Reflexión del mensaje

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El Mensaje de la Reina de la Paz y Santa Teresita del Niño Jesús

“Que el amor sea la medida de su vida…” dice la Reina de la Paz en el Mensaje del 25 de Septiembre del año 2020. En oídos heridos por la mundanidad, estas palabras no resuenan para un lenguaje superficial. En este mundo, construido por el varón de la Torre de Babel, no tiene trascendencia el significado auténtico de la palabra “amor”. Las ideologías ateas, han desfigurado la verdad del auténtico amor, han escondido bajo sus expresiones antinaturales la grandeza del amor creado, así como han intentado destruir el verdadero concepto de la humanidad, alejándola de los horizontes redentores del Amor Divino.

Pero el verdadero significado de la palabra “amor” resplandece en la Cruz, y en el Corazón abierto de Jesús crucificado, que se humilla y hace pequeño, hasta la muerte y la muerte en Cruz.

Este abajarse de Jesús, que describe San Pablo en Filipenses 2, 7-9, constituye la esencia del camino espiritual trazado por la Virgen en Medjugorje, que nos hace dar un paso significativo, desde el Podbrdo (Colina de las Apariciones) hasta el Krizevac (Colina de la Cruz), pero que culmina en sus brazos maternales, puestos de rodillas, en silencio adorador ante Jesús Eucarístico , en la Custodia. Nada decimos en ese momento, porque vivimos para escucharle…

Esto es “hacernos pequeños”: es una gracia y un regalo del cielo, que nos transforma y traslada,  desde el afán protagónico, hasta el acallarnos como niños, que estaban sedientos y quieren saciarse del amor de Dios, entregando sus vidas en los brazos de la Gospa. Se trata de la ruta de la Infancia Espiritual.

Y Jesús, llamando a un niño, lo colocó en medio de ellos. Y dijo: “En verdad os digo que, si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños, no entraréis en el reino de los cielos. Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, éste será el mayor en el reino de los cielos. Y el que acogiere un niño tal, en nombre mío, a mi me acoge.” (San Mateo, 18, 1-5)

Dijo Benedicto XV que: “debemos, pues, deducir que el Divino Maestro intenta expresamente que sus discípulos vean, en la infancia espiritual, la condición necesaria para obtener la vida eterna.”

Esta caminito que también resplandeció en la vida de San Juan Diego, de Santa Margarita María Alacoque, de los Santos Pastorcitos de Fátima y de tantos otros santos, en cuya vida el Corazón Materno de María los fue gestando, en la confianza y la pureza, para ser encendidos por el fuego de la caridad del Corazón de Jesús, así como en cada Mensaje de Medjugorje, la Gospa “nos llama” a correr hacia Ella, como “niños e hijos”, es un camino que ha sido explicado en una vida de sencillez heroica, y de las altas virtudes de lo pequeño y doméstico, en el testamento espiritual de Santa Teresita del Niño Jesús.

Les invito a leerlo en las palabras de Santa Teresita: “Dios mío, lejos de desalentarme a la vista de mis miserias, vengo a ti confiada, acordándome de que ‘no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos’.  Te pido, pues, que me cures, que me perdones, y yo, Señor, recordaré que ‘el alma a la que más has perdonado debe amarte también más que las otras…”

¿Acaso no son estas palabras, de la Carta 247 de Teresita, una resonancia del Mensaje de nuestra Madre?:

“Que todo lo que hagan sea para la gloria de Dios; entonces el cielo llenará su corazón de gozo y sentirán que Dios los ama y me envía a salvarlos y a salvar la tierra en la que viven…” (Mensaje 25-09-2020)

Dios es “grande en su amor” y en la presencia de la Reina de la Paz.  Esa verdad era el impulso vital de la Santa Carmelita de Lisieux: “Te ofrezco todos los latidos de mi corazón como otros tantos actos de amor y de reparación, y los uno a tus méritos infinitos.  Y te pido, divino Esposo mío, que seas Tú mismo el Reparador de mi alma y que actúes en mí sin hacer caso de mis resistencias.  En una palabra, ya no quiero tener más voluntad que la tuya.  Y mañana, con la ayuda de tu gracia, volveré a comenzar una vida nueva, cada uno de cuyos instantes será un acto de amor y de renuncia…” (Carta 247)

En el corazón de Santa Teresita era “el amor la medida de su vida”, no cabe duda:

Desde que se me ha concedido a mí comprender el amor del corazón de Jesús, Él ha desterrado todo temor de mi corazón.  El recuerdo de mis faltas me humilla y me lleva a no apoyarme nunca en mi propia fuerza, que no es más que debilidad; pero sobre todo, ese recuerdo me habla de misericordia y de amor.  Cuando uno arroja sus faltas, con una confianza enteramente filial, en la hoguera devoradora del Amor, ¿cómo no van a ser consumidas para siempre?”  (Cta. 247).

 

La propia santa escribió a su prima María Guerin:

“Me pides un medio para llegar a la perfección: no conozco más que uno, el amor”.

Y en una carta a su hermana sor Inés de Jesús escribía estas frases:

“…El amor puede suplir una larga vida. Jesús no mira al tiempo, porque es eterno. Sólo mira el amor. ¡Jesús! ¡Quisiera amarle tanto! Amarle como jamás ha sido amado. A cualquier precio quiero alcanzar la palma de Inés: si no es por el martirio de sangre, ha de ser por el del amor”.

 

Pidamos la gracia de la Infancia Espiritual enseñada por Santa Teresita del Niño Jesús y oremos con las palabras del Padre Slavko Barbaric:

 

“Dios Padre nuestro… Perdónanos por todo lo que no es amor en nosotros. Te pedimos a nombre de todos los bautizados y de todos los que se llaman cristianos que podamos decidirnos por el amor y la paz. Te rogamos que nuestros corazones se abran a la resurrección que Tú, oh Jesús, nos ofreces por medio de Tu Resurrección. María, contigo le pedimos al Señor que nos bendiga a todos, a todos los peregrinos y al mundo entero, a fin de que este año del Espíritu Santo seamos iluminados y que por Tu intercesión encontremos el camino al Señor. Por Cristo Nuestro Señor… Amén”. (27-03-1998)

 

Atentamente en Jesús, María y José…Padre Patricio Javier

REGNUM DEI

            “Cuius regni non erit finis”

Padrepatricio.com

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