Fidelidad

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El mensaje de la Gospa transmitido a Mirjana el día 2 de septiembre de 2015 es uno de los que más me ha impactado. Dice así:

«Queridos hijos, queridos apóstoles míos del amor, mis portadores de la verdad, los invito nuevamente y los reúno en torno a mí para que me ayuden, para que ayuden a todos mis hijos sedientos del amor y de la verdad, sedientos de mi Hijo. Yo soy una gracia enviada por el Padre Celestial para ayudarlos a vivir la Palabra de mi Hijo. Ámense los unos a los otros. Yo viví vuestra vida terrena y sé que no es siempre fácil, pero si se aman unos a otros, orarán con el corazón y alcanzarán cumbres espirituales y se abrirá para ustedes el camino hacia el Paraíso. Allí los espero yo, su Madre, porque estoy allí. Sean fieles a mi Hijo y enseñen la fidelidad a los demás. Estoy con ustedes, los ayudaré. Les enseñaré la fe para que sepan transmitirla de manera correcta a los demás. Les enseñaré la verdad para que sepan discernir. Les enseñaré el amor para que conozcan lo que es el verdadero amor. Queridos hijos, mi Hijo logrará hablar a través  de vuestras palabras y de vuestras obras. ¡Les doy las gracias!»

Es impresionante lo que la Virgen nos quiere, y la confianza que tiene en nosotros. Nos pide fidelidad y a cambio nos ofrece su ayuda para la misión que Dios nos tiene reservada a cada uno, para llevar a cabo nuestro apostolado como miembros del ejército de María, de la Infantería de María.

Hemos tenido la dicha de participar en el Congreso Iberoamericano recientemente celebrado en Costa Rica, a principios de este mes de marzo (muchas gracias a Montserrat y a todo su equipo que con tanta eficacia y mimo nos cuidó durante esos días). Medité mucho a cerca del porqué de nuestra misión y cuál sería el término que pudiera definir nuestra labor, o, mejor dicho, que pudiera sustentar nuestra labor. Y se me vino a la cabeza la palabra fidelidad. Fidelidad a Dios Padre como criaturas suyas que somos y a quien debemos todo. Fidelidad a Dios Hijo que vino a redimirnos, encarnándose en su Madre, que es la nuestra,  padeciendo y sufriendo por nosotros hasta su muerte en la Cruz, y resucitando venciendo a la muerte. Fidelidad al Espíritu Santo, abrazo amoroso del Padre y del Hijo. Fidelidad a la Gospa que viene a mostrarnos el camino cuando nos apartamos de él, llevándonos al redil con sus manos cuando ese camino correcto dejamos. Fidelidad a la Santa Madre Iglesia creada por Dios Hijo para sellar su alianza con el hombre. Y fidelidad como expresión más auténtica de nuestra gratitud a la Reina de la Paz por su invitación y su llamada, que cambió nuestro corazón y nos da fuerzas para perseverar en el camino de la conversión.

Resulta extraordinario que la Virgen nos diga que es una gracia enviada por el Padre Celestial para ayudarlos a vivir la Palabra de su Hijo. Es conmovedor que nos recuerde que Ella vivió nuestra vida terrena y conoce que no es siempre fácil vivir la Palabra de su Hijo, pero que el amor lo puede todo. Y es alentador que insista en que no tengamos miedo y que Jesús nos dirá (continúa diciéndonos) cómo hemos de hablar y actuar.

Somos intercesores por la paz que la Gospa ha venido a pedir al mundo. Paz, paz y sólo paz. Paz en nuestros corazones, entre los hombres y Dios, y entre nosotros los hombres. Es la propia Virgen la que nos ha designado como sus intercesores, sus apóstoles, sus brazos extendidos. Una vez que hemos dicho sí a la Gospa, esta misión nos acompañará durante el resto de nuestros días. Y, como hemos visto, Ella nos ayudará.

La experiencia de este Congreso Iberoamericano en Costa Rica ha venido a reforzar esta idea de fidelidad, fruto de una fraternal convivencia y de un cariño recíproco que todos hemos podido palpar en el ambiente. El respeto a nuestros pastores con sus maravillosas catequesis que con tanto amor imparten. El rezo del Rosario, las confesiones extraordinarias y las Eucaristías en donde la presencia de Dios, de la Gospa y de todos los Santos se percibe de manera intensa, no diferente, obviamente, pero sí distinta.

Todas las enseñanzas, las vivencias y convivencias, las charlas de sobremesa y de pasillo, los sacramentos recibidos, son como esas aguas que fluyen, descienden y desembocan en el mar de congresistas y nos hacen tener más vida, y sanean nuestras propias vidas como si fuéramos los árboles ribereños de los que habla el profeta Ezequiel. Y que hemos de transmitir de manera correcta a los demás, como nos dice la Gospa en el mensaje transcrito más arriba. Y como igualmente nos dice en el mensaje dado a Mirjana el pasado día 18 de marzo de 2023,…”que, como un solo pueblo de Dios, en comunión con mi Hijo, den testimonio de la verdad con sus vidas. Oren, hijos míos, para que junto a mi Hijo puedan llevar sólo paz, alegría y amor a todos sus hermanos y hermanas. Yo estoy con ustedes y los bendigo con mi bendición maternal”.

Gracias Madre por estar ahí, por ser nuestra Madre y por querernos tanto como nos quieres.

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