Medjugorje es un gran regalo para estos tiempos. La Virgen viene a traernos un poco de paz a nuestros corazones heridos. Pero no nos olvidemos que también es un pedido de paz para que se acaben las guerras en el mundo entero.

Mientras los poderosos de este mundo están en guerra, la Virgen viene a ayudarnos con la guerra que hay en nuestros corazones. Por eso, en este último mensaje, nos dice “yo estoy con ustedes y estamos orando juntos”. Ella siempre está a nuestro lado, nunca nos deja solos. Ella es incondicional, su amor maternal prevalece sobre todo lo malo que nosotros podemos llegar a hacer y no se cansa nunca de buscarnos para pedirnos que volvamos de nuevo al camino, que retornemos al amor que nos da su Hijo Jesús.

En muchas ocasiones, leyendo los mensajes de Nuestra Madre, se me pone la “piel de gallina” al ver la ternura y el amor que hay en ellos. Nos dice “Hijitos, ayúdenme con la oración para que Satanás no prevalezca. Su poder de muerte, odio y miedo ha visitado la tierra”.

Ella viene a pedirnos ayuda, nos pide que recemos junto a ella, ¿Por qué lo hace? Porque quiere que Satanás no prevalezca sobre nosotros, sobre nuestras familias y sobre el mundo. En estos días en que ha estallado la guerra el demonio está sembrando muerte, odio y miedo. Nosotros podemos orar junto a ella para pedir el fin de la guerra. ¿Cómo lo podemos hacer? Del modo que ella lo pide, en el mensaje del 25 de enero de 2001 dice lo siguiente: “Les repito una vez más: sólo con la oración y el ayuno hasta las guerras pueden ser detenidas”.

Recordemos que nos podemos unir a las intenciones de Nuestra Madre, podemos rezar el Santo Rosario por sus intenciones, ofrecer el ayuno por sus intenciones. Desde mi experiencia muchas veces he pensado en que la Virgen ve una totalidad que yo, como ser humano limitado, no puedo ver y confió plenamente en que sus intenciones son mucho más importantes que las mías. Por este motivo no dejo de rezar cada Rosario y ofrecer cada ayuno por sus intenciones, para que se lleve adelante el plan que tiene Dios para la humanidad a través de nuestra tierna madre.

 

Padre Marcelo Marciano

 

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