¡Queridos feligreses! ¡Queridos amigos!

Estos días tuvimos la gracia de vivir los santos tres días de Pascua y reflexionar sobre el misterio de nuestra salvación. En la resurrección de Jesús reside toda nuestra esperanza, toda nuestra alegría. Su resurrección muestra el fin de todo nuestro dolor y tristeza. Por lo tanto, alegrémonos, porque como cristianos tenemos la mayor esperanza: Cristo resucitado, que nos eleva por encima de la transitoriedad de este mundo a su maravilloso reino de luz y paz. ¡Como Pedro y Juan, corramos al sepulcro vacío llenos de fe, para convencernos del amor de Cristo por nosotros, para convencernos de la fidelidad de Dios en la alianza eterna hecha con la sangre de Cristo! ¡Como mujeres fieles, anunciemos la buena noticia de la resurrección al mundo entero! ¡Como hijos de la resurrección, difundamos esperanza, alegría y amor en este mundo! ¡Y que el Resucitado nos colme a todos de su paz!

¡Felices Pascuas!

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