Hace minutos acaba de celebrarse la santa Misa inaugural del 33º Festival de Jóvenes -Mladifest- en Medjugorje. La misma fue presidida por el Cardenal de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Juan José Omella, y concelebrada por 9 obispos y 483 sacerdotes de distintos países.

En un clima de amor y alegría, que se podía ver en los rostros de los miles y miles de jóvenes venidos de todas partes del mundo, se vivió la fiesta de la Eucaristía -que como sucede siempre en Medjugorje- es el momento central y el culmen de cada día.

En su homilía, Mons. Omella, resaltó cuatro partes importantes, sobre las que reflexionó: “Vengo de un país mariano”; “Empieza una semana única, dejaos llevar…”; “Necesitamos retirarnos y tomar distancia del mundanal ruido” y “La Eucaristía es la fuente de este amor y la fuerza para la misión”.

Recordemos lo esencial de cada punto del que nos habló a todos -sí, a todos- porque, aunque se dirigió especialmente a los jóvenes, cuando alguien habla de parte de Dios, sus palabras tocan y ayudan a transformar los corazones de todos los que escuchan.

Vengo de un país mariano

Comenzó contándonos de sus orígenes, que nació en un pequeño pueblo muy cerca de Zaragoza, donde está la Basílica de la Virgen del Pilar, lugar en el que se conmemora la primera aparición de la Virgen María reconocida por la Iglesia. Nos contó que España es un país profundamente mariano, al que san Juan Pablo II se refirió como “Tierra de María Santísima”. De como María se apareció en carne mortal al apóstol Santiago -el mismo que es el Patrono de los Peregrinos y le da su nombre a la iglesia de Medjugorje- y eso lo reconfortó y recuperó las fuerzas para continuar su camino de evangelización. A lo que agregó: “Queridos jóvenes, es impresionante todo lo que la Virgen María está dispuesta a hacer para llevarnos al encuentro con su Hijo y Hermano nuestro, Jesucristo”.

Empieza una semana única, dejaos llevar…

Comenzó preguntando y preguntándose: ¿por qué he venido a este rincón de Europa? A lo que respondió: “si estáis aquí es porque Jesús y María lo han querido. Empieza una semana única, dejaos llevar y guiar por Santa María, nuestra Madre”.

Se refirió a lo preciosa que es la vida, y que merece ser vivida con intensidad, a pesar de las luchas y combates, nuestra vida es un camino de conversión continua, en la que no vamos solos, que Jesús y María caminan con nosotros y nos ayudan.

Haciendo referencia a los yugos y ataduras que nos roban la paz y la alegría, añadió: “Iniciamos una semana en la que la oración, la confesión, la escucha de la Palabra de Dios, el ayuno y sobre todo la Eucaristía, nos irán liberando de los yugos que nos oprimen y apartan del camino de autenticidad y libertad que nos propone Jesucristo”.

Luego meditando sobre la primera lectura dijo que solo Dios nos puede librar de los pesos y problemas que nos oprimen, invitando a los jóvenes a reconciliarse con Dios aquí en Medjugorje, que es el confesionario del mundo.

Nuestra bandera no es el temor, sino que lo son el amor y la alegría. Esta es la verdad que contiene el lema escogido para el Festival de Jóvenes que hoy iniciamos: Aprended de mí y encontraréis vuestra paz”.

Necesitamos retirarnos y tomar distancia del mundanal ruido

Esta va a ser una semana única, no la dejéis pasar. Vais a vivir una semana especial de ejercicios espirituales en compañía de María. Acabamos de escuchar en el Evangelio que Jesús también necesitaba momentos para retirarse del alboroto de la gente, de la acción misionera”.

Luego habló sobre la necesidad de parar y recogernos en la presencia amorosa de Dios, como Jesús también lo necesitaba y hacía. Por eso, invitó a todos los jóvenes, a aprovechar intensamente los momentos de oración personal y comunitaria que habrá durante el Mladifest.

Destacó dos frases que Jesús nos dice siempre e hizo dos preguntas: Te amo y te necesito. Te amo con un inmenso amor capaz de dar la vida por ti, de cambiar el odio en amor y derribar la muerte con la resurrección y la Vida Eterna. ¿Aceptas este regalo, lo quieres de verdad? Te necesito para llevar este amor a los confines del mundo. Necesito que seas mi voz, mis manos, mis brazos, mi rostro en medio del mundo. ¿Te atreves a vivir esa gran aventura que Dios te propone?”.

La Eucaristía es la fuente de este amor y la fuerza para la misión

Reflexionando sobre el Evangelio, que habla sobre la multiplicación de los panes y los peces, nos dijo que Jesús anticipa el misterio de la Eucaristía. “La Eucaristía que estamos celebrando es la más grande manifestación del inmenso Amor de Dios por cada uno de nosotros.Dios nos ama y nos acoge como hijos. No debemos tenerle miedo, sino simplemente amarle y dejarnos amar por Él”.

Aquí y ahora, Cristo resucitado se hace presente entre nosotros y nos regala el alimento de su Palabra, el alimento de su Vida y de su Amor que recibimos en la comunión Eucarística”.

Nos recordó que “san Pablo VI decía que la gran familia de la Iglesia existe para evangelizar, y que san Juan Pablo II nos invitaba a una nueva evangelización. Que el Papa Francisco nos llama de manera insistente a la misión, a salir al mundo para anunciar el evangelio con alegría”. Y que no olvidáramos el consejo que nos daba el papa Benedicto XVI para evitar caer en el desánimo y el cansancio evangelizador “que emerge precisamente cuando solo hemos pensado en las acciones externas y casi hemos olvidado que toda esa acción debe alimentarse con un centro más profundo, que es la Eucaristía”.

“Estos días en Medjugorje, la Eucaristía va a ser el lugar central para el encuentro con Dios Padre, con Jesucristo y el Espíritu Santo, para el encuentro con María, san José, los ángeles y todos los santos, para el encuentro con nuestros hermanos y hermanas difuntos. Todo lo que vivamos en esta semana nos va a ayudar a recentrar toda nuestra existencia en el encuentro con la Santísima Trinidad en la celebración de la Eucaristía”.

Sobre el final de su hermosa y profunda homilía, Mons. Juan José Omella hizo una invitación a los jóvenes, y a todos nosotros: “Jesús está ahora y aquí entre nosotros. Él está aquí, nos escucha y nos dice: ‘Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo’”.

Para culminar, nos pidió cerrar los ojos y dejarnos mirar por Dios con ternura, dejar a Dios acercarse a nuestra alma: “Pídele al Espíritu Santo que abra las puertas de tu corazón y que Jesucristo, el Hijo de Dios, entre y te transforme. -Dile- Aquí estoy, Señor, entra y quédate en mi corazón. Haz que mi vida sea camino de santidad y cuenta conmigo para hacer el bien y ayudar a transformar el mundo.

Santa María, Reina de la Paz, ruega por nosotros y por el mundo entero. Amén”.

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