Mons. Domenico Pecile, obispo emérito de Latina, actualmente vicario de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma, fue de peregrinación privada a Medjugorje en agosto de 2005. Fue ordenado obispo en 1984 y emérito en 1998. Este es su testimonio:

“La primera vez que oí hablar de Medjugorje fue al inicio de las apariciones de la Virgen. Desde el principio me interesaron positivamente estos acontecimientos. En general respeto este tipo de eventos, mi actitud personal siempre es venir y ver personalmente, observar el acontecimiento. De esta forma, algunos años después del inicio de las apariciones en Medjugorje, vine aquí con otras dos personas. Concelebré junto con los otros sacerdotes, como uno de ellos. Esta primera visita a Medjugorje quedó grabada en mi corazón. Algo en mi interior me decía que era imposible que estos acontecimientos no fueran auténticos. Hace dos años tuve la oportunidad de volver…

En la historia de la Iglesia la Virgen ha intervenido muchas veces porque ama mucho a todos los hombres…, y porque Dios mismo nos la ha enviado para recordarnos Su Amor. Especialmente en mi segunda visita, hace dos años, sentí profundamente dentro de mí precisamente esto: ¡el amor de Dios! Jesucristo es quien nos envía a la Virgen. Jesús, que Ella llama su Hijo. A veces me gustaría decirle al Señor: “Señor, ¡ven tú mismo con nosotros!” Pero Él nos envía a la Virgen. De alguna forma estamos más abiertos y preparados para acogerla a Ella. Nos sentimos más cercanos a Ella, porque Ella no es solo nuestra Madre, sino también nuestra Hermana. A raíz de mi responsabilidad… como obispo de la Iglesia Católica, vine personalmente para ver si este acontecimiento era real, si era aceptable. Desde la primera vez que vine a Medjugorje, estoy convencido de que estos eventos son auténticos.

Medjugorje es una realidad. Yo lo veo como un lugar que ha recibido un gran regalo. La Virgen se aparece aquí como lo ha hecho en tantos otros lugares, y posiblemente en un futuro también se aparecerá en otros sitios. No es extraño o misterioso que la Virgen se aparezca. Ella siempre se aparece para ayudarnos a volver a Dios. En este caso, aquí en Medjugorje, la Virgen se aparece de una forma muy potente, de un modo especial, diferente de otras apariciones suyas. Es imposible no ver aquí a Dios Nuestro Señor. ¡Imposible! He venido aquí para rezar a la Virgen, para sentir su presencia, no solo porque lo necesito, sino porque esto me da consuelo en mi camino, fuerza para continuar, me da una razón más para caminar, con la convicción de que Dios nos ama verdaderamente a todos nosotros.

Poco a poco he ido conociendo a todos los videntes. Mi opinión es que estas personas han recibido un don muy grande pero no alardean. Son sencillos, personas normales, como cualquier otra. Es necesario hablar con ellos para entender que han recibido una gracia especial, y esto me gusta mucho. Cuando vine por primera vez a Medjugorje conocí a Jakov, el más joven de ellos. Hablé con él en el jardín junto a su casa. Vi a un joven sencillo, le hice algunas preguntas y me respondió. Cualquiera podría decir, seguramente, que no tenía estudios superiores, en cambio yo vi lo contrario: fue muy preciso en sus respuestas, confesando su fe y custodiando en su corazón el regalo que ha recibido, sin presumir de ninguna forma. He tenido la misma impresión cada vez que he conocido a cualquiera de los demás videntes. Hablan con una gran claridad. Tienen grandes dones en sus corazones. Para nosotros es imposible siquiera imaginar qué es lo que guardan en sus corazones, en sus vidas, y cómo lo viven de forma tan sencilla. En mi opinión, precisamente esto es lo más fuerte. Tengo la impresión de que Dios quiere que cumplan la misión que les ha pedido, sin alardear exteriormente. Ellos son nuestros hermanos, personas como cada uno de nosotros y no presumen del don especial que Dios les ha dado a ellos. Sencillamente se sienten portadores de un mensaje, un mensaje que incluso ellos necesitan. Así es como lo veo.

En otros lugares de peregrinación donde la Virgen se ha aparecido, ha habido algunos milagros y esto es maravilloso. Pero aquí, desde hace mucho tiempo, la Virgen está dando mensajes, nos sigue hablando. Diría que aquí la Virgen continúa hablando a todos los hombres… No lo hace desde el púlpito sino como una Madre. Aquellos que quieren escuchar y obedecer, escuchan; los que no quieren escuchar, no escuchan. La Virgen aquí todavía nos habla. Pienso que esto es así porque el tiempo en el que estamos viviendo es potente e importante como ningún otro tiempo antes. En este tiempo la Virgen nos observa como Madre, mira nuestra realidad… y viene para ayudarnos a pensar de nuevo sobre nuestra forma de vida en el mundo en el que vivimos.

Cuando leemos los mensajes podemos discernir si nos pueden ayudar, si están en armonía con las enseñanzas de la Iglesia Católica. ¡Ahora esto es perfecto! Los mensajes son simples, para que todo el mundo pueda entenderlos y están perfectamente de acuerdo con la verdad del Evangelio y de las enseñanzas de la Iglesia.

Los peregrinos que van a Medjugorje no van de visita, sino a encontrarse con la Virgen que les habla a través de sus mensajes. La Virgen les habla al corazón si ellos están abiertos a escucharla en la oración. Si aquí vienes a rezar, vienes a estar en silencio e intentas entender tu vida, si rezas y profundizas en tu vida cristiana, sucede algo grande y bueno para la humanidad.

Durante esos días estuve muy feliz y glorificaba a Dios. Disfruté especialmente escuchando las confesiones. En Medjugorje, escuchar las confesiones es una experiencia extraordinaria. Aquí está sucediendo algo muy especial, distinto de cualquier otro lugar. Los penitentes son conscientes de sus pecados. Son conscientes del hecho de que el pecado es el verdadero mal del mundo y no es fácil llegar a comprenderlo. Este es uno de los frutos más preciosos de Medjugorje.

En las celebraciones eucarísticas vi algo extraordinario: los peregrinos estaban atentos, concentrados, incluso si la Santa Misa se celebraba en las salas de conferencias. Nada les distraía, experimentaban algo muy profundo dentro de ellos. La presencia del misterio aquí se puede percibir incluso casi en el aire. En otros lugares los fieles también van a la Iglesia, pero se les ve distraídos. ¡Aquí no! Aquí están atentos. En todas las Iglesias del mundo debería ser como en Medjugorje.

Estuve en una aparición con Ivan. ¿Cómo explicar esto? No es fácil. No sé. Le dije a la Virgen: “¡Tú estás aquí y para mi es suficiente!”

 

Fuente: http://www.medjugorje.ws/it/articles/testimony-domenico-pecile/

Traducción a cargo del equipo de www.virgendemedjugorje.org

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