Durante el verano han venido a Medjugorje muchos peregrinos procedentes de todo el mundo, entre los que se encuentran un gran número de croatas. Todos ellos vienen para alimentarse espiritualmente antes de regresar a sus hogares. Por ello, del 1 de julio al 31 de agosto, se celebra todos los días una Santa Misa adicional en croata a las 13 h. Muchos peregrinos deciden pasar aquí una parte de sus vacaciones no sólo cuando hay seminarios o retiros, sino también en otras fechas. El P. Antonio-Mario Cirko, sacerdote carmelita y párroco de la Iglesia de la Asunción de la Santísima Virgen María (en Remete, parroquia de Zagreb) es uno de ellos. Hemos tenido la oportunidad de compartir con él su historia y los motivos por los que ha venido.

 

“Esta es la segunda mitad de mis vacaciones y he decidido venir con la Virgen a Medjugorje porque tengo un gran vínculo con este lugar. Medjugorje contribuyó a que mi familia entendiese la belleza de la fe y de la vida sacramental. De pequeño, comencé a venir con mi hermana y mis padres. Recuerdo una anécdota que sucedió cuando yo tenía 11 años: el P. Slavko estaba presidiendo la Santa Misa y mi madre rezó a la Gospa, a la Virgen: `Gracias, Gospa, porque podemos estar aquí como una familia. Como confirmación de que escuchas nuestras plegarias, te pido que nos des una pequeña señal.´Fue un simple acto de fe de una madre, pero entonces, una vez finalizada la Eucaristía, sucedió algo muy curioso. El P. Slavko, que presidía la Santa Misa, en lugar de regresar a la sacristía con todos los sacerdotes, comenzó a abrirse paso entre la multitud, se acercó a mi y me entregó un rosario. Yo no conocía de nada al P. Slavko y creo que fue una señal del amor que Dios nos tiene. He estado muy conectado con Medjugorje y con la Virgen María desde que era niño. Hoy, como sacerdote carmelita, he logrado el sueño que tenía desde entonces y puedo estar aquí como sacerdote mariano en un santuario mariano y en una Iglesia a la que estoy muy agradecido por ese don. María siempre nos lleva por el camino seguro y nunca nos perderemos si seguimos su ejemplo, puesto que siempre nos lleva a Jesús. Eso resulta muy evidente aquí en Medjugorje, con tantos confesionarios llenos, con la iglesia abarrotada y con todos los programas que se llevan a cabo, en especial el Festival de la Juventud -que reúne a miles de jóvenes. Me da mucha alegría estar en Medjugorje. Me impresiona especialmente la Adoración al Santísimo. Mi primo, el difunto P. Mile Cirko, que fue franciscano, me dijo cuando yo era joven que iba a ser sacerdote y la verdad es que me tocó en lo más profundo del alma. Creo que Dios me habló a través de él y sembró la semilla de la vocación en mí por aquel entonces. Con el tiempo, terminé mis estudios y me licencié en la Facultad de Medicina. Justo después ingresé en el convento. La semilla de la vocación seguía creciendo dentro de mí. En la Iglesia franciscana de Zagreb existe una estatua de San Antonio y recuerdo que solía encender una vela de pequeño el día antes de su festividad. Unos años después, mi madre me preguntó por qué encendía una vela y le respondí que lo hacía porque quería ser sacerdote. Esta vez he venido a Medjugorje para renovar mi sacerdocio ante la Virgen, ya que fue aquí donde nació mi vocación, junto con el difunto P. Mile.”

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