“Demos gracias al Señor que nos reúne en este bendito lugar, como hijos de Dios, como hijos de la Reina de la Paz. Hace diez días, el Papa dedicó la humanidad, Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de la Reina de la Paz. Y aquí está la invitación más grande al comienzo de esta celebración, esta es la invitación que Nuestra Señora nos envía en sus primeros mensajes aquí en Medjugorje: paz, paz, paz, paz entre Dios y los pueblos, paz entre los pueblos.

Por eso doy gracias al Señor por poder celebrar aquí la Santa Misa por primera vez. Gracias por la invitación de Mons. Aldi Cavalli, guardián de este lugar sagrado. Le doy las gracias y lo saludo. Saludo también a mi colega que me acompañó en una peregrinación, Mons. Luigi Bonazzi, Nuncio Apostólico en Albania. Demos, pues, gracias a Nuestra Señora, con un corazón agradecido, convencidos de que la Reina de la Paz responderá a nuestras oraciones. E instruimos a Su Inmaculado Corazón para que presente a Jesús nuestros dolores, nuestras penas y nuestra resistencia al amor y todos nuestros pecados”, dijo Mons. Arjan Doda, Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Tirana-Durres en Albania esta noche (5 de abril de 2022). ) presentando la Santa Misa.

La Santa Misa en la iglesia de Santiago de Medjugorje fue concelebrada por los Arzobispos Bonazzi y Cavalli y otros diez sacerdotes.

En su homilía se refirió a la lectura de hoy del Libro de los Números (Núm. 21, 4-9) en la que el Señor envió serpientes furiosas a su pueblo pero subrayó que “el Señor no desampara a su pueblo”. También habló de Moisés, quien dirigió al pueblo elegido durante 40 años.

“Así también la Reina de la Paz, que apareció hace 40 años, habla a Dios por el pueblo. Y habla al pueblo de Dios, para que las serpientes furiosas de nuestro tiempo vean la señal, pero esa señal lleva a una señal más alta, una señal que no pasa. Dios dice a Moisés: “Haz un serafín y ponlo en un poste: el que sea mordido vivirá si lo mira”. Dios proveyó una cura para el pueblo, que estaba envenenado. Dios proveerá una cura para una nación que está envenenada en todo momento. Dios nos dejará aunque sea una señal tangible de esta medicina contra el veneno, que fue la serpiente”, en alusión a la Cruz de Cristo, dijo monseñor Add en su homilía, llamándonos a encomendar a Jesús todas las mordeduras de esas furiosas serpientes que habitan en nuestra mente, en nuestra memoria, en nuestro corazón, en nuestra alma…

“Y desde este lugar de gracia volvemos capaces de mantener la visión de que María nos devuelve aquí a Jesús. Volvamos a nuestros hogares con esta tarea: aquí he aprendido a ver la señal. Vi a Jesús a través de los ojos de María porque mis ojos estaban sucios. Mi mente estaba herida. Mi corazón estaba apesadumbrado, pero con María salté hacia Dios”, concluyó Mons. Arjan Dodaj, Arzobispo Metropolitano de la Archidiócesis de Tirana-Durres.

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