíritu Santo; no solo en el tiempo que rodea la fiesta de Pentecostés, sino cada día del año.
Que la Reina de la Paz nos inspire con sus mensajes a vivir con esperanza, paz y alegría, a ser instrumentos de amor y vida en el mundo, y a buscar constantemente la guía del Espíritu Santo para alcanzar la santidad y la vida eterna. Confiemos en el amor maternal de María, quien nos acompaña siempre en nuestra peregrinación hacia Dios; y que cada día nos dejemos conducir por el Espíritu Santo, como lo hizo la Virgen Santísima a lo largo de toda su vida.
Unidos en oración le pido al Espíritu Santo que te colme de su presencia. Me encomiendo a tus oraciones. Feliz fiesta de Pentecostés, feliz cumpleaños de la Iglesia.
Padre Gustavo E. Jamut, omv