¡Enamorados de María!, Testimonio de Marija Pavlovic – Medjugorje

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Con ocasión de la visita del Padre Francisco Verar a Medjugorje con un grupo de peregrinos de habla hispana, la vidente Marija Pavlovic les compartio algunas palabras de animo y ademas su testimonio personal sobre como se vivieron los primeros meses de las apariciones, a continuación les brindamos la fiel transcripción del testimonio:

Ustedes saben que el 24 de junio de 1981 la Virgen María se apareció en la colina con el niño Jesús recién nacido, al inicio los que vimos a la Virgen el primer día éramos seis, yo era una de esos seis. De nosotros hoy tenemos la dicha de seguirla viendo todos los días, tres de nosotros: Ivan, Vicka y yo [Marija]; los otros tres la ven solo una vez al año. Somos afortunados porque tenemos la dicha de ver a la Virgen todos los días y no estamos cansados de verla, y en realidad la Virgen nos llama a todos a la conversión. Desde el inicio nos enamoramos de Ella, comenzamos a seguirla, pero no como ustedes, sino al 100%. Cuando la Virgen a pedido oración, hemos orado; cuando ha pedido ayuno hemos ayunado, pero no como ustedes que piensan si pueden o no hacerlo, nosotros lo hicimos de inmediato. Pues siempre ustedes tienen el miedo de ayunar porque piensan que ayunando morirán de hambre y al final están todos obesos. Conocimos la bellísima experiencia de una muchacha de nuestro grupo de oración, que era un poco gordita, y decidió durante toda la cuaresma comer solo pan y agua, pero la Virgen no ha dicho cuanto hay que ayunar, sin embargo, al final de la cuaresma, ella quedó más gorda que al inicio.

Al igual que los otros videntes, por otro lado, en mi casa mamá decía: “esta casa ya no es nuestra”, mi casa se convirtió en una estación del tren, le gente llegaba, miraba, comía, bebía, dormía y se iba. Sin embargo, nosotros estábamos totalmente atrapados por la Virgen, sus apariciones, su presencia y queríamos con todas nuestras fuerzas responder a esto que la Virgen pedía de nosotros.

La Virgen apareció la primera vez con el niño Jesús en brazos, y nos llamaba; con una mano sostenía a Jesús y con la otra nos llamaba hacia donde estaba. Nosotros de verdad, nos hemos enamorado de la Virgen, de verdad, comenzamos a seguirla, a poner en práctica todo lo que pedía, nuestra vida ya no era nuestra, se convirtió en un seguimiento de todo lo que Ella quería de nosotros. Aquí era difícil por el comunismo, recuerdo que cada mañana yo me vestía con lo mejor que tenía, pues pensaba que cada día podía ser el último de mi vida y soñábamos con el martirio, pero en lugar de eso, no fuimos mártires, pero la Virgen ha querido que vivamos, que demos testimonio también con nuestra vida y nuestro ejemplo, y también que pudiéramos decir que el Señor es grande y misericordioso, por eso ha enviado a su Madre aquí.

Y así, éramos jóvenes normales, no obstante, nuestro “don”, no nos hemos perdido ni hemos caído en fanatismos, porque la Virgen durante las apariciones no nos ha eximido de las dificultades, hemos ido a la policía, ha hospitales, nos han llevado al psiquiátrico, han llegado ha acusarnos de que estábamos drogados, que somos enfermos clínicos y al final la doctora que nos atendió, que incluso era comunista, dijo: “estos jóvenes son normales”, de esa forma se certificó que somos normales. Tengo una foto aquí [muestra la foto al público], en la solo estamos cinco, porque faltaba Ivan, allí está Mirjiana con una faja en el brazo – esto fue en los primeros meses de las apariciones – y Mirjiana llevaba la faja en señal de protesta por la acusación que sufrimos de que estábamos drogados, pues decían que Mirjiana traía la droga desde Sarajevo para nosotros.

Trataron de mil maneras detener las apariciones, prohibieron que subiéramos a la colina de las apariciones, le preguntamos entonces a la Virgen “qué debíamos hacer” y Ella dijo vayan a la Iglesia, allí estarán protegidos. Nosotros no conocíamos las leyes que había durante el comunismo, no sabíamos que dentro de la Iglesia el Estado no tenían ningún poder, por eso la Virgen nos dijo que fuéramos allí. Entonces en la Iglesia comenzamos a rezar, la Virgen le pidió al Padre Jozo que era el párroco, que celebrara la misa, que rezara el rosario y todo el programa que tenemos todos los días por la tarde es fruto de lo que la Virgen pidió.

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También a partir de ese momento sucedió algo bellísimo, la Virgen comenzó a guiar la parroquia y todos los parroquianos, daba mensajes todos los jueves a la parroquia y nos sentíamos contentos de formar parte del proyecto que la Virgen tenía sobre nosotros, sobre nuestra parroquia, nuestra familia, sobre nuestros jóvenes y en ese momento no nos sentíamos aislados formábamos parte de ese proyecto de la parroquia, la invitación a la conversión, a la santidad.

Así, comenzamos de forma delicada a vivir en nuestro interior ese encuentro entre “Dios y yo”, a través de este gran amor de la Virgen. Además de aquel deseo de orar siempre más, como dice la Virgen “hasta que nuestra vida se convierta oración”. Puedo decir que yo en eso era una mentirosa, viniendo de una familia católica practicante donde todos los días se rezaba; recuerdo cuando era pequeña que si yo no me hacia la señal de la cruz o no hacia la bendición de los alimentos, mi mamá agarraba el cucharón de madera y me daba en la cabeza o el brazo, diciendo: “acaso eres un animal para no hacer la bendición antes de comer, debes hacer la bendición por todo lo que hay de comer” así también la gratitud que debemos tener en el corazón, por eso les cuento esto, ya que al final no somos paganos, pero somos cristianos con una idea que no es correcta, donde solo estamos aquí en la tierra y Dios está lejano en el cielo.

Luego, hemos iniciado una nueva relación con Dios a través de la Virgen, estamos enamorados de la Virgen, Ella a transformado este amor que tenemos por Ella y lo ha llevado a Jesús, y Ella ha dicho: donde está Jesús, expuesto en el Santísimo Sacramento, “yo estoy presente con los que lo adoran” y así como la Virgen expresa ese amor por Dios, comenzamos también nosotros a sentir ese gran amor, ese deseo del paraíso, deseo de ir al cielo.

Este deseo del cielo a comenzado dentro de nuestro corazón de forma muy fuerte, pues preferimos morir, en ese sentido nuestra vida aquí ya no tiene ningún sentido. Sin embargo, la Virgen nos quiere aquí, quiere que demos testimonio, y recuerdo como lo hacíamos de tantas formas y en tantos idiomas, no de forma sencilla como en el programa de la parroquia que hay traducción simultanea en varios idiomas, pues en aquel tiempo llegaban los grupos uno tras de otro, estaban en la colina de las apariciones, en nuestras casas, en la Iglesia, en la colina de la Cruz, esos eran los cuatro puntos donde la gente llegaba, no iban a Široki Brijeg o a Mostar, todo se concentraba aquí, y cuando era día de ayuno todos ayunaban.

El Señor nos dio muchos signos también, recuerdo muchas veces durante la oración de la tarde que el Señor hacia un signo, mientras todos trabajaban, pues era tiempo de primavera, a las 5:00 p.m. se veía al sol que danzaba y dentro del sol se veía la Hostia, el Cáliz, la Sagrada Familia, la Cruz iluminada, etc. Estos signos los entendimos como una invitación, aunque había muchas personas que se escapaban asustadas, pero todo era un llamado a orar en esa hora, ya que era el tiempo previo a la misa de la tarde, y esto lo vivimos hasta que llegamos a ser adultos, ya a las 4:30 o 5:00 p.m. entramos en la preparación para la Santa Misa.

Pero, incluso el maligno, el diablo intento detenernos. Una vez sobre la colina de la Cruz sobre el cielo estaba escrito la palabra MIR (PAZ) en letras de fuego, muchas personas lo vieron y dieron testimonio del suceso, luego llegó un policía de la fuerza especial vestido de civil y preguntó “¿quién vio todo? No tengan miedo, díganme ¿Quién lo ha visto?” y un hombre se levantó, y dijo “yo he visto algo”, varios se levantaron, “también yo vi”, “y yo”, etc. digamos que era una treintena de personas que dieron testimonio de ese signo, luego los arrestaron a todos y los llevaron a la prisión y estuvieron tres meses presos con trabajos forzados.

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Sin embargo, continuaban sucediendo muchos signos, también con los peregrinos que venían, recuerdo una ocasión que una noche un grupo que yo guiaba, eran aproximadamente la 1 de la madrugada, estaban orando en la cruz azul, habían venido de Napoli, del sur de Italia, de donde viene mucha gente, digamos un poco fanática también. Recuerdo que era el único momento que podíamos limpiar la casa en paz, pues durante todo el día hasta las 1 de la madrugada, siempre había alguien que pasaba por ahí, y el caso fue que este grupo aseguró haber visto la imagen de la Virgen, de unos 200 metros de altura sobre el cielo, y nosotros que estábamos en casa en ese momento, fuimos allá y vimos esta imagen de la Virgen sobre el cielo, que era como si nos abrazara, luego decidimos quedarnos rezando toda la noche, lo hemos visto y hemos dado testimonio de eso, un día después fui a la casa cural a contarle al Padre Slavko lo que había sucedido, una cosa extraordinaria y bellísima, y fue una señora corriendo y dijo: “Padre Salvko, ayer hemos visto a la Virgen” y el contesto “yo también”. Ninguno de nosotros, ni el Padre Slavko documentábamos estos sucesos por escrito con los datos de las personas, pues eran tantos signos que sucedían que ya no se les daba tanta importancia, pero fue un testimonio bellísimo lo que esas personas vimos aquel día.

Como en otra ocasión que la Virgen nos dijo que aparecería una segunda vez, cosa que para nosotros era extraordinaria, en la tarde mientras rezábamos cerca de nuestra casa, en el campo, cuando era prohibido subir a la colina de las apariciones, estábamos rezando por las intenciones de la Virgen, después de rezar e rosario completo, que eran tres partes en aquel tiempo (gozo, dolor y gloria), la Virgen apareció y dijo que podíamos acercarnos a Ella y tocarla, y todos la tocamos, todos habían sentido alguna cosa, antes de eso, nosotros que la veíamos preguntamos “cómo podrán tocarte si no te ven” y Ella dijo: “tómenlos de las manos y tráiganlos hacia mi” y así lo hicimos, así todos sintieron algo, un calor, un frio, una corriente eléctrica, otros que un roce, pero todos se han convencido de la presencia de la Virgen, en cambio nosotros los videntes cuando veíamos que la gente tocaba a la Virgen, que algunos eran nuestros vecinos, amigos y familiares, vimos que sobre el manto de la Virgen aparecían unas manchas grandes y pequeñas, comenzamos a llorar y le preguntamos el ¿por qué? De esas manchas, y Ella contestó que era por los pecados y pidió que fueran a confesarse. Desde aquel momento Medjugorje se convirtió en el confesionario del mundo.

Así, comenzaron un camino nuevo, un camino en la verdad con Dios, entre yo y Dios, y la Virgen nos ha pedido que avancemos en esa intimidad no como grupo ni como familia sino solo “yo y Dios”, una relación intima con Dios. Es en esta verdad donde te encuentras profundamente con Dios y comienzas una vida nueva, donde sientes responsabilidad sobre ti, pero también sobre tu prójimo.

Un consejo que puedo darles a ustedes, es que aprovechen este tiempo como un tiempo de gracia, porque la Virgen aparece cada tarde, da mensajes, los ama y les llama. Ella a dicho “Dios me ha permitido estar con ustedes para guiarlos”. Yo creo profundamente que la presencia de la Virgen aquí en Medjugorje es una oportunidad para mí, para ti, para nosotros, para la Iglesia, para el mundo entero, la oportunidad de comenzar una vida nueva, una Iglesia nueva, renovada, amante, porque tantas veces somos cristianos solo de palabra y no de obras. Desde lo profundo de mi corazón agradezco a la Virgen por su presencia, pues no obstante nos sentimos pecadores, al mismo tiempo somos sus hijos, nos llama, nos guía y no se cansa de nosotros. Y también dice: “gracias por haber respondido a mi llamado” siempre dice gracias porque sabe que tenemos esa posibilidad de responder.

La Virgen es la mujer de la esperanza, Ella desde el cielo ve todo. Y en medio de tanta confusión debemos mirarnos con ojos de santidad, amarnos con ojos de santidad, debemos ser todos santos. Como dice la escritura, no es si “yo soy de Pablo o de Pedro”, todos somos de Jesucristo. Yo le pido a la Virgen que nos convirtamos en verdaderos enamorados de Dios como está enamorada Ella de él.

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