Entrevista a Mons. Hoser: «En Medjugorje las familias encuentran sus raíces»

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FUENTE: FAMIGLIA   22-08-2018

TRADUCCIÓN: Equipo Asociación Amor de Déu

«La crisis de la familia es devastadora, necesitamos volver al origen, al proyecto de Dios, al modelo de la Sagrada Familia. Por eso tantas familias vuelven a Medjugorje». Estas son las palabras del arzobispo Henryk Hoser, Visitador Apostólico Permanente de la parroquia de Medjugorje, en la vigilia del Encuentro Mundial de las Familias en Dublín.

«En estos tiempos de terribles crisis para la familia, es crucial que volvamos a las raíces, al proyecto de Dios, al modelo de la Sagrada Familia: esta es la razón por la cual tantas familias vienen a Medjugorje». Estas son las palabras de Monseñor Henryk Hoser, el arzobispo polaco designado por el Papa Francisco el 31 de mayo como Visitador Apostólico Permanente en la parroquia Medjugorje. Su tarea es exclusivamente pastoral, pero destaca la preocupación que la Santa Sede tiene para con los millones de peregrinos que llegan a esta pequeña ciudad en Bosnia Herzegovina, donde se cree que Nuestra Señora se ha estado apareciendo durante los últimos 37 años.  Monseñor Hoser lleva su tarea en contacto permanente con los sacerdotes locales y los peregrinos. Cada mañana celebra la Misa en croata a las 7:30 en la Iglesia de Santiago, y fue después de la Misa cuando fuimos a saludarle.  Receloso de entrada, cuando le dije que soy periodista (“No voy a hablar sobre Medjugorje”, levantando sus manos), inmediatamente receptivo cuando le pregunto sobre el tema de la familia. Continuamos nuestra conversación en la rectoría. Es una sala espaciosa pero espartana, con sólo dos mesas y algunas sillas; se requiere de un lugar tranquilo para compartir un momento juntos.

 

Monseñor Hoser, una de las cosas más sorprendentes de Medjugorje es precisamente el elevado número de familias que vienen aquí en peregrinación. Al mismo tiempo, nuestros pensamientos están con Dublín, ya que en los próximos días tendrá lugar el Encuentro Mundial de las Familias, un evento que tiene lugar cada tres años y fue iniciado por San Juan Pablo II en 1994. A pesar de no haber una convocatoria oficial, muchas familias han venido a Medjugorje espontáneamente. ¿Y esto, por qué?
Ellos vienen porque aquí encuentran las raíces de la familia. El culto mariano que tiene lugar en Medjugorje se basa en la figura de María Madre, quien cuida de las familias. Sin ser la familia el tema, la gente viene aquí a escuchar y a aprender no sólo sobre la vocación, sino también sobre la misión de la familia en el mundo.  Aprenden cómo vivir su vocación en un momento histórico, cuando la crisis en las familias está en un momento crítico. Hace unos días, me quedé en shock cuando descubrí que, según los datos Eurostat, el 70% de los niños en Irlanda nacen fuera del matrimonio. ¡Un  70%! Es increíble si uno recuerda la imagen de la Irlanda Católica.

 

Como ve, son los niños las primeras víctimas de la crisis.
Es algo terrible. Pensemos en el fenómeno de la pedofilia, no sólo por parte de algunos religiosos, sino también presente en la sociedad civil. Es la santidad sagrada de los niños que ha sido violada tan terriblemente. El Señor nos dice cómo de grave es este pecado, y uno de los peores que vive la sociedad actual. Es el signo más claro que demuestra que el vínculo con Dios se ha roto. A día de hoy, vemos una sociedad vive sólo en una dimensión horizontal, lo que significa que vive sin orientación y sin dirección. El único común denominador parece ser la economía, el egoísmo y la autosuficiencia.

 

Si en tal dramática situación tantas familias vienen a Medjugorje, debe significar que aquí hay un mensaje también válido por los que se encontrarán en Dublín en los próximos días. ¿Cuál es?  
Es necesario que propongamos otra vez el modelo de la Sagrada Familia, para meditar sobre los factores que constituyen una vida familiar sana y santa. Empezando por la maternidad de la Madre de Dios, que es también nuestra madre y la Reina de la Paz. Debemos comenzar con la paz interior, la paz en el corazón, “abrir nuestro corazón a Dios”. Este es el punto crucial. La división entre parejas nace precisamente de la división del corazón, nos acusamos mutuamente y nos distanciamos el uno del otro. Lo mismo sucede en la sociedad actual: todo el mundo culpa a los demás, esto es obra del diablo, ya que es el padre de la división, la acusación y la mentira. Recordemos el principio: Adán acusa a Eva y juntos acusan a Dios. Observad: Nuestra Madre, la Reina de la Paz, es la que nos ayuda a reconstruir la unidad en nuestro corazón, y después la unidad con los demás, en la familia, en la sociedad, en las relaciones internacionales. Sin esta figura maternal construimos la Torre de Babel, con grandes esfuerzos económicos y tecnológicos, pero terminamos perdidos y dispersados. El Cardenal Lustiger dijo que el contrapeso de Babel es Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió y todos comprendieron lo que san Pedro dijo, cada uno en su propia lengua.

 

¿Qué puede decir sobre el papel de José en la Sagrada Familia?
Él es una figura muy importante para la sociedad actual; la Revolución Francesa mató la figura del padre, la paternidad de Dios Padre. A José se le confía la responsabilidad de una mujer y un hijo. Por esto el arcángel dijo a José: “Toma a tu mujer y a tu hijo y ve a Egipto”, y más tarde los traerá de vuelta a Nazaret. Esta es su responsabilidad. A él también se le confía la responsabilidad de proteger a Nuestra Señora durante su embarazo y es testigo del nacimiento de Jesús. Durante muchos años es el educador de la humanidad de Jesús. No es casualidad que en el canon de la Misa San José es mencionado antes que los apóstoles.

 

Y el Hijo….
El momento más conmovedor es el episodio de Jesús con 12 años, cuando sus padres lo buscan y Nuestra Señora dice: ” Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te buscábamos”, y el Hijo afirma Su perspectiva de vida, que es hacer la voluntad del Padre. Aquí María y José cambían la perspectiva al descubrir a Jesús no sólo como hijo de hombre, sino también cómo Hijo de Dios.

 

San Juan Pablo II creían firmemente que la batalla final sería sobre la familia. Por esta razón él quiso crear el Pontificio Consejo para la Familia, un Instituto de Estudios sobre la Familia y también los Encuentros Mundiales. ¿Está de acuerdo en que esta conciencia se ha perdido en la Iglesia actual?
Absolutamente. Pero por encima de todo, hemos perdido nuestra conciencia del principio, del proyecto de Dios para la creación. Jesús siempre se refiere al principio en sus discusiones con los fariseos, por ejemplo cuando le preguntan sobre el divorcio. Estamos otra vez en el mismo punto: la ruptura de la alianza con Dios, que nos aleja de la comprensión de la realidad. Todo está fragmentado, como un mosaico con las piezas flojas y fuera de sitio. Este es el problema para las familias de hoy: vivir su esencia existencial, ontológica y metafísica. Debemos reparar todo esto, es por esto que los fieles vienen a los grandes santuarios marianos: a través de la humanidad de María y Jesús redescubrimos el plan de Dios.

 

Son estos Encuentros mundiales realmente útiles. Muchos tienen serias dudas.
El problema real es que desgraciadamente falta trabajo de base en la Iglesia. Lo que sucede en las parroquias, en las comunidades individuales, es más importante que lo que se consigue en un congreso, porque los que van a los congresos ya están convencidos. Hay muchos congresos en el mundo donde se habla sobre la família, bioética, métodos naturales, pero a nivel de parroquia se hace muy poco. Esto es preocupante, incluso los sacerdotes no siempre están bien formados en pastoral familiar. El tema no es tener grandes ideas filosóficas o diálogo. Uno debe entender la espiritualidad de la familia, y también del cuerpo. Soy médico, especializado en bioética, y sé que lo que la biología de la pareja implica, no es secundaria, es muy importante en una relación.

 

El encuentro en Dublín coincide con la tremenda noticia de abuso sexual a cargo de sacerdotes e incluso obispos durante un tiempo prolongado. También hay controversia sobre el hecho que el Encuentro Mundial de las Familias acogen personalidades a favor de las premisas del LGBT en la Iglesia.
El hecho de que sacerdotes hayan cometido abuso sexual es un gran escándalo. Los que han cometido estos actos deben ser apartados inmediatamente, y apartados del ministerio sin demora.

 

Hay algunos que intentan ser un medio para “normalizar” la homosexualidad.
Esto no puede ser aceptado por la Iglesia. Desgraciadamente, hay obispos que juegan con esto, dan un pequeño ‘sí’ y un pequeño ‘no’. Se justifican diciendo que Dios los hizo así. Pero esto no es verdad, Dios los creó hombre y mujer. La Iglesia no puede aceptar esta idea, debemos luchar contra ella. He hablado muy claro contra la ideología de género, en varias ocasiones. La víctimas principales son la gente jovem, en parte porque todos los medios de comunicación están erotizados: los anuncios, internet, todo está lleno de erotismo. El hecho terrible de que todo el mundo debe practicar sexo, sin excepción porque es bueno para ti, cura la depresión, etcétera. El sexo ha sido reducido a un deporte y a una actividad higiénica. La gente joven no es educada en la castidad, y esto es una catástrofe: sin autocontrol, la fidelidad es imposible. Y la fidelidad es la medida del verdadero amor.

 

Demasiado a menudo, cuando el clero se encuentra con esta situación, en vez de proclamar la verdad, se refugian en lo “políticamente correcto”. Las familias no ven un punto de referencia ni encuentran ayuda. ¿Qué debería hacer una familia normal cuando buscan una guía?
Es verdad, estamos en el desierto. Pues debemos volver a Dios, porque sólo Él puede intervenir. Mi lema episcopal es “Dios es más grande”: debemos orar a Dios para que intervenga en esta situación. Las apariciones de los siglos XIX y XX son claramente un ejemplo de Intervención Divina, Fátima en especial. Me gusta reflexionar sobre la vida de Moisés: él vivió 120 años, es decir tres veces cuarenta. Cuarenta, cómo sabemos, es un número simbólico. No indica el tiempo cronológico, sino el kairos, el tiempo del cumplimiento de algo. Los primeros 40 años de Moisés fueron los de su educación: fue a la escuela del Faraón, aprendió ciencias, arte y mucho más. En los siguientes 40 años se convirtió en un revolucionario, quería aplicar sus propias ideas y cambiar el mundo: un revolucionario. Así es cómo lo perdió todo. En este punto Dios intervino, se encuentra con Dios en la zarza ardiendo, y los últimos 40 años de su vida son dedicados a la misión dirigida por Dios. Hoy estamos en la misma situación que Moisés al final de estos 40 años, estamos en el desierto. Debemos implorar la intervención de Dios.

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