“En varios lugares del Nuevo Testamento encontramos el texto que habla del perdón de los pecados y la retención de los pecados. Si abrimos el Evangelio según San Juan, allí al final, inmediatamente después de la Resurrección, encontraremos el texto que habla de Jesús, que el primer día de la semana, es decir, el día que sucedió la Resurrección, vino a sus discípulos, los saludó con el “Shalom”, y entonces -dice Juan- sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23), son las palabras con las que fray Ante Vučković comenzó su meditación, explicándonos que “tenemos dos maneras de lidiar con las faltas de otras personas, con sus pecados”.

“Podemos perdonarlos y podemos retenerlos. Por supuesto, sabemos que esto también atañe a un sacramento muy importante, la confesión. Pero, tal vez, también podemos aplicarlo sobre lo que los seres humanos hacemos en nuestras relaciones cotidianas, independientemente de si nos concierne impartir la absolución en la confesión, en el caso de que seamos sacerdotes, o si somos los fieles que confían en la Palabra de Dios que nos ha sido dirigida”, dijo fray Ante añadiendo que “esta palabra sucedió en el momento en que los discípulos de Jesús estuvieron encerrados”.

“Se encerraron por el miedo. El miedo les pudo. Era un miedo a que se les acusara de que pertenecían al que fue asesinado. También era el miedo por el cuerpo desaparecido que inquietó a María Magdalena esa mañana. Era el miedo de la tumba vacía, así que estaban encerrados. Es el simbolismo de un alma cerrada, que no tiene alegría, que no sabe por qué vivir, que no tiene misión, que se encuentra en un mundo que se parece a la tumba. Es muy interesante que esta descripción de los hombres vivos que se encerraron será destruida por aquel que salió de la tumba y cuya tumba permaneció vacía. Jesús entra en ese mundo cerrado de sus discípulos y abre ese mundo cerrado desde dentro. Les mostrará su costado, les mostrará sus llagas, les mostrará sus manos y les saludará con la palabra “Shalom”. Fue crucificado, fue asesinado, pero resucitó. Los discípulos se alegrarán. Para ellos, el encuentro con el Resucitado será el momento en que entenderán la transformación, cuando entenderán que algo importante les ha sucedido precisamente porque el Maestro ha experimentado la mayor transformación posible. Y entonces este momento en que Jesús sopla sobre ellos. Esto recuerda al aliento con el que Dios le dio al primer hombre el aliento de vida, le insufló su aliento y el hombre se convirtió en “ser vivo”, dice el libro del Génesis (Génesis 2, 7b). Este es un nuevo aliento, esta es una nueva criatura, porque Jesús resucitado es una nueva criatura, con él comienza la nueva creación. Al mismo tiempo, este aliento es el Espíritu de Dios, así que ellos reciben el Espíritu Santo para poder perdonar los pecados”, explica fray Ante Vučković, que sigue hablando sobre el perdón de los pecados, de la culpa, con las palabras de Jesús: “la verdad os librará” (Jn 8, 32).

Destaca que este texto, que habla de la venida de Jesús a los discípulos, es muy importante.

“Encontrarse con el Resucitado. Dejar que él nos quite la culpa. Confiar en él. Perdonar a los demás”, dijo fray Ante Vučković hablando de nuestra vida diaria y de cuando encontramos a “las personas que se atan los unos a los otros con la culpa, sentimos que la vida está atada ahí, que la gente está como atrapada”.

“Ahí, la esclavitud es espiritual, y se ve en todos los campos de su vida. Pero cuando conocemos a un solo hombre que ha sido liberado de la culpa, nos damos cuenta de que es capaz de librar a los demás también. Podemos dejar ir a los demás de nuestra vida a pesar de que nos hayan ofendido gravemente y hacerles libres. Sólo aquel que ha quedado libre de la culpa puede librar a los demás.   Este importante encuentro con el Resucitado, con Dios vivo que con su aliento nos da la capacidad de perdonar y no tener que atar a nadie, nos muestra lo que está en nuestra capacidad humana, en nuestras palabras, en nuestros gestos, en nuestras relaciones. Tal vez sea posible, desde el encuentro con la Palabra de Dios y con Su misericordia que nos muestra en sus sacramentos, experimentar el poder de librarnos los unos a los otros de nuestros apegos, de nuestras culpas, quitándonos así las cargas los unos de los otros”, concluyó fray Ante Vučković.

Toda la meditación cuaresmal de fray Ante Vučković, acompañada por el coral gregoriano interpretado por fray Zvonimir Pavičić, se puede encontrar AQUÍ.

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