¿Qué hace al hombre ponerse en camino? ¿Qué lo mueve interiormente a dejar todo atrás e ir al lugar que Dios le ha mostrado? Muchas veces sin mayor certeza y seguridad que la misma invitación del Señor… y tal vez, sin tener en claro qué es lo que le espera al final del viaje. El “ponerse en camino” es reencontrarse una y otra vez con este Dios cercano, amoroso y providente, que da lo necesario para la misión que pide realizar… y esto se puede palpar a cada momento. Es un viaje en fe, creyendo como Pedro al Señor al echar las redes. Todos peregrinamos en esta tierra y nuestro destino como hijos de Dios, es la Jerusalén Celestial. Algunos son llamados a ir a un lugar, una ciudad, un pueblo… Y dejando todo atrás, salen “de aventura con Dios” respondiendo a su invitación. ¿Por qué? ¿Para qué? Nos puede ayudar a responder estas preguntas el testimonio de Carlota, quién de trabajar en una multinacional en España, se “puso en camino” y está en Medjugorje, en su peregrinación a pie a Jerusalén.
A ejemplo de su compatriota Egeria, viajera y escritora hispana, que en el siglo IV viajó desde Galicia a Tierra Santa y cuyas crónicas tuvieron una gran importancia en la ubicación de los lugares santos, Carlota Valenzuela, de 30 años y nativa de Granada, el pasado 2 de enero emprendió la misma aventura que, más que un viaje, es un camino interior lleno de sorpresas de Dios.
¿Cómo surge la idea de “ponerte en camino” a Jerusalén?
La idea de hacer una peregrinación a Jerusalén surge de la oración. Al ponerme en una posición de escucha para entender cuál es la voluntad de Dios en mi vida sentí que me llamaba a hacer una peregrinación a pie a Jerusalén. Esto viene después de un proceso de silencio interior en el que siento cómo Dios me pide que le hiciera más espacio en mi vida. Un día en oración, siento que Dios me pregunta: “¿a quién buscas?” Le contesto que buscó a Jesús. Y me pregunta: “¿dónde vas a ir a buscarlo?”. A lo que yo contesto que a Jerusalén. En ese momento entiendo que, de alguna forma, pone en mi corazón peregrinar a Jerusalén.
¿Podrías contarme como era tu vida antes de este viaje?
Trabajaba en Madrid en el departamento de Recursos Humanos de una multinacional y la verdad que tenía una vida muy divertida que me gustaba muchísimo. Pero cuando sentí que Dios ponía esto en mi corazón estaba tan contenta que no me costó ningún esfuerzo dejar todo. Y lo dejé absolutamente todo y me puse en camino.
Y, tu familia, ¿cómo ha reaccionado?
Al principio fue muy difícil porque surgen muchas dudas, sobre todo por ser chica y es muy curioso porque el hecho de ser chica me ha facilitado esta peregrinación, es decir la gente me acoge en su casa con mucha más facilidad y me presta mucha ayuda también. En mi casa hay muchísima libertad y desde el primer minuto me dijeron que no lo entendían pero que me apoyaban, y ese apoyo para mí fue fundamental. Este ha sido un camino para ellos también y de hecho son como mi “back office”, desde casa me ayudan con todos los mapas, son mi gran apoyo. Tengo un hermano que también está ahí, al pie del cañón, es fabuloso y lo quiero con locura.
¿Qué has descubierto de la experiencia del peregrinar?
Mi mayor aprendizaje en estos meses de caminar y desapegarme de muchas cosas, es lo mucho que Dios me quiere. Y que no debo tener ningún mérito para que me quiera más, sino que ya me quiere de forma perfecta tal y como soy. El sentirme tan querida por Él ha sido para mí el gran descubrimiento de estos 8 meses. Comencé el 2 de enero y me gustaría llegar a Jerusalén en Navidad.
Cuéntanos, ¿cómo encuentras posadas? ¿Lo preparas todo con antelación?
Tengo tres formas de buscar posada. Pues, en las redes sociales cuento cuál va a ser mi itinerario y pido ayuda a la gente para que lo comparta a fin de que me puedan ayudar a encontrar familias que me acojan en distintos lugares. Así que gracias a las redes sociales establezco conexión con mucha gente y mucha gente me escribe y me ofrece su casa o me pone en contacto con alguien. La primera opción y la más habitual, que se da en el 80% de los casos, son familias a las que llego por contactos de amigos de los amigos, o gente que ya me ha acogido me pasa el contacto de su primo, de su vecino, de su compañero de trabajo, que vive en el siguiente pueblo. La segunda opción son las instituciones religiosas. Y la tercera es llamar a puerta fría que lo he hecho muchísimo y me encanta, y entonces cuando llego a un pueblo llamo a la casa y pido que me acojan. Siempre intento buscar símbolos religiosos en las casas. Por ejemplo, las familias que pertenecen al Camino Neocatecumenal suelen tener palmas en su puerta. Pues si veo una palma voy directa a esa casa, si veo un crucifijo, una imagen de la Virgen. Pero también rezo mucho porque Dios les abra el corazón a la gente para cuando yo llamé y siempre funciona.
A lo largo del camino debes haber tenido muchas experiencias de la providencia de Dios. ¿Podrías compartirnos alguna?
La verdad es que cada día es como una lección de generosidad, una lección maravillosa de acogida del amor de Dios. Pero un día, algo muy curioso me pasó en Francia. Estaba andando hacia un pueblo en el que no tenía dónde alojarme y estaba súper preocupada. Me entró el miedo y la inseguridad pensando: y si llego y no encuentro nada, que va a pasar… estaba preocupadísima. Entré como en bucle. Me paré a beber un poco de agua y pasó una pareja de señores mayores paseando que me preguntaron adónde iba con la mochila. Les dije que a Jerusalén. Y me preguntaron si tenía donde quedarme esa noche en su pueblo. Les dije que no tenía nada, a lo que me invitaron a quedarme en su casa. Y me di cuenta de que Dios está todo el rato cuidando de mí y que yo me agobiara era decirle que no me fío de Él. Ese tipo de cosas me sucede mucho a lo largo de los días.
¿Has pensado alguna vez en la vocación religiosa?
Sí, sí. Lo pensé mucho durante una época, hice también discernimiento con las Misioneras de la Caridad, pero creo que Dios no me llama por ese camino, aun así, si ahora decide llamarme, en sus manos estoy y estaría feliz, pero creo que me llama a la vida familiar.
Llevas dos días aquí en Medjugorje, ¿cuáles son tus primeras impresiones?
Para mí, Medjugorje ha sido el descanso en los brazos de la Madre. Yo llegué aquí agotada tanto física como emocionalmente y, al llegar aquí, sentí como que la Virgen me tomaba en sus brazos y me invitaba que descansase aquí con Ella.
Cuando fui al Monte de las Apariciones hacía muchísimo calor, empecé a subir y pensé como me gustaría estar aquí sola y empezó a diluviar. Entonces la gente se bajó del monte y me quedé sola bajo la lluvia y sentí que fue algo maravilloso, un auténtico regalo de la Virgen dejarme disfrutar de eso yo sola. Así que no podía estar más agradecida de estar sola en el Monte de las Apariciones y fue súper bonito.
¿Cuándo sigues el viaje?
Ya mañana me voy. Salí de Galicia y recorrí el norte de España y el sur de Francia. En Italia hice una “U” porque bajé a Roma y estuve con el Papa que fue una experiencia muy bonita. Luego volví a subir, crucé por Eslovenia y ya entré en Croacia por el norte. Al principio en Croacia hice las islas, porque era más difícil hacerlo por el interior. He hecho toda la costa de Croacia, y ahora sigo rumbo a Dubrovnik y de ahí por la costa de Montenegro hacia Grecia. Allí también voy a hacer la costa y mi idea es llegar a Atenas a finales de octubre o principios de noviembre y luego, quiero cruzar por mar, de Atenas a Chipre y de Chipre a Jerusalén.
“Padre, me gustaría que bendijese esta nariz de payaso para que pueda llevar la alegría de Dios al mundo entero” – Carlota Valenzuela
¿Qué esperas encontrar en Jerusalén?
Pues la verdad es que voy con cero expectativas o sea intento ir con la mente muy limpia, lo más limpia posible, para no contaminar el plan de Dios en mi vida. No quiero generar ninguna expectativa que haga de barrera porque lo que yo soy capaz de imaginarme es muy chiquitito y lo que Dios es capaz de darme es mucho más grande. Entonces, simplemente, intento estar abierta a su voluntad que es de lo que va esta peregrinación.
Carlota recorre unos 20 kilómetros diarios y pasa las noches en los pueblos. Cada tramo de su peregrinación la va compartiendo en su cuenta de Instagram, desde la cual podemos seguir todo el recorrido, pero desde donde también podemos ayudarla a encontrar posada, y ser también nosotros manos extendidas de la providencia con la que Dios la asiste en su viaje a pie. Carlota ha dicho que sí y se ha puesto en camino. Tal vez Dios también nos esté llamando a nosotros a algo más. Carlota nos muestra la punta del ovillo que debemos seguir: “oración y silencio interior” para poder escuchar la voz de Dios. A esto nos invita la Reina de la Paz en tantos mensajes, a orar, y en la oración descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida.