Que alegría tiene Nuestra Madre cuando sus hijos van a su encuentro para venerarla, honrarla, presentarle sus necesidades y agradecerle por las gracias que les ha concedido.

¡Nuestra Madre es sencilla! El regalo más grande que le podemos hacer es hacernos espacio en nuestras agendas ocupadas y pasar tiempo con ella y con su Hijo Jesús. Es tan sencilla que se alegra y es feliz cuando nosotros rezamos el Rosario, el Ángelus o cuando hacemos Novenas. Ella, que es Mamá y enseñó a rezar a Jesús, se pondrá feliz si tú enseñas a rezar a tus hijos y rezan juntos en familia. Ella estará feliz si priorizas a Jesús en la Eucaristía por sobre todas las cosas, participando de la Santa Misa y yendo a su encuentro en la Adoración Eucarística. Ella se pondrá feliz si ponemos a Jesús en primer lugar en nuestras vidas, porque si lo hacemos seremos felices, porque cuando descubrimos el amor de Jesús y de la Virgen, y le damos el lugar que les corresponde en nuestras vidas, encontraremos la verdadera felicidad y ya nunca nos podremos apartar de ella.

El mundo actual necesita santos, personas como vos y como yo, que seamos testimonio del amor de Jesús en nuestras vidas con nuestro ejemplo de vida. Nuestra peregrinación por esta vida tiene una meta: ¡ser santos! ¿Están dispuestos a llegar a esa meta?

Dios los bendiga por medio de Nuestra Madre,

Pbro. Marcelo Marciano

 

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