Señor Jesucristo, nos hemos reunido alrededor de Ti, nuestro Maestro. En los Evangelios, muchas veces leemos que Tú estabas solo con tus discípulos, cómo les enseñabas y explicabas varias cosas.

Y, aunque ellos te seguían y pasaron mucho tiempo contigo, tus discípulos muchas veces no te entendían, muchas veces miraban con los ojos humanos,  y muchas veces, buscaban sus propios intereses.

Uno de tus discípulos te ha traicionado, y te ha vendido por treinta monedas.

Señor Jesucristo, haz que siempre te entendamos a Ti y tus planes.

 

Señor Jesucristo, nosotros también muchas veces nos comportamos como tus discípulos, aunque pasamos tiempo Contigo en la oración.

Muchas veces no te entendemos ni comprendemos, no entendemos tus planes con nosotros.

Muchas veces miramos y buscamos nuestros propios intereses,  en lugar de buscar Tu Voluntad, Señor.

Muchas veces te negamos delante de los demás, como Pedro. Tenemos vergüenza porque creemos en Ti y porque somos discípulos tuyos.

Muchas veces te traicionamos, te vendemos como Judas, pero más que cualquier otra cosa, te ofendemos con  nuestros pecados Señor.

 

Señor Jesucristo,  necesitamos  Tu ayuda y Tu Gracia, necesitamos Tu Luz: Luz de la mañana de la Resurrección.

Que esa Luz, siempre nos ilumine para que podamos caminar por este mundo,  que podamos siempre mirarte a Ti y buscarte a Ti, para que a través de Ti, podamos mirar a todos los hombres y todas las cosas,  sólo entonces, iluminados por la Luz de la Resurrección,  vamos a descubrir la novedad de la vida que Tú nos das: la novedad que llena nuestras vidas.

Señor Jesús,  mientras caminamos hacia esa novedad,  hacia nuestra resurrección,  concédenos la salud, la salud del alma y del cuerpo, para que  podamos caminar firmemente en este valle de lágrimas.  ¡Quédate con nosotros  Señor!

Que a todos vosotros y aquellos porque quienes habéis rezado esta noche, bendiga Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

 

Fra. Renato Galić

Compartir: