La tarde del segundo día del Congreso en Medellín continuó con la conferencia del P. Diego González, que habló de “La fuerza sanadora del ayuno y la oración”. El P. Diego compartió tres ideas concretas al respecto: “Lo que es la sanación, cómo podemos guiar la oración y en que nos ayuda el ayuno para llegar a esa sanación. Muchas veces nosotros no sabemos que estamos enfermos. Muchas veces vamos de parroquia en parroquia, de grupo en grupo, de movimiento en movimiento diciendo que los culpables son los demás, cuando el que está enfermo soy yo. Es judea cristiana la concepción de la persona en tres dimensiones, cuerpo, alma y espíritu. Dios quiere sanarnos, Dios quiere salvarnos. Este es el mayor mensaje que Jesús nos trajo. El Evangelio de Juan dice que Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga vida Eterna. San Juan Pablo II en su tratado sobre la teología del cuerpo nos dice que cuando el Hijo de Dios tomo un cuerpo humano, el cuerpo entro por la puerta grande de la teología. Recordemos que, en el ministerio de Jesús, Él viene para liberar a todo el género humano. Viene para sanar y viene también para liberar”.

Hablando del segundo punto, agregó: Elegir también lleva una renuncia, entonces, si la oración es relación con Dios, significa que lo que yo hago a través de la oración es elegir estar con Dios. Y esto no es muy distinto a la relación con una persona humana. A veces queremos estar con ese amigo, la pasamos muy bien y nos reímos. A veces no queremos ni verlo, a veces nos da pereza. O a veces nos quedamos paraditos juntos y no hablamos nada, pero eso basta. Y asimismo es nuestra relación con Dios. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica -CIC- que este misterio exige que los fieles crean en Dios, lo celebren y vivan en una relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero, y esa relación es la oración. Cita una frase de Santa Teresita de Lisieux que dice que la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo. De esto nos hablaba fray Danko esta mañana, nos decía que uno ora siempre, es un impulso del corazón, un deseo de estar con Dios. Lo explicitamos cuando nos ponemos a orar, cuando nos tomamos el tiempo, nos sentamos, nos disponemos. Todo el tiempo tendríamos que estar orando, es decir, tener presente a Dios. ¿Para qué nos sirve esto? Solo Dios es amor, por lo tanto, solo Dios puede llenar los vacíos de amor que hay en nuestro corazón”.

Refiriéndose luego al tercer punto, destacó: “Muchas veces nos quedamos estancados porque no acompañamos nuestra oración con el ayuno, y muchas veces hacemos ayuno, pero no lo acompañamos con suficiente oración. Y ayuno sin oración es dieta. Es necesario acompañar la práctica del ayuno con la oración. Cuando estudiaba Teología pensaba ¿por qué ayunar los miércoles y viernes? Claro, porque la Virgen lo pidió. Y leí de la Didaje o la doctrina de los apóstoles, escrita en el siglo I, que dice: ‘sus ayunos, sin embargo, no sean como los de los hipócritas -fariseos-, que ayunan el segundo y quinto día después del sábado. Ustedes en cambio ayunen el cuarto día y el viernes’. ¿Qué días son esos? Miércoles y viernes. En general, nos decían los padres que el miércoles se ayuna como preparación al jueves que es día eucarístico y del Señor y el viernes porque es día penitencial y día en que murió nuestro Señor Jesucristo. Fíjense que lo que nos pide la Virgen está en sintonía con la Iglesia y con la historia de la Iglesia, el siglo I. ¿Para qué ayunar? La oración y el ayuno le da la autoridad a Dios para que entre en nuestra vida y nos ayude en nuestra lucha contra el mal”.

“Necesitamos orar y ayunar para poder hacer la voluntad de Dios. Lo que Dios quiere para nosotros, para nuestras familias y para la sociedad. La Virgen nos invita al ayuno y la oración para encontrar la paz. Cuando avanzamos en la vida espiritual con la oración y el ayuno, nos vamos conociendo mejor a nosotros mismos y también a Dios”, reflexionó el P. Diego, concluyendo su conferencia con un momento de profunda oración y dando gracias a Dios.

La tarde continuó con el testimonio del P. Gustavo Hernández, sacerdote colombiano, después del cual comenzó el rezo del rosario antes de la celebración eucarística, que fue presidida por el P. Inocencio Llamas, que en su homilía reflexionó: “¿Saben cuáles son las intenciones que la Virgen, la Reina de la Paz, ha puesto en nuestro corazón? Uno es, por los que todavía no han experimentado el amor de Dios, segundo nos invita a orar por la paz y tercero, nos invita a orar por los pastores. Me sorprendió mucho, cuando me di cuenta hace pocos meses, cuando la Virgen dijo que más de la mitad de las oraciones que ustedes hagan, háganlas por los sacerdotes. Nosotros -los sacerdotes- necesitamos las oraciones de ustedes de una manera impresionante. Saben que el demonio, entre las grandes tentaciones, una es a la familia para que no haya vida. El solo viene para robar, matar y destruir. La otra es exactamente contra los pastores. Esta escrito, heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Por eso necesitamos el apoyo de todos ustedes”.

“Hoy celebramos la Fiesta de la Cátedra de San Pedro, y esta mañana de manera magistral en Laudes nos fue expresado lo que significaba la Cátedra de San Pedro. He preguntado muchas veces en distintos lugares ¿qué cosas importantes hizo Jesús? Y me dicen muchas cosas que hizo Jesús, pero hay dos cosas que nunca me dicen. Que Jesús oraba. Terminaba su ministerio y se iba a la montaña a orar. Se levantaba por la mañana temprano y oraba. Eso nunca me lo dicen. Y hay otra cosa que nunca me lo dicen y es sumamente importante, que Jesucristo fundó la Iglesia. Eso es importantísimo y Él quiso hacerlo así. Él instituyó la Iglesia, para que la iglesia lleve ahora hasta los confines de la tierra la salvación que Jesucristo mereció en la cruz. Fue el plan del Señor, que la salvación llegara a través de la Iglesia. No hay nada más grande que la Eucaristía, y no hay Eucaristía sin ministerio sacerdotal. En la Eucaristía está todo el valor infinito de cuanto hizo nuestro Señor Jesucristo. Por eso podemos ofrecerla por tantas intenciones, yo la ofrezco por todos ustedes”, concluyó su homilía el P. Inocencio Llamas.

El segundo día del Congreso Iberoamericano culminó con la Adoración Eucarística, orando y adorando en comunidad al Pan de Vida, que es Jesús, en el Santísimo Sacramento del altar.

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