La gran custodia de Medjugorje es conocida en todo el mundo y millones de peregrinos han estado adorando a Jesús en ella. Lo que no todos saben es que la hizo alguien del mundo hispanohablante. Este arquitecto español, nacido en Madrid, estuvo hace poco con su esposa en Medjugorje, ocasión que aprovechamos para entrevistarle. Nos ha contado la historia, sus vivencias y el impacto que está obra ha causado en su vida.

Desde la Fundación Centro Medjugorje hablamos con Ángel García, a quien los franciscanos de la parroquia de Santiago Apóstol le encargaron hacer la gran custodia para el 20° Aniversario de las Apariciones. Esperamos disfruten como nosotros de la intimidad y calidez de sus palabras, donde queda de manifiesto que Cristo es el centro de todo y que la providencia de Dios nos asiste y ayuda.

Que mejor manera de comenzar el nuevo año que aceptando la invitación que Ángel nos hace culminado la entrevista, de adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar…

– ¿Quién es Ángel García?

Gracias por vuestro interés en recibir mi testimonio. Sinceramente, no me siento cómodo hablando de mí, porque el único protagonista de la custodia es el Señor; todos los demás estamos a su servicio y somos meros instrumentos suyos. Nuestra tarea solo debería ser reconocer y señalar al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, tal y como hizo San Juan Bautista. Pero acepto la invitación por el interés que despierta la Gran Custodia de Medjugorje, y porque quizás pueda servir para quien la contempla y adora la Eucaristía en ella. Añadiré aquí algún dato más de los ya aportados en anteriores entrevistas.

Soy español, madrileño de nacimiento, con raíces familiares católicas, y arquitecto de profesión. Cuando el 1 de enero del año 2001 me invitaron a colaborar con la parroquia de Medjugorje en este proyecto, no imaginaba hasta qué punto mi vida quedaría unida a este lugar.

– Estudiaste Ciencias Religiosas en la Universidad Eclesiástica San Dámaso en Madrid. ¿Siempre fuiste creyente?

Sí, pero mis estudios para la diplomatura en Ciencias Religiosas fueron consecuencia de mi primera peregrinación a Medjugorje y el proyecto de la custodia. Fue precisamente la experiencia de su diseño la que me decidió a aumentar mi formación en la fe, matriculándome en la Universidad Eclesiástica San Dámaso.

Mi fe no es solo herencia de mis padres y abuelos, sino huella aportada por varios sacerdotes durante mi adolescencia y años universitarios. La fe es un don que recibí gratuitamente – los que no la tienen pueden pedirla, aunque no crean – pero una vez recibido el don, hay que conservarlo. Con la perspectiva que da el tiempo puedo decir que mi voluntad colaboró de una manera muy simple: siendo fiel al encuentro dominical en la misa desde niño, alimentándome con la Eucaristía.

– La custodia de Medjugorje, además de muy hermosa, es una de las más conocidas en el mundo. ¿Cómo es que un arquitecto de hospitales llega a construir una custodia?

No fue nada previsible ni planeado. Tras mi titulación de arquitectura en Madrid me especialicé en la compleja arquitectura e ingeniería de hospitales, apasionante por su capacidad de facilitar la actividad médica en la curación del cuerpo y aliviar el sufrimiento. A finales del año 2000 una amiga me invitó a ir de peregrinación para pasar el fin de año en Medjugorje.  Fui el último en unirme al grupo, ocupando la plaza de otra persona que canceló su viaje. Solo sabía que iríamos una semana a Medjugorje, un pequeño pueblo de un país recién salido de la guerra, donde decían que la Reina de la Paz se aparecía desde hacía años.

Un mes antes de nuestra llegada a Medjugorje había fallecido el padre Slavko en el monte Krizevac. La condesa Felicia von Traun, que organizaba nuestra peregrinación y ayudaba desde años atrás a los franciscanos, recibió nada más llegar la petición del padre Svetozar para que se construyera en España una nueva Custodia, más grande que la que tenían, porque el padre Slavko, pocos días antes de morir, le había dicho que era necesario construir una que se pudiera ver a gran distancia en las grandes asambleas del Festival de Jóvenes a principios de agosto.

Bajando del monte Krizevac me ofrecí a la condesa Traun para ayudar en esa tarea, y así me presentó al padre Svetozar, quien me aceptó con la habitual confianza franciscana en la Providencia. Recuerdo que, tras mostrarme la gran forma consagrada que había dentro del Sagrario de la parroquia para ver su tamaño, me preguntó a qué me dedicaba. Le respondí que yo era un arquitecto especializado en hospitales. Tras un breve silencio me respondió con una sonrisa: “la custodia es un hospital para almas”. Su respuesta me produjo un gran impacto.

Ese día 1 de enero del año 2001 fue el inicio del proyecto del diseño de la custodia. No tenía experiencia previa en arte sacro; pero me basé en la tradición española de muchos siglos, y en el buen hacer de profesionales orfebres actuales.

– ¿Podrías describirnos más de cerca la custodia?

El padre Svetozar nos dijo que la custodia debía ser de tipo “sol”, grandiosa para dar gloria al Único a quien debemos reconocer, clara en su expresión, conectada con la Tradición de la Iglesia, y con un diseño actual. En su aparente sencillez, es expresión visible de verdades de fe:

En primer lugar, es expresión de la fe en la presencia de Jesús resucitado en la Eucaristía, quien  – siendo Luz del mundo – la irradia con rayos muy poderosos desde el anillo que rodea la forma consagrada. La Parroquia indicó que se escribiera en latín en el anillo el último versículo del Evangelio de San Mateo: “He aquí que Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los siglos”.

En segundo lugar, se expresa la unión íntima entre el sacrificio de la Cruz y la Eucaristía, porque la pequeña cruz – que es el viril central – está superpuesta en la gran forma consagrada.

Pero también todo el diseño expresa la fe en la Iglesia, que es “columna y fundamento de la verdad” (1 Tim. 3,15), porque esta custodia se construye con un pilar edificado sobre el cimiento de los doce apóstoles (grabados dentro de doce puertas en la parte inferior más ancha), y el pilar sostiene en su parte superior la Cruz y la Eucaristía, ofreciendo a todo el mundo su tesoro: Jesús resucitado en la Eucaristía.

En el centro de la columna está grabada la imagen de la Reina de la Paz de la escultura de mármol blanco situada en la entrada principal de la Parroquia. Este pilar evoca también la primera aparición de María sucedida por tradición en España en el Pilar de Zaragoza al apóstol Santiago, patrono de la Parroquia de Medjugorje.

La custodia también puede ser entendida con la descripción de la nueva Jerusalén del Apocalipsis de San Juan (Ap. 21, 9-27).

Más de cerca, el detalle más pequeño de esta custodia, que solo ve el sacerdote que dirige la Adoración, es un pequeño ángel de apenas 3 cm de alto situado detrás del viril, en actitud de Adoración. Tiene una función técnica: asegurar firmemente la posición del viril con esa pieza al inicio de la Adoración. Pero también expresa la autoridad del sacerdote que “sitúa” a San Miguel, príncipe de los espíritus celestiales, que con todos los ángeles se une para adorar a Dios tres veces santo. En la Tradición se nos enseña que San Miguel preside el culto de adoración que se rinde al Altísimo y ofrece a Dios las oraciones de los fieles simbolizadas por el incienso que se eleva ante el altar.

– ¿Cómo surge la inspiración de hacerla tal cuál es?

En mi testimonio del Festival de la Juventud del año 2013, al que me remito, expliqué que este diseño, en sus más pequeños detalles surgió de una actitud de humildad y obediencia a las indicaciones de la Parroquia. También del asombro, emoción y gozo de la experiencia de la presencia real de Jesús en la Eucaristía, que viví con intensidad durante el diseño. Y sobre todo con una actitud de oración y la ayuda de la gracia que dan los sacramentos porque, aunque estudié muchas custodias españolas antiguas para utilizar el conocimiento artístico heredado de siglos, había algo que me pareció más importante aún: necesitaba la ayuda del Espíritu Santo, que recibí a través de los sacramentos. Por esta razón solo trabajaba en los planos o pensaba en la custodia y sus detalles cuando estaba en estado de gracia, con la gracia que se obtiene con la confesión. Si tenía conciencia de haber cometido algún pecado, aunque fuera leve, me sentía indigno, dejaba de trabajar en los planos y ni siquiera pensaba en la custodia: iba a confesarme y después continuaba el trabajo.

Después de varias semanas de trabajo, cuando tenía que dibujar a lápiz la perspectiva del viril central, la cruz y el anillo con todo detalle, para enviarlo a los franciscanos y aprobaran el diseño, decidí realizar el dibujo de rodillas ante el Santísimo.

– ¿Dónde se hizo la custodia y cuánto tiempo llevó hacerla?

Se fabricó en Madrid, en el taller de Luis Molina Acedo, tercera generación de orfebres. Necesitaron dos meses para fabricarla, durante el cual colaboré con ellos para resolver detalles concretos, dada su complejidad técnica debido a sus grandes dimensiones.

– ¿Cómo llega la custodia a Medjugorje?

Fue una historia sorprendente, y no como estaba previsto. Para protegerla durante el transporte fue necesario construir una caja de madera de grandes dimensiones, que pesaba más de 100 kg. Su gran tamaño hacía muy complicado el transporte por vía terrestre y aérea a través de varios aeropuertos y aduanas. Debía llegar antes del 25 de junio de 2001, para inaugurarla en el 20º Aniversario de las primeras apariciones.

Durante los tres meses previos al envío intentamos transportarla en el avión del ejército del aire que todas las semanas abastecía, en vuelo directo de Madrid a Mostar, a la base militar española. Allí se ubicaba la misión de Paz internacional tras la guerra de los Balcanes de los años 90. Era el medio más seguro, pero no lo conseguimos. Entonces, cuando ya habíamos desistido, actuó la Providencia.

La salida estaba planificada por transporte comercial desde el aeropuerto de Barajas (Madrid) hasta Zagreb un viernes por la mañana pasando por París. Pero hubo un error que provocó que se retrasara la salida hasta el lunes siguiente a media mañana. Ese retraso fue providencial, porque ese mismo viernes por la tarde me presentaron al militar responsable de todo el servicio de transporte de las misiones militares españolas en el extranjero.

El lunes siguiente, este militar logró en menos de tres horas la autorización para transportar en el avión militar la custodia desde la base militar de Madrid hasta Mostar, y desde Mostar un camión militar la trasladó a la parroquia de Medjugorje. Lo que no sabíamos es que si hubiera salido el lunes por el transporte comercial no hubiera llegado a Medjugorje a tiempo porque las aduanas de Croacia y Bosnia estarían cerradas a su llegada. Así la misión de paz internacional en los Balcanes, pero en concreto el ejército español, que estaba en Mostar, llevó la custodia de la manera más digna y segura.

Tengo que decir que ser testigo directo de esta nueva actuación de la Providencia me impactó enormemente.

– Espiritualmente ¿Que sentís cuando ves a tantos peregrinos adorando a Jesús en Medjugorje ante la custodia?

Siento estupor por haber tenido el gran honor de haber contribuido con mi trabajo para apoyar a la Parroquia de Medjugorje en que personas de todo el mundo adoren la Eucaristía. Pero siendo consciente de que no tenía mérito alguno para hacerlo, y conociendo bien mi propia indignidad, comprendo que el amor del Señor por cada peregrino que se postra en adoración es inmenso. De hecho esta custodia se diseñó con el mayor tamaño posible para que sea vista por quien esté a la mayor distancia del altar. Para que quien haya llegado el último o se sienta más indigno y pecador, sienta el amor personal del Señor, tal y como yo me sentía mientras la diseñaba.

– ¿Cuándo viniste por primera vez a Medjugorje y cuál fue tu impresión?

Fue en aquella primera peregrinación del fin de año del 2000. Llegamos por la noche, y recuerdo que fuimos directamente a la parroquia, donde se estaba adorando la Eucaristía. Me produjo una profunda impresión ver a fieles y peregrinos, de rodillas en oración silenciosa durante tan largo tiempo. Esa primera impresión la he tenido en todas las peregrinaciones posteriores: en Medjugorje se vive la liturgia y se reza con mucha intensidad.

– ¿Que supuso Medjugorje en tu vida?

Medjugorje cambió la forma de vivir mi espiritualidad y mi relación con Dios y con María.  A la vez, cambió mi vida porque en ese primer viaje conocí en el grupo a la que años después sería mi esposa.

– Muchos peregrinos de habla hispana no saben que detrás de esta maravillosa obra está uno de los nuestros. ¿Qué mensaje tenés para el pueblo iberoamericano, que últimamente es uno de los más numerosos en peregrinar a Medjugorje?

Este trabajo excede al diseñador, y a todos los que colaboraron en su fabricación y transporte. Creo que todo peregrino de habla hispana o portuguesa debe sentir como suya esta custodia de Medjugorje, porque es fruto de la tradición y cultura iberoamericana que está enraizada en la fe católica, y de la cual somos todos herederos.

Desde el Concilio de Trento en el siglo XVI miles de custodias de tipo “sol” fueron fabricadas por españoles. Españoles de origen europeo, pero también españoles indígenas y españoles mestizos. Y las distribuyeron por todo el mundo, promoviendo así la Adoración Eucarística. España abarcaba hasta el siglo XVIII y XIX varias zonas de Europa, pero también inmensos territorios del continente americano, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego; y del continente africano; y amplias costas e islas del Pacífico; sin olvidar Filipinas, que también es hispana por cultura aunque ya no hable español. También participó en la misión evangelizadora Portugal, nuestro país hermano de la península ibérica, y todos sus territorios históricos. Esta custodia de Medjugorje diseñada y fabricada por españoles, y transportada providencialmente por el ejército español, es una contribución más a una tarea gigante de siglos.

Todo peregrino en Medjugorje es invitado a adorar, y la Reina de la Paz pide reiteradamente – según afirman los videntes en numerosos mensajes – que se adore la Eucaristía …adorad sin cesar al Santísimo Sacramento del Altar. Yo estoy siempre presente cuando los fieles están en adoración…” (15 de marzo de 1984). Es decir, esta invitación debe ser continuada por los peregrinos en sus países a la vuelta de su peregrinación, también los que proceden de países iberoamericanos.

Deseo que el destello de majestad y belleza que se puede ver y sentir contemplando la Gran Custodia de Medjugorje mientras se adora la Eucaristía, anime en esa misión.

Por Pablo Pedretti

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