En la iglesia de la Transfiguración, perteneciente a la Sociedad de San Juan, en la ciudad de Pilar, se reunieron en torno a la Reina de la Paz muchísimas familias, jóvenes y niños. Vivir la fe en familia es una característica de esta comunidad nacida en Argentina, que tiene pocos años de fundación, pero que ya ha dado muchas vocaciones sacerdotales y religiosas.

La Sociedad de San Juan es una comunidad de vida apostólica que se dedica a la nueva evangelización, tiene también religiosas, que se llaman Sociedad de María. La comunidad tiene casa en Argentina, Italia, Estados Unidos y Uruguay, con un total de 24 sacerdotes y más de 20 misioneros, con 31 hermanas, entre religiosas y postulantes. Además, tienen Adoración perpetua las 24 horas.

Están relacionados con Medjugorje, donde peregrinan habitualmente, y es tal su cariño por Medjugorje que en la sacristía la palabra ‘silencio’ está escrita en croata ‘TIŠINA’.

 

Fray Danko les hablo a los numerosos jóvenes presentes, resaltando la importancia de la vocación a la que Dios nos llama, especialmente les hablo de la vocación religiosa y les contó su testimonio de cómo le respondió que si a Dios para ser frayle.

Les dijo que: “la belleza más importante es la del interior, los que son de Dios son atractivos y todos quieren estar con ellos. Los que son de Dios aman y se sacrifican por los otros. Quiénes no son de Dios se quejan todo el tiempo, no hay alegría en sus rostros y siempre los demás tienen la culpa”.

“Existe un don de Dios que se llama alegría, no se trata de la alegría del mundo, sino de la alegría de Dios que está unida con la humildad. Porque la humildad abre las puertas del Cielo y las oraciones pronunciadas con amor van directo al trono de Dios”, reflexionó fray Danko.

Durante la Adoración Eucarística el clima de oración llevó a todos los presentes a gustar un pedazo de Cielo, así como lo vivimos durante la Adoración en Medjugorje. Nadie se movía de su sitio, y tampoco había espacio físico para moverse, todos agrupados en torno a Jesús presente en la Eucaristía… los ojos cerrados, el corazón abierto, y la gracia derramándose, así como fray Danko había dicho minutos antes: “los que tienen el corazón abierto recibirán la gracia. Dios derrama su gracia cada día”, y eso podía palparse.

Al finalizar la catequesis, y con eso la jornada, fray Danko recordó que debemos mostrar que sabemos amar a través del perdón, quien ama siempre perdona.

 

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