“Queridos hijos, el Altísimo me permite estar con vosotros, y ser vuestra alegría y camino en la esperanza, porque la humanidad se ha decidido por la muerte. Por eso Él me ha enviado a enseñaros que sin Dios no tenéis futuro. Hijos míos, sed instrumentos de amor para todos los que no han conocido al Dios del Amor. Testimoniad con alegría vuestra fe y no perdáis la esperanza en el cambio del corazón humano. Yo estoy con vosotros y os bendigo con mi bendición maternal. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”.