Jesús,  te adoramos. La Madre María, nos invita a adorarte con el corazón,  por eso, primeramente te pedimos, despierta nuestros corazones,  vivifica nuestros corazones.

Tú dices, donde  está tu tesoro, ahí está tu corazón.  Jesús, muchas veces mi tesoro está en las cosas materiales,  en muchas cosas  a las que me dedico. Mi corazón está dirigido hacia las cosas, eso es comprensible hasta un cierto punto, pero si mi corazón está completamente vuelto hacia las cosas, muy a menudo se vuelve prisionero,  ciego.

Por eso Señor, despierta mi corazón para que comprenda que Tú eres  el Tesoro,  que Tú eres mi mayor tesoro, que Tú eres el Tesoro que no pasa, el Tesoro que no puede perecer, y la preocupación  sobre ese tesoro, es lo único necesario,  lo que Tú dices a Marta: “sólo una cosa es necesaria”

Señor, ábreme los ojos para Ti. Tú eres el verdadero Tesoro, vuelve mi corazón hacia Ti, para que mi mirada, mi corazón,  mis pensamientos,  todo, ahora esté dirigido hacia Ti, Oh Jesús.

Jesús,  Tú eres mi Tesoro.

 

Jesús,  la Madre María nos invita a la conversión personal, esa es Tu llamada: “el Reino de los Cielos está cerca, convertíos y creed en el Evangelio “. Nosotros muchas veces queremos que los demás se conviertan,  que los demás cambien, criticamos a los demás; tan fácilmente encontramos sus debilidades y hablamos de sus debilidades.

Sí, la conversión personal, individual,  yo necesito la conversión.  Señor despierta en mi el deseo de convertirme,  que sienta el deseo de convertirme para que comprenda que estoy lejos de Ti, que todavía estoy muy lejos de Ti. Por el nombre, soy cristiano; por tu Espíritu, estoy lejos de Ti.

Cómo miras Tú y cómo miro yo, es una gran diferencia. Señor, despierta en mi  el deseo  y la necesidad de convertirme, para que me decida volver a Ti, para que me decida acercarme a Ti.

Qué grande es la necesidad,  mi necesidad de convertirme, en mis reflexiones,  en mi forma de ver, en mis acciones,  en mis palabras,  en mis posturas,  en mis juicios,  en las costumbres.

Sigamos pidiéndole al Señor para que despierte en nosotros la necesidad y el deseo denla conversión personal.

 

Jesús, Tu Madre nos invita: orad en la soledad del Espíritu Santo para que fortalezca vuestra fe y confianza en Dios,  en la soledad, a solas.

Jesús, Tú también orabas en lugares aislados,  te retirabas a la soledad para estar solo con Tu Padre. A  nosotros también nos invitas a entrar en nuestra habitación.  Dejemos,  soltemos todo lo demás, estemos con el Padre Celestial que ve a lo escondido.

Que nos abramos a Su Mirada, que le permitamos que hable a nuestro corazón.  La Mirada del Padre Celestial,  yo conozco quien soy; qué bello es estar ante esa Mirada, ser  conscientes de esa mirada, de esa mirada que me ama, que me dice: “tú eres Mi hijo, tú eres Mi hija, te amo”.

Pidamos al Espíritu Santo: ven Espíritu Santo,  fortalece mi fe y confianza  en Dios para que mi fe sea más fuerte,  para que crea que Dios me ama, crea  que Dios es el Padre misericordioso; fortaléceme para que me entregue en las Manos del Padre.

Sigamos orando para que el Espíritu Santo fortalezca nuestra fe y la confianza en Dios.

 

FR. MARINKO ŠAKOTA

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