Durante la tarde de este segundo día, el P. Gustavo Jamut predicó sobre “El Espíritu Santo y la Virgen María en los tiempos actuales”. Citando a san Ignacio de Loyola, dijo: “Hay tres pensamientos en nosotros, tres voces en nosotros. Una que viene de Dios, que es la que nos menciona en sus mensajes la Madre de Dios cuando nos invita a invocar al Espíritu Santo a través de sus mensajes, a orar con el corazón. La otra voz es del mal espíritu, de la cual ya nos han estado hablando cuando nos decían de las tentaciones, de la necesidad de conversión. Pero dice san Ignacio que hay una tercera voz, y esta puede ser de bendición o puede ser peligrosa. No viene de afuera, viene de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestra formación cultural, religiosa, de nuestra historia. Esta voz, estos pensamientos muchas veces van a ir en sintonía con la voluntad de Dios, pero en otras ocasiones pueden que vayan en contra. Por eso necesitamos tener esta intimidad con nuestra Madre, la Virgen, con el Espíritu Santo”.

Hablando sobre san Luis María Grignon de Monfort agregó: “Cuanto más el Espíritu Santo encuentra a María en un alma, más se vuelve operante y poderoso. Que hermoso saber que el Espíritu Santo busca corazones que amen a María, que contemplen a María, que lean sus mensajes pero que luego se pregunten como puedo hacer para vivir este mensaje que la Reina de la Paz me está dando. Así nuestra vida será conducida a las metas de bendición que Dios tiene para nosotros”.

Medjugorje es como un Pentecostés permanente, que nos va liberando de los miedos, que tenían los apóstoles antes de Pentecostés. Que nos va ayudando a ver las cosas de manera diferente y que nos va colmando de su paz. En tu vida cotidiana, más de una vez, te vas a encontrar con que el Espíritu Santo te sugiere algo, pero tus miedos te gritan que no. Tus inseguridades te dicen que no. Tus egoísmos, como los míos, dicen que no. Y es un proceso de nueva conversión si caminamos hacia adelante”.

Y al referirse a la oración y el consuelo de Dios dijo: “Necesitamos que María nos lleve en esta escuela de oración que es la presencia de orar con el corazón y llenarnos desde la mañana, cada día del Espiritu Santo. La Virgen Santísima nos enseña que el Espíritu Santo nos consuela y nos sana. Todos nosotros tenemos heridas de nuestra vida, de nuestra historia, más profundas, más superficiales. Todos nosotros necesitamos ser consolados por Dios. Después de este congreso, nosotros tenemos que llevar consuelo a los demás, no el nuestro, el del Espíritu Santo a través de nosotros. En ese lugar donde el Señor nos ha plantado, a esas personas que va poniendo en el camino. María consolaba a los Apóstoles en el Cenáculo. ¿Quién de nosotros cuando lee los mensajes no siente ese consuelo como algo en el corazón que se mueve? Luego debemos preguntarnos como puedo llevar este consuelo sanador a quienes lo necesitan”.

La santa Misa vespertina estuvo presidida por Mons.Bartolomé Buigues Oller, Obispo de Alajuela. En la introducción a la Santa Misa dijo: “Me siento en familia. Cómo no iba a estar aquí si ustedes se reúnen entorno al Señor y entorno a María, vienen de todos los países y están aquí en mi diócesis, entonces tenía que acompañarlos y vamos a compartir lo más grande y lo más bello que es la Eucaristía”.

En la homilía ha hablado de la oración y la oración de petición: “La oración tiene que ser la expresión de nuestra relación con el Señor. La oración tiene que brotar del corazón y tiene que ser sincera, autentica. Dios es amor y nos ha creado para que nos relacionemos con él. Por eso, debemos tener esa confianza para decirle a Dios todo lo que hay en nuestro corazón, todo lo que necesitamos. Eso sí, con la disponibilidad a dejarlo en sus manos. No podemos pedirle exclusivamente desde el egocentrismo, no podemos exigirle a Dios nada, el amor no exige, el amor deja libre siempre. Por lo tanto, nosotros ponemos en las manos del Señor todo lo que nos incumbe. La perspectiva de Dios es mucho más grande que la nuestra. Desde esa relación de amor profundo sabemos que todo lo que le digamos al Señor quedara en sus manos y en su corazón. Nadie nos va a responder más grande en amor y en misericordia que nuestro Dios”. Al final de la misa, en agradecimiento de su presencia, los congresistas le regalaron al obispo dos libros de Medjugorje.

Luego hubo dos testimonios, primero el del adolescente Juan Manuel Bermúdez Murillo y segundo el del P. Astolfo Moreno, de Colombia, ambos hablando de “El poder de la intercesión de la Reina de la Paz”.

Juan Manuel Bermúdez Murillo de 16 años compartio que su testimonio era algo muy profundo en su familia: “Cuando tenía dos años fui diagnosticado con cáncer, con leucemia, algo muy duro para mis padres. Me tuvieron que hacer un trasplante de médula ósea y estuve seis meses internado y dijeron que prácticamente no había nada que hacer. Tenía un 5% de probabilidad de sobrevivir. A mis padres un tiempo atrás les habían dado un libro de la Reina de la Paz, entonces decidieron rezarle y pedirle. Gracias a su fe, aquí estoy. Ellos fueron por la opción del segundo trasplante. El libro de la Virgen de Medjugorje los ayudó mucho, claramente sintieron más fe, viendo la vida aquí en la tierra como una simple peregrinación y pensando más en la vida eterna. Empezaron a leer más la Biblia, a rezar más. Y después de pasar por altas dósis de quimioterapia, radiación, dos trasplantes de médula, una neumonía, cinco meses internado en un hospital, y entre tres y cinco días en cuidado intensivos, yo estoy vivo. ¡Gracias a Dios y gracias a la Virgen!”.

El P. Astolfo Moreno dijo: “En el año 1991 yo tenía 15 años, era un adolescente y vivía con mis padres y mi hermano. No íbamos a misa, no conocíamos la fe, a Dios, no conocíamos prácticamente ni a la Iglesia. Tenía una relación bastante mala con mi padre, una ausencia de relación. Cuando estaba en la universidad mi padre me dijo ‘hoy a las 6 en tal lugar hay una conferencia, necesito que vayas’. Dije, mi padre me está invitando a algo a mí, esto es muy raro, yo no hablaba con él. Además dijo que era sobre la Virgen, y él tenía un amigo judío que se había convertido al catolicismo y le había hablado de las apariciones de Medjugorje. La historia es que un hombre de Colombia que vivía en Miami y era médico, iba a dar un testimonio sobre la Reina de la Paz. Recuerdo que era un aula muy grande y había 10 personas, nadie más fue. Solo sé que ese hombre, que no volví a ver en mi vida, vino, nos dijo una palabra, nos dejó una semilla, nos cambió la vida. Yo volví a la Iglesia y después de unos años vi la vocación. Pero tengo la claridad qué por la Virgen María, por su intercesión, este hombre recibió un llamado, trasmitió una palabra y transformó la vida de una familia y de muchas personas a través de esa familia. Quiero dar testimonio de que vale la pena hablar de la Virgen. Una sola palabra, así nunca lo vuelvas a ver, yo no sé donde, en un taxi, en un supermercado, aunque parezca absurdo, que no de frutos, aunque hayas reservado un salón para cien personas y solo te venga uno. Vale la pena. La primera vez que yo oí hablar de Dios, de los sacramentos fue a través de la Reina de la Paz”.

La jornada culminó con la Adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento del altar, guiada por el P. Luis Carlos Cely, de Colombia. Adoración que hizo recordar y revivir en el corazón las adoraciones eucarísticas en la iglesia de Santiago Apóstol en Medjugorje.

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