En Medjugorje, en la XV Asamblea General de la Unión de Frailes Menores de Europa – UFME (Unio Fratrum Minorum Europae), que de celebró del 27 de febrero hasta el 3 de marzo de 2023, al final del tercer día, la Santa Misa en la Iglesia de Santiago Apóstol, fue presidida por fray Massimo Fusarelli, Ministro general de la Orden de los Frailes Menores, en concelebración con 67 sacerdotes.  Al comienzo de la misa, fray Zvonimir Pavičić, párroco de Medjugorje, dijo que se rezaría por las víctimas en Grecia y por sus familias.

Fray Massimo Fusarelli al comienzo de su homilía habló de la lectura en la que el profeta Jonás se dirige a los ninivitas.

“Más que la llamada a la conversión dirigida a los gentiles es una invitación solemne a Israel a cambiar su manera de ver a los gentiles. Jonás no reconoce que la misericordia de Dios trasciende los límites de pertenecer a Israel. A nosotros se nos ha dicho que la salvación trasciende los límites de la Iglesia.

Francisco de Asís, cruzando la línea que lo separaba del mundo de los “infieles” de su tiempo, llevó el anuncio del Evangelio y acogió, en el encuentro con el sultán, la presencia del Espíritu de Dios tanto en aquel hombre como en aquel mundo tan lejano a él.

Jonás recibe su llamada “en el camino”, mientras está de camino precisamente a esa ciudad que no quiere visitar ni aceptar. Dios lo sorprende en el camino y da sentido a su misión. No sólo los gentiles y los pecadores deben convertirse, sino también él, y con él, Israel. Al profeta se le requiere una transformación profunda: de la verdad en la que creída y repetida (ortodoxia), a la verdad vivida en el acto de ir entre los paganos (ortopraxis), a la verdad rica en experiencia espiritual interior CREER CON EL CORAZÓN (ortopatía). Sin esta última experiencia, la verdad puede permanecer en el nivel de las ideas, en la mera verdad abstracta correcta, ineficaz, sin acción real”, dijo el fray Massimo Fusarelli, quien enfatizó que “al Cristo vivo no hay que buscarlo entre los muertos”.

“En cada época de la historia, el Espíritu actúa y nos pide que aprendamos el arte del discernimiento espiritual, distinguiendo las ramas vivas de las secas y las muertas. Debemos aceptar morir a una cierta forma de ser, para acoger una nueva palabra sobre el mundo y la Iglesia, que luego sintamos que está dirigida a nosotros para el bien de todos”, dijo fray Massimo y explicó cómo vivir este camino.

“Para esto necesitamos la savia vital de una espiritualidad renovada y fuerte, que nos recuerde que estamos en el camino de la transformación permanente: debemos ser “una Iglesia siempre renovada” (“ecclesia semper reformanda“). Una iglesia que necesita un cambio continuo. Si sucede esa reforma, ese cambio de forma, por ejemplo, de ciertas estructuras institucionales, debe ser precedida y estar acompañada por una revitalización de lo que mueve a todo el cuerpo de la Iglesia y la Orden, es decir, de la espiritualidad y la espiritualidad fraterna. No es posible centrarse sólo en los órganos individualmente, y descuidar aquello que los une e infunde Espíritu y vida. A veces corremos el riesgo de esta distracción, dejándonos llevar por cosas secundarias. Debemos centrarnos en cosas esenciales”, dijo Massimo Fusarelli, y finalmente pidió a todos que rezaran por “los hermanos menores en Europa y en el mundo para que puedan vivir nuestra misión y nuestra vocación en este tiempo”.

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