Andrea Cunningham vino con su familia (esposo y cinco hijos) desde Irlanda del Norte. Fue una de las muchas peregrinas que conocimos y que tuvimos la ocasión de entrevistar. Esta es su quinta visita. Considera que Medjugorje es, sin lugar a dudas, un lugar especial y sigue viniendo porque es donde se siente realmente en casa. "Este es, sin duda alguna, un lugar especial. Me enteré de las apariciones a principios de los 90 y vine por primera vez en 1994, recién casada. ¿Cómo me ayuda Medjugorje? Cuida mi relación con Dios, fortalece y renueva mi fe, me da fuerzas. Considero que es muy fácil llegar a formar parte de la vida agitada, del estrés de cada día… También nos distraemos mucho con otras cosas, y cuando vienes a un sitio como Medjugorje, implica la vuelta a la naturaleza, volver a la relación personal con Dios", declaraba Andrea, quien considera que los jóvenes siempre están buscando algo, y que en realidad lo que buscan es a Dios. "Es fantástico ver a tantos jóvenes por aquí dando paseos y rezando el Rosario de una manera tan natural, ya que es más fácil para ellos hacerlo aquí que de vuelta en casa. Es difícil actuar así en casa ya que existe la opinión generalizada de que algo le pasa a la gente que reza y no hace otro tipo de cosas. No sé lo que sucederá en el futuro. Sólo puedo decir que Medjugorje es un pedacito de cielo en esta tierra, y que es lo que deseamos ardientemente, ya seamos o no conscientes de ello. Aspiramos a ello, y aquí tienes la sensación de que es posible conseguirlo."

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