Por el año 2008 María Marta Guynot de Boismenu trabajaba, desde hacía muchos años, en un jardín de Montevideo, y en esa época sintió un fuerte deseo por vivir una experiencia poderosa que le diera un sentido especial a su vida. “Fue un momento en el que sentí un fuerte impulso misionero, necesitaba vivenciar algo transformador, y decidí irme a Panamá a vivir en una comunidad católica que trabajaba en la recuperación de mujeres con diferentes adicciones. Así me fui a una aldea en medio del campo-selva, compartiendo con otras mujeres y sus hijos, en un espacio alejado, sin luz eléctrica y con una vida muy sencilla; fue una experiencia que sin dudas cambió mi vida.”

Fueron cinco años de compartir los días con mujeres que iban allí a recuperarse, y cuando en 2013 decidió regresar, sabía que no podía volver a vivir su vida de antes. Debía encontrar un proyecto donde encausar esa energía que traía. Así, estuvo un año viendo qué hacer en Uruguay.

María siempre tuvo el deseo de trabajar por el derecho del niño a vivir en familia. Veía que los niños que se encontraban en instituciones no tenían las mismas oportunidades. Fue así que reunió a profesionales amigos de diferentes áreas para crear un proyecto que en un principio consistía en una especie de “hogar bisagra”, porque pretendía ser un Hogar con características similares a una familia, con un cupo pequeño de niños, con pocos referentes y con la modalidad de Familias Amigas. Pero cuando en 2017 el INAU lanzó un llamado para conducir un proyecto que tenía el fin de mitigar la cantidad de bebés que durante meses estaban en centros hospitalarios luego de nacer, rediseñó su plan adaptándolo a las necesidades del INAU, y finalmente firmó un convenio en diciembre del 2017. Así surge el primer proyecto de Fundación MIR denominado: “Los pasos que damos”.

Para conocer de qué trata esta Fundación y cómo trabaja, fuimos hasta allí para conversar con María y ver con ojos propios este gran trabajo.

¿Cómo surge Fundación Mir?

Nació en el 2014 entre un grupo de personas que tenía un deseo compartido de trabajar por el derecho del niño a vivir en familia. A todos nos unía la fe en Dios y las ganas de hacer algo por los niños, así que nos juntamos y empezamos a ver las posibilidades y cómo podíamos aportar desde nuestras experiencias a esa causa. Le pusimos el nombre MIR, que en croata significa “Paz” (en referencia a las Apariciones Marianas en Medjugorje, Bosnia y Herzegovina), y ahí empezamos el camino, viendo la forma en la que podíamos trabajar por ese objetivo.

¿En qué se basa el proyecto?

El programa se encuentra enfocado a la protección de bebés en el rango de 0 a 12 meses que por distintas circunstancias sus familias se ven necesitadas de intervenciones psicosociales que las fortalezcan. Cuando se hace necesaria la separación del bebé de su ambiente familiar de origen, este programa recurre temporalmente a Familias de Acogida.

Durante ese período y con la consigna de dar respuesta en el menor tiempo posible, un equipo interdisciplinario de Fundación Mir, integrado por profesionales, asume la responsabilidad de realizar un trabajo exhaustivo de intervención, implementando estrategias de valoración y diagnóstico de las capacidades de cuidado que pueden ofrecer sus familias de origen. En forma simultánea a este proceso de evaluación, los bebés permanecen transitoriamente en hogares de Familias de Acogimiento cuya finalidad es cuidar al bebé dándole el apoyo y el afecto que necesita durante un tiempo determinado y luego facilitar que pueda reintegrarse a su familia biológica si las circunstancias y evaluaciones previstas lo permiten. De lo contrario, acompañar el tránsito hacia la adopción.

Para llevar a cabo esta tarea contamos con un Centro en Montevideo ubicado en la calle José Enrique Rodó 1924. Es allí donde se da el encuentro del bebé con su familia de origen. Se realizan talleres de estimulación para bebés y para las familias, entrevistas, encuentros, reuniones de equipo, entre otras actividades.

¿Por qué crees que es tan importante que los bebés vivan en familias?

Vivir en un contexto familiar le da al bebé la posibilidad de desarrollar vínculos afectivos, exclusivos con figuras que ofician como referentes. Esto le va a permitir construir lazos con los adultos de manera que puedan oficiar como figuras de protección, de seguridad. A partir de estos vínculos con figuras significativas podrá construir vínculos de apego, aquellos vínculos que serán la base para futuras relaciones con otras personas. Vivir en el ambiente de una familia habilita a que estos procesos puedan desplegarse; en un hogar con múltiples referentes, que varían diariamente, esto se hace muy difícil complejizándose el desarrollo emocional de los niños.

¿Qué pasa cuando llega el bebé a ustedes, luego de varios días de hospital?

Una vez que desde INAU se nos confirma que ingresará un bebé nos comunicamos con la Familia Amiga que lo recibirá. Y se coordina para que venga a nuestro Centro a encontrarse con él, iniciándose así el proceso de acogimiento. Durante ese tiempo en que el bebé pasa a vivir con la Familia Amiga hay un equipo interdisciplinario que trabaja en el Proyecto y que realiza la valoración de la situación de la familia de origen del bebé. Nuestro equipo lo integran trabajadores sociales, psicólogos, psicomotricista, educadoras, doctora, equipo Jurídico y administrativo-contable, facilitadora de recursos comunitarios y un técnico que trabaja en la captación de Familias Amigas y voluntariado; tenemos un gran equipo.

¿Qué ven en esos bebitos que llegan?

Los bebés que ingresan al Proyecto llegan de distintos ámbitos y diferentes tiempos de espera. No obstante, hemos observado algunas características que pueden estar relacionadas con la institucionalización, como pueden ser: dificultades para encontrarse con el adulto a través de la mirada, rigidez ante el contacto corporal, lo que genera desencuentros en el intercambio, factores de riesgo que influyen en su desarrollo psicomotriz y en algunos casos retrasos en sus posibilidades.

¿Qué cambios se ven a partir de vivir en Familias Amigas?

En general, hemos observado cambios positivos luego de los primeros días de convivencia; el bebé reconoce a un adulto como su referente y ambos logran disfrutar de los intercambios. Se observan cambios positivos en su forma de comunicarse y de interactuar, en su despliegue del desarrollo y logros que en algunos casos nos muestran que su desfasaje correspondía a las características de esa espera y no a su potencial.

¿Cómo llegan las Familias Amigas acá?

Para captarlas, contamos con un equipo que se focaliza en esta tarea; al ser un Proyecto que el 100% de la población es atendida en la modalidad de Familia Amiga, sin ellas no podríamos recibir a los bebés. Para esta convocatoria realizamos charlas informativas en diferentes lugares e invitamos a la gente que quiera saber más, a acercarse a la Fundación. En estas charlas contamos acerca del Proyecto, a veces una Familia Amiga cuenta su experiencia de acogida, e invitamos a los interesados a registrarse para continuar el proceso. La valoración la realiza un equipo de INAU y luego de aprobada la familia, ya estaría en condiciones de empezar la experiencia de recibir a un bebé.

¿Se la ayuda a la Familia Amiga que se hace cargo del bebé por ese tiempo?

Las familias reciben apoyos. El Proyecto les provee pañales, leche, toallitas, recibimos muchas donaciones, como practicunas, bañitos, ropa, entre otras cosas, y lo ponemos a disposición de las familias. Además, INAU otorga una partida económica ya que asumir el cuidado de un bebé implica algunos cambios en la economía familiar. El Proyecto cuenta con Familias Amigas muy variadas: familias integradas con o sin hijos, familias monoparentales, algunas muy jóvenes y otras en etapa de jubilación, etc. Quien tenga ganas de formar parte de nuestro Proyecto, los requerimientos básicos son: que la persona sea mayor de 25 años, con capacidad de sostenerse económicamente y no estar inscripto en el Registro Único de Adopciones.

¿Cómo es la separación con la Familia Amiga? ¿Qué experiencias han tenido?

Cuando llega ese momento, el equipo prepara y acompaña a la familia en ese proceso. Cuando hay niños, se trabaja especialmente con ellos, el cierre del acogimiento en modalidad de taller. Durante esa etapa estamos disponibles para transitar juntos el duelo que implica separarse del bebé, rescatando siempre los beneficios que trae esta experiencia, tanto para el bebé como para la familia que lo cuidó. Muchas de las Familias Amigas mantienen el contacto con el bebé y su familia definitiva, y de esta manera el vínculo entre ellos no se pierde sino que se transforma.

¿Cómo se decide cuál será su familia definitiva?

El primer objetivo siempre es trabajar para un reintegro del bebé a su familia de origen. Se trabaja para evaluar y fortalecer la capacidad de cuidado. Como resultado de nuestra valoración, puede suceder que no haya posibilidades a corto plazo que sus progenitores puedan asumir la crianza del bebé. Si existe una red familiar (abuelos, tíos, etc.) se evalúa también si ellos pueden asumir el cuidado del niño. De no estar dadas las condiciones, desde el equipo se sugiere al Juzgado la condición de adoptabilidad. Cuando la decisión es la adopción, el seguimiento lo realiza el Departamento de Adopciones y así el bebé egresa de nuestro Proyecto. Pero si se va con su familia de origen, nuestro equipo realiza un seguimiento del bebé ya integrado y conviviendo con su familia.

¿Cómo se trabaja con esa familia de origen para fortalecerla?

En una primera entrevista, la escuchamos, indagamos sobre las razones por las cuales el bebé ingresa en la órbita de INAU, si pueden identificar los motivos. Luego comenzamos un abordaje en territorio, se conoce la vivienda y las redes comunitarias con las que se vinculan, por ejemplo, escuelas, Centros de Salud, CAIF, como forma de conocer las dinámicas familiares. Durante este proceso se identifican aspectos que pueden estar debilitados y desde el Proyecto se trabaja para apuntalar a las familias con el apoyo de otros Programas que trabajan específicamente en diferentes áreas. Por ejemplo, salud mental, tratamiento para adicciones, autocuidado, atención integral de otros hijos a cargo, inserción laboral, etc. También realizamos encuentros con el bebé y su familia de origen en la Fundación en donde se dan pautas de crianza para un adecuado acompañamiento del desarrollo del bebé. En el imaginario social está arraigada la idea de que los bebés que están en el Pereira, en esta situación, son abandonados por sus familias. La experiencia nos ha mostrado que esta situación (delegación de la maternidad) representa un porcentaje muy bajo. La mayoría desea hacerse cargo.

¿Nos querés contar alguna vivencia de algún bebito en particular?

Tuvimos una muy linda experiencia con un bebé que ingresó al Proyecto no habiendo tenido vínculo con ningún referente familiar durante su internación en el Hospital. Nuestro equipo indagó sobre su historia familiar logrando contactar a una tía que desconocía su nacimiento. Se conoció que la tía tenía a su cargo cuatro sobrinas, hermanas de este bebé, y estaba dispuesta a asumir el cuidado del mismo. Del trabajo de evaluación resultó que la tía y su grupo familiar garantizaban un cuidado responsable y le ofrecían un ambiente afectivo adecuado para el bebé. Terminado el proceso el bebé se reintegró con sus hermanas y su tía. Para la Familia Amiga fue muy gratificante que el bebé se revinculara con sus orígenes y conocerlos personalmente ya que, a partir de una instancia propuesta por el Proyecto, ambas familias se conocieron y mantienen el vínculo hasta el día de hoy.

Por Federica Cash

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