Uno de los artistas más famosos de América Latina es el mexicano Emmanuel Acha. Ha destacado por ser un gran compositor y cantante con una trayectoria de más de 40 años, y más de 35 millones de discos vendidos, muchos de los cuales fueron oro y platino. Emanuel ha estado en Medjugorje junto con su esposa Mercedes, por los 40 años de las apariciones. Nos compartió en una amena charla sus vivencias, nos habló del padre Slavko y sobre los frutos más importantes que él ve desde su experiencia personal, entre otras cosas.

 

  1. ¿Emmanuel, cómo y cuándo fue que escuchaste hablar la primera vez de Medjugorje?

La primera vez que escuché hablar de Medjugorje fue en 1984, en una fiesta de un amigo, se me acercó la mamá de este amigo a decirme: “Tengo que hablarte de algo, tengo que hablarte de la Virgen”. Y la verdad no fue muy agradable, porque la fiesta estaba en todo su apogeo, y ya iba a empezar una pelea de gallos. Ahí fue la primera vez que sentí de Medjugorje. Esta señora me llevó a su habitación para mostrarme algo. Entré y lo que sentí fue un olor a rosas, una especie de aroma muy sencillo, muy suave. Le dije que olía rico a rosas, y me llevó al altar donde tenía una rosa que había traído de Medjugorje, y llevaba mucho tiempo en esa casa sin morirse y toda la habitación olía a rosas. Luego yo regresé y como que no dimensioné lo que estaba pasando, lo que me estaba diciendo.

  1. ¿Cuánto tiempo pasó hasta que viniste a Medjugorje? ¿Qué fue lo que más tocó tu corazón?

Vine a Medjugorje 15 años después de esa plática. Amigos míos que eran toreros habían venido, y no una vez, sino varias veces. Un día en una reunión con ellos, algo ocurrió mientras hablaban de Medjugorje. Yo salí de ahí, agarré el teléfono, le hablé a mi esposa y le dije: “Pues mañana nos vamos a Medjugorje”. Y mi esposa me dijo: “¿A dónde?”. Llegamos a Roma y me encontré con unos muy buenos amigos míos que también iban a Medjugorje, y fuimos todos juntos. En Split tomamos una camioneta, y empezamos a rezar, fueron los primeros rosarios que rezamos. Y ahí comenzó, todo un viaje maravilloso con Dios, hasta el día de hoy.

Estacionamos enfrente de la iglesia, y entré en ella. La vi muy sencilla, muy bonita, con la imagen de la Virgen a la derecha. Y atraído por la imagen como si fuera un imán, me fui hacia ahí, me puse de rodillas… y brotaron unas palabras que yo no traía pensado decirlas, y lo que dije fue: “Vengo a consagrarte a mis hijos, porque son tus hijos y nadie los va a cuidar mejor que tu”… Hoy ellos tres, están comprometidos con Dios, con la Virgen, con su creencia católica profundísima.

  1. ¿Cuál es el fruto más grande que ves de Medjugorje?

Pues, la conversión. La conversión desde muchos puntos de vista. La conversión empieza aquí -en Medjugorje- pero luego la conversión tiene que continuar, es un trabajo particular de cada uno donde tienes que descubrir que hacer. Creo que Medjugorje, dentro de lo que son las confesiones, es increíble. El lugar con mayor cantidad de confesiones en el mundo. Y lo que ha logrado la Virgen María a través de todas sus apariciones, en Medjugorje es el cambio continuo del interior, del espíritu y del alma de la gente.

  1. Conociste al padre Slavko ¿Qué te quedó grabado de él?

Me quedó grabado su fuerza, su fortaleza espiritual, su ternura. Cuando lloró conmigo en la confesión. Yo me quedé viéndolo y le dije: “Ay, qué lindo padre”. El padre se dio vuelta y me dijo: “No lloro por ti”, y me dejó frío. Le pregunte: “¿Entonces padre?”. Y me dijo: “Lloro por el dolor que creo que deben de ocasionar nuestros pecados en nuestro Señor”. Y eso para mí fue un momento muy fuerte, salí de ahí totalmente tocado. Descubrí un hombre fuerte espiritualmente hablando, seguramente con mucha ternura interna.

  1. ¿Por qué has venido en este tiempo con tu esposa a Medjugorje?

Tenía muchas ganas de venir aquí con mi esposa, teníamos muchos deseos. Estar con Dios es el alimento más grande para nuestro interior, para nuestro corazón y estar aquí con la Virgen, en estos cuarenta años donde viene por nuestra salvación, para que nosotros estemos cerca de Dios. Vine en agradecimiento a todo lo que me ha dado Dios desde que nací, porque no me ha faltado nada, y siempre ha estado cuidándome.

Hasta aquí las palabras de Emmanuel. Nos queda para destacar su sencillez y frescura al abrir el corazón y compartirnos sus vivencias. Así como Emanuel consagró a sus hijos a la Virgen, podemos nosotros también consagrarle a Jesús, a través de María, nuestra vida, nuestra familia, nuestros trabajos, todo lo que tengamos. De esta manera le estaremos respondiendo a la Gospa con un “Totus Tuus”, que somos todos suyos y todo cuanto tenemos es suyo. Como nos dijo en el mensaje del 25 de marzo de 2021 a través de Marija: “Queridos hijos, también hoy estoy con vosotros para deciros: hijos míos, quien reza no le tiene miedo al futuro y no pierde la esperanza. Vosotros habéis sido elegidos para llevar alegría y paz, porque sois míos”.

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