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Meditación cuaresmal de Fr. Marinko Sakota: “El ayuno”

Duración: 00:21:59

En el tiempo de Cuaresma, la Parroquia de Medjugorje y el Centro Informativo Mir Medjugorje, prepararán unas meditaciones para los días miércoles.

Las meditaciones las emitiremos por la tarde, después del programa vespertino de oración en directo, mediante los canales de You Tube y Facebook, y también en el programa de radio.

Tendrán una duración de media hora y estarán preparadas por fray Marinko Šakota, fray Stanko Mabić y fray Ante Vučković.

La primera, sobre el ayuno fue dirigida por el padre Marinko Šakota y la podeís ver AQUÍ.

 

AYUNO

El ayuno es una de las primeras y más importantes invitaciones de la Virgen en Medjugorje.

La invitación al ayuno se puede observar al mismo comienzo de la Biblia, en el libro del Génesis: “¡Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás!” (Gén 2,16), pero también en otros libros bíblicos. Los profetas, Jesús y las primeras comunidades cristianas ayunaban también. La práctica del ayuno estuvo presente a lo largo de la historia del cristianismo hasta que casi se perdió en el siglo XX.

Un sacerdote le dijo a fray Slavko Barbarić: “Aquí (en Medjugorje) me di cuenta de que en 30 años de predicación nunca había hablado al pueblo acerca del ayuno, por ejemplo, para explicar el por qué, cómo, cuándo, sus peligros y ventajas. Por supuesto, mencionaba el ayuno, al menos en la Cuaresma. Ahora cuando leo la Sagrada Escritura, me pregunto cómo fue posible no ver este mensaje cuando está en casi todas las páginas. Jesús ayunaba, hablaba del ayuno, dijo que los suyos también ayunarían. E igual que esto fue posible, me pregunto a mí mismo, y temo que haya muchos más mensajes esperando a que yo me convierta para ser descubiertos”.

¿Qué es el ayuno? El ayuno no es una dieta. Mientras que la dieta se centra únicamente en el cuerpo, en el sentido cristiano del ayuno, el enfoque está en el interior y la transformación del corazón.

El ayuno es un acto de humildad ante Dios y una expresión sumisa de nuestra necesidad de conversión del pecado y del egoísmo para amar a Dios sobre todas las cosas, al prójimo y a nosotros mismos. Su objetivo es transformar todo nuestro ser, cuerpo, alma y espíritu. Está necesariamente acompañado de la oración y la realización de obras de misericordia.

El ayuno es un acto por el que me examino a mí mismo para ver con qué me alimento, y de qué vivo…

CÓMO AYUNAR

Las invitaciones de la Virgen muestran una llamada al crecimiento. Los videntes una vez le preguntaron a la Virgen cuál era el mejor ayuno. La respuesta de la Virgen fue: “El mejor ayuno es a base de pan y agua”. (21.7.1981)

En otra ocasión, la Virgen pidió el ayuno “estricto” (14.8.1984)

“Por eso os invito a todos, queridos hijos, a orar y ayunar aún con más fuerza. (25.8.1991)

Y entonces la Virgen pide un crecimiento en el ayuno, para poder experimentar el ayuno desde dentro. La Virgen quiere que los fieles no sólo ayunen externamente, sino que ese sea un acto interior. Por eso nos invita: “Ayunad con el corazón”.

“Hoy os invito a comenzar a ayunar con el corazón. Hay muchas personas que ayunan, pero sólo porque todos los demás lo hacen. Y se ha convertido en una costumbre que nadie quiere abandonar. Pido a la parroquia que ayune en acción de gracias porque Dios me ha permitido permanecer tanto tiempo en esta parroquia. ¡Queridos hijos, ayunad y orad con el corazón!” (20.9.1984)

Así que hay dos maneras de ayunar:

a) ayunar desde la costumbre, y
b) ayunar con el corazón

El ayuno es un proceso que va desde la costumbre hacia el corazón.

Desde el exterior hacia el interior.

No sólo permanecer en el exterior, sino entrar en el interior, en el corazón.

“Pues bien, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos. Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, que se arrepiente del castigo.” (Joel 2,12-13)

El ayuno no es una obra meritoria ante Dios.

Recordemos al fariseo que ora en el Templo y ayuna dos veces por semana. Jesús dice que su oración y ayuno no tienen valor ante Dios. El ayuno no es una obra meritoria ante Dios. No nos hacemos cada vez mejores y más grandes a los ojos de Dios ayunando. Todo lo que le importa a Dios es lo que sucede en nosotros a través del ayuno.

A veces presumimos delante de los demás que ayunamos. Hacemos hincapié en que ayunamos para que los demás lo escuchen.  ¿Por qué Jesús está en contra de que la gente sepa que estamos ayunando?

Porque no ayunamos para gustar y agradar a los demás.

Podemos usar incluso el ayuno para alimentar y fortalecer nuestro ego, y en realidad deberíamos ir a la dirección opuesta: ir debilitando el ego y librándonos de él.

¿CUANDO AYUNAR?

La Reina de la Paz invita al ayuno dos días por semana: miércoles y viernes.

VIVIR CON PAN Y AGUA

¡El ayuno no es sólo renunciar a algo! El ayuno es vivir con pan y agua. Los días de ayuno vivo con pan y agua.  Esa es el alimento del que vivo.

La regla es: beber pan y comer agua

Nunca comas una rebanada entera de pan, sino ve partiéndola. Come pan lentamente y mastícalo muchas veces hasta que se convierta en líquido.

Bebe agua en pequeños sorbos…

Así que el énfasis está en gustar el pan y el agua.

Podemos convertir este acto de comer pan y agua en una oración: Jesús, gracias… Jesús, tú eres el pan de vida…

DIMENSIÓN CORPORAL DEL AYUNO

El ayuno, como lo entiende el cristianismo, concierne a todo el hombre: “cuerpo, alma y espíritu”. Es un proceso que comienza desde el exterior, pero no se detiene allí. Su objetivo es cambiar el corazón y profundizar la relación con Dios.

Sobre el cuerpo, el ayuno actúa como una corrección de la forma incorrecta de comer y alimentarse. Dado que muchas personas comen un tercio más de lo que necesitan, en el ayuno uno descubre el exceso de peso con el que carga su organismo. Por este exceso, sufre principalmente el corazón, pero también otros órganos, y por lo tanto se reducen las defensas del cuerpo contra las enfermedades. “Esto le sucede a cualquiera que coma rápido, porque no se puede dar cuenta de cuánto necesita su organismo. Por lo tanto, se pierde la conexión entre el organismo que da señales cuando está harto de comer y beber, y una respuesta consciente que da el cerebro. Eso es devastador para cualquier organismo.” (Fray Slavko Barbarić)

Debido al comer rápido y a otras razones, muchas personas torturan su cuerpo, porque no lo escuchan cuando les dice: ¡Basta! Es por eso que fray Slavko concluye: “Así que si no escuchamos a nuestro propio cuerpo cuando nos pasamos con la comida, ¿cómo podremos escuchar a otra persona?”

Con esto no se pretende decir que la gente gorda es mala y la gente delgada es buena o que la obesidad es un obstáculo para la santidad. ¡Al contrario! En la lista de santos, a menudo nos encontramos con personas obesas.

Cuentan que los hermanos en un monasterio dominico cortaron la mesa para que un hermano pudiera sentarse a comer, porque estaba muy gordo.  Y se trataba ni más ni menos que del gran Santo Tomas de Aquino.

Pero a pesar de la bondad de los gorditos, uno tiene que cuidar del cuerpo que el Creador nos ha conferido, y el ayuno es una de las maneras de cuidarlo.  Además de que uno se libra del exceso de peso, el ayuno también es la higiene del cuerpo, ya que limpia el cuerpo de las impurezas acumuladas por la ingesta de alimentos. Los chinos tienen un dicho: “¡Un cuarto de comida para tu cuerpo, tres cuartos para el médico!” Es por eso que la sabiduría popular ha redactado el siguiente pensamiento: “Que el alimento sea tu medicina, y no las medicinas tu alimento.”

Esta claro, que el cuerpo y el alma están conectados, uno influye en el otro, por lo que debemos cuidarnos no sólo de los alimentos que introducimos en el cuerpo, sino también del estado del alma. Cuando uno de nuestros frailes celebraba su 106º cumpleaños, alguien le pregunto qué es lo que comía para llegar a una vejez tan avanzada. A eso, él respondió: “No es lo que comes lo que importa, sino lo que te come a ti”.

El sentido del ayuno no está en dejar de comer y beber. La renuncia es sólo el principio, y el significado radica en cambiar el interior. San Juan Crisóstomo ya nos había advertido: “Que nuestra lengua ayune de palabras dañinas y feas, pues de que nos sirve, si por un lado evitamos comer el pollo o el pescado, mientras por el otro devoramos a nuestros hermanos”.

Josef Ratzinger (más tarde Papa Benedicto XVI) escribió sobre los motivos egoístas que pueden infiltrarse en el ayuno: “Es cierto que hoy se ayuna de diferentes maneras, por razones médicas, estéticas u otras. Y eso está bien. Pero un ayuno así no es suficiente para la persona humana. Porque la meta de un ayuno así siempre sigue siendo el propio “yo”. No libera a un hombre de sí mismo, sino que está ahí sola y únicamente para él.”

En el ayuno, debemos tener cuidado de no permanecer sólo en el exterior para que no nos desviemos en la dirección equivocada. Como ejemplo del hombre cuyo ayuno se ha convertido en un propósito en sí, Jesús pone al fariseo que oró en el Templo. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. (Lc 18,11-12)

Por lo tanto, si alguien se queda sólo a nivel físico -ayunando con la intención de reducir el peso o tener mejor aspecto- puede caer en el narcisismo, en la autosuficiencia, girando en torno a sí mismo, mirándose constantemente en el espejo y pesándose en la báscula. Y el sentido del ayuno es exactamente lo contrario. “En este tiempo nuestro, parece que el ayuno ha perdido parte de su significado espiritual y que, en una cultura caracterizada por la búsqueda del bien material, ha adquirido el significado terapéutico de cuidar del propio cuerpo. El ayuno ciertamente contribuye al bien físico, pero es para los fieles sobre todo la ‘terapia’ con la cual sanan de todo lo que les impide identificarse con la voluntad de Dios”. (Papa Benedicto XVI)

La Cuaresma que tenemos por delante es una oportunidad para vivir el ayuno como terapia, mediante la cual nos dirigimos hacia el Señor Resucitado, nos acercamos a Su amor y nos identificamos con él.

Meditaciones de Cuaresma - fra Marinko Šakota

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