La Bienaventurada Virgen María, Reina de la Paz, le ha contado a Vicka la historia de su vida desde su nacimiento hasta su Asunción al cielo. Esta asombrosa “autobiografía” escrita en tres cuadernos espera el permiso de la Virgen para ser publicada. Mientras aguardamos esperanzados leer las confidencias de nuestra Madre bendita, Ella misma nos ha anticipado ya varias nuevas, a modo de florecillas o primicias. Las dos primeras se refieren, precisamente, al principio y al final de su vida en la tierra: la fecha de su nacimiento y la debatida cuestión de su muerte o “dormición”.

Por eso, desde 1984, en Medjugorje, por voluntad de la Virgen, se celebra su cumpleaños dos veces, en dos fechas distintas: el 5 de agosto, día en el que, según Ella misma, nació realmente, y el 8 de septiembre, en el que la Iglesia conmemora su fiesta litúrgica. Aquel año, la Gospa pidió a la Parroquia preparar con ayuno y oración el bimilenario de su Nacimiento, pues ese 5 de agosto de 1984 cumplía 2000 años. Así lo hicieron y así lo celebraron la noche de ese día, con Ella, en la cima del Krizevac, durante la Aparición extraordinaria, con una gran tarta de cumpleaños y alegres cantos. Tres años antes, cuando permitía que le hiciesen preguntas, confesó: “me preguntáis por mi Asunción. Sabed que subí al cielo antes de la muerte” (15 de agosto de 1981).

Recientemente, en los mensajes del día dos, dados a Mirjana, nos ha desvelado algunos detalles de su vida. Ella nos comprende, porque comparte nuestra condición humana, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado. También Ella es hija de Eva y ha vivido una vida como la nuestra, llena de problemas y contrariedades, ha caminado por el mismo “valle de lágrimas” y ha experimentado nuestros gozos y penas: “Soy una Madre que os comprende. He vivido vuestra vida y he experimentado vuestros sufrimientos y alegrías” (2 de noviembre de 2014).

Aunque ciertamente no sufrió tentaciones internas pues en Ella no había concupiscencia por haber sido concebida sin pecado, en el estado de inocencia original, y haber nacido libre de culpa, tuvo que vivir, como nosotros, de fe y decidirse libre y valientemente por Dios, venciendo las tentaciones exteriores (del mundo y del demonio) abandonándose siempre, confiada y esperanzada, a la voluntad de Dios: “Hijos míos, yo siempre he vivido humilde y valientemente, y en la esperanza. Yo sabía y había comprendido que Dios está en nosotros y nosotros en Dios” (2 de julio de 2014).

Sorprende la profunda humildad que atesora (capaz de cautivar a Dios mismo que se fijó en ella: cfr. Lc 1,48) aún ahora, en su condición glorificada, siendo Reina y Señora de la entera Creación, al confesar que mientras vivía en la tierra, no todo lo comprendía (por eso, quizá, “conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón”: Lc 2,51). Humildad que alimentó su fe y la hizo ser la discípula más obediente de su Hijo: “Tampoco yo comprendía todo, todo lo que mi Hijo me enseñaba mientras crecía junto a mí, pero yo creí en Él y lo seguí” (2 de agosto de 2014).

Por eso, nos invita a que la imitemos siguiendo su ejemplo, especialmente su confianza y abandono en Dios, nuestro Padre: “Hijos míos, en vuestra vida terrena, actuad siguiendo mi ejemplo. Mi vida ha sido dolor, silencio y una inmensa fe y confianza en el Padre celestial” (2 de septiembre de 2016). “Tened confianza como yo la tuve, cuando me dijeron que iba a traer la Bendición prometida” (2 de marzo de 2014).

Finalmente, el mes pasado, durante el Festival de la Juventud, nos sorprendía a todos confiándonos un secreto de la infancia de Jesús que sentía cumplido aquella mañana en la que miles de jóvenes de todos los continentes se reunían en su Nombre: “Mi Hijo, de pequeño, me decía a menudo que muchos me amarían y llamarían Madre. Yo, aquí en medio de vosotros, siento amor y os doy las gracias” (2 de agosto de 2016).

Volvamos a celebrar el cumpleaños de Mamá María y con todo el amor de nuestro corazón, ofrezcámosle el homenaje de nuestra obediencia filial, meditando y viviendo sus mensajes para que pueda seguir diciéndonos: “gracias por haber respondido a mi llamada”.

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