Saludo a todos los que esperan el mensaje de María y que tratan de seguirlo de todo corazón. Primeramente recordemos el mensaje de enero de 1999, en el cual María nos invitaba nuevamente a la oración. No olvidemos que la invitación a orar es el mensaje más frecuente de María. Sin embargo, en este mensaje Ella dice que debemos descartar todas las excusas que tan fácilmente encontramos para no orar y que realmente debemos decidirnos a orar. Es claro para nosotros, que los católicos nos hemos convertido en especialistas en encontrar excusas que nos impidan orar y que muy fácilmente nos dejamos distraer de la oración. Esto, sin embargo, no debe ser así.
Nuestra decisión por orar es un paso importante, pero no lo es todo. En la oración debemos abrirnos, como dice María. No podemos abrir nuestro corazón así como así, no existe una llave para ello; pero sí podemos crear las condiciones para que esto sea posible. La primera y más importante condición para abrir nuestro corazón es tomarnos el tiempo, a fin de crear las condiciones necesarias para la oración: preparar un lugar en nuestra casa, con una cruz, una imagen, una Biblia y un rosario donde podamos orar sin ser molestados por el mundo exterior. Y luego, hay que apartar regularmente un tiempo diariamente para hacer oración. Esto es lo que nosotros podemos hacer. Ciertamente, no podemos mantener un control absoluto sobre nuestros pensamientos y sentimientos, sobre lo que recibimos o no recibimos y, por tanto, no debemos preocuparnos por esos momentos en los que nuestra mente parezca ausente, cuando nos sentimos vacíos, cuando no sentimos nada – eso no depende de nosotros. Esto simplemente sucede cuando oramos regularmente. María invitó también a las familias a renovar la oración. En esta época de Cuaresma, debemos escuchar realmente este mensaje, porque si la familia no ora, sus miembros no tendrán una educación religiosa.
María dijo algo especial en el mensaje de enero y es que debemos desarrollar una nueva relación hacia la Sagrada Escritura. Primero que nada exteriormente, debemos colocarla en un lugar visible en nuestras casas, a fin de que viendo este libro a través del cual Dios nos habla, lo leamos y meditemos en la meta última de reconocer el amor de Dios con el que El guía a Su pueblo. También nosotros somos Su pueblo, todos y cada uno de nosotros; y si comenzamos a reconocer el amor de Dios en nuestra vida, incluso en las situaciones difíciles, vendrá la sanación de nuestro corazón y la sanación de nuestra relación con Dios y seguramente también con los demás. El signo único del amor de Dios en estos tiempos, así nos dice María, es su presencia especial aquí, en sus apariciones diarias. A fin de poder reconocer todo eso, debemos entrar y sumergirnos en estos eventos y entonces seguramente reconoceremos cuánto nos ama Dios a cada uno de nosotros, a nuestras familias y al mundo entero, al cual, por medio de María, El llama al camino de la salvación.
En este momento, Vicka, Mirjana e Ivanka están aquí en Medjugorje; Jakov pasó una semana visitando varias ciudades de Polonia, reuniéndose con muchas personas y dando su testimonio; Marija está en Italia e Ivan en Estados Unidos, de donde él viaja hacia varios lugares, a fin de también dar su testimonio. Actualmente están aquí grupos de Polonia, Italia, Francia, Australia y también de Corea. Podemos decir que las cosas están como siempre y esperamos que así sigan.
María nos dio este mensaje al principio de la Cuaresma, diciendo …
TAMBIEN HOY ESTOY CON USTEDES DE UN MODO ESPECIAL
Así lo creemos. No debemos olvidar que, sin la presencia especial de María, no es posible explicar Medjugorje. Todavía hoy hay personas que creen tener otras explicaciones, pero, sin María, sería absolutamente imposible explicar Medjugorje. Ciertamente dependerá de cada uno de nosotros y de cómo respondamos al llamado en nuestra propia vida, que Medjugorje pueda llegar a tener un lugar de importancia en nuestra existencia, en nuestras familias y en la Iglesia y también dependerá de nuestra colaboración, que lo que Dios nos promete a través de María puede realizarse efectivamente. Este tiempo de Cuaresma es un tiempo en el que podemos reconsiderar y escrutar nuestra disponibilidad a seguir el camino con María. Es cierto que nadie puede decir de sí mismo que, en cualquier situación, recorre totalmente y de todo corazón el camino hacia Jesús con María; pero es importante que en nuestro corazón se renueve siempre la buena voluntad y que sigamos fieles a este camino. María continúa su mensaje con palabras que a primera vista podrían parecer sorprendentes…
CONTEMPLANDO Y VIVIENDO LA PASION DE JESUS EN MI CORAZON
Estas palabras pueden provocar algunas preguntas teológicas. Por ejemplo, ¿qué significa que María diga que está ‘contemplando y viviendo la Pasión’ de su Hijo? Cuando Ella vive la Pasión de Jesús, significa que está sufriendo; pero, por otro lado, sabemos que en el Cielo no hay sufrimientos. Está escrito que en el Cielo no hay luto, ni llanto, ni dolor, ni siquiera la más leve traza de dolor – sólo el gozo eterno y la paz eterna. Entonces, ¿cómo hemos de entender sus palabras? Si queremos encontrar una respuesta a esta pregunta, debemos recordar que en diversas ocasiones y también en Medjugorje, los videntes han dicho que María estaba triste, o que al tercer día de sus apariciones, el 26 de junio de 1981, cuando se apareció con una cruz (lo que seguramente todos sabemos), Ella lloró y dijo "paz, paz, paz y sólo paz – tiene que haber paz entre Dios y el hombre…". Tiempo después, nos invitó a orar y a ayunar, porque a través del ayuno y de la oración incluso la guerra y los desastres naturales pueden detenerse. También recordamos las lágrimas de María en Siracusa y en varias otras apariciones así como las experiencias de varios místicos, que vieron sufrir a Jesús etc. Puede que sea difícil elaborar una clara respuesta teológica a esta pregunta, pero hay otra dimensión en la que podemos entender todo. La Iglesia es una comunidad integrada por la Iglesia gloriosa, purgante y peregrina; la gloriosa está en el Cielo, la purgante en el Purgatorio y la peregrina aquí en la tierra. Hay una correlación entre ellas, en el sentido de que la Iglesia gloriosa, está por supuesto íntimamente ligada con la Iglesia peregrina y la Iglesia peregrina, es decir, nosotros en la tierra, podemos ayudar a la Iglesia purgante por medio de nuestras oraciones y sacrificios. Estas tres realidades no están separadas unas de otras, sino que simplemente están interconectadas en el amor y a través del amor. Y cuando hay amor, uno siente compasión y, como dice San Pablo, cuando sufre alguno de los miembros de la Iglesia, la Iglesia entera sufre o cuando alguno de los miembros del cuerpo sufre, el cuerpo entero sufre. Así pues, María, a través de su contemplación y su vivencia de la Pasión de su Hijo Jesús, es de hecho un ejemplo para que nosotros hagamos lo mismo. Ella está con nosotros, como nuestra Madre y Maestra y quiere enseñarnos cómo debemos vivir la Cuaresma y lo que este tiempo debe significar para nosotros. Cuando decidimos contemplar y vivir la Pasión de Jesús, nos acercamos a María y a Jesús mismo. De este modo, este tiempo de Cuaresma será más significativo para nosotros y éste es realmente el camino hacia la Resurrección. María continúa su mensaje…
HIJITOS, ABRAN SUS CORAZONES Y DENME TODO LO QUE TIENEN DENTRO
Aquí se nos presenta el mismo problema que en su mensaje de enero: el corazón se abre sólo cuando dedicamos tiempo a orar y luego permanecemos con Dios y nos encontramos con El en la oración. Nuestro corazón también se abrirá a María, nuestra Madre, bajo esas mismas condiciones. Sabemos que cuando amamos de corazón y confiamos en una persona, nuestro corazón está abierto y estamos preparados a confiarle hasta lo más íntimos a esa persona. Es por eso que María, como Madre, nos invita a darle todo. Cuántas veces escuchamos a las personas decir que sienten que están cerradas, que no pueden abrirse, que tienen miedo de Dios o de otra gente y, naturalmente, que sufren a causa de esto. La Cuaresma es en realidad un tiempo en el que debe darse esta apertura de nosotros mismos y debemos aprovechar esta oportunidad para abrirle nuestro corazón a María y darle todo lo que hay en él:
LAS ALEGRIAS, LAS TRISTEZAS, CADA DOLOR, HASTA EL MAS PEQUEÑO
La alegría significa en general algo bueno; la tristeza significa también todo lo que nos hace sufrir. Aquí seguramente podemos añadir nuestro egoísmo, nuestro orgullo, todos esos sentimientos negativos que nos causan dolor, pero también nuestros pecados y las consecuencias del pecado. La persona que se abre y es capaz de dárselo todo a María, seguramente será purificada y renovada en su ser interior. Espero que todos hayamos experimentado esto, cuando algo nos pesaba en el corazón y fuimos capaces de compartirlo con otra persona – especialmente con Dios -, sintiéndonos aliviados después, volviendo el gozo y la paz a nuestro corazón.
Aquí debemos ser conscientes también del hecho, de que debemos dar a María lo bueno y también lo malo; esto es, que debemos despojarnos de todo a fin de ser libres para Dios. Esto podemos formularlo así: cuando nos ‘aferramos’ a algo bueno, también esto puede ser un impedimento en nuestro camino con María a Jesús; por ejemplo, si hice algo bueno ayer, si perdoné; pero si hoy he sido herido de nuevo y no quiero perdonar porque ya lo hice ayer, entonces la buena obra de ayer me impide realizar las obras de hoy y eso no está bien. Cuando lo bueno nos impide proseguir nuestro camino, es porque hay en nosotros un espíritu de fariseísmo que ciertamente debemos y tenemos que combatir. Por supuesto que también el mal puede impedirnos seguir adelante. Y es que cuando tenemos problemas, fácilmente perdemos la confianza y la voluntad para continuar, así como el valor para volver a comenzar. El corazón debe estar libre de [cualquier apego a] lo bueno y lo malo y por eso es tan importante, en la espiritualidad de María, que entendamos lo siguiente: el día debe terminar cuando éste termina; esto es, si hubo cosas buenas, demos gracias por ellas, entreguémoslas a Dios y olvidémoslas; si hubo cosas malas, perdonemos, pidamos perdón, entreguémoslas a Dios y a Su misericordia y olvidémoslas. Esto, a fin de ser capaces de comenzar el nuevo día que Dios nos concede con libertad y amor. De igual forma, el día no debe comenzar antes de que de hecho comience; es decir que no debemos vivir el hoy aprisionados por el miedo al mañana, viviendo por tanto en constante ansiedad. Esto en nada nos ayuda y nos hace aún más difícil vivir el hoy. Es justamente lo que Jesús dice, que cada día tiene sus propios afanes y cruces. Por eso, si comenzamos a trabajar entregando cada día a María, como Ella nos invita a hacerlo, seremos libres y por tanto, seremos más sensibles a la voluntad de Dios y veremos y sentiremos también con más claridad a las personas que nos rodean, estando más dispuestas a ayudarlas. María prosigue diciendo en su mensaje lo que Ella hará con aquello que le entreguemos…
A FIN DE QUE YO PUEDA OFRECERLOS A JESUS
María es nuestra intercesora. Para poder entenderlo, pensemos en lo que sucedió en Caná de Galilea. María estaba presente en la boda y también Jesús con Sus discípulos. Ella vio que había un problema – el vino se había terminado. Así, le presentó esta situación a Jesús, quien en un primer momento, casi la rechaza diciendo: "¿Qué tengo yo contigo mujer? Todavía no ha llegado mi hora". Pero después realizó el milagro, transformando el agua en vino. Por tanto, si le entregamos a María nuestros problemas y todo lo que hay en nuestro corazón, Ella lo ofrecerá todo a Jesús y El seguramente no rechazará lo que Su Madre le presente. María continúa…
PARA QUE EL, CON SU AMOR INFINITO, QUEME Y TRANSFORME SUS TRISTEZAS EN EL GOZO DE SU RESURRECCION
Esta es nuestra esperanza, que todo se transforme realmente para bien. Durante esta Cuaresma y después de este mensaje, seguramente que ‘sacaremos provecho’ de esto. María nos ofrece ayudarnos y nosotros debemos aceptar esta ayuda; entonces Jesús lo transformará todo para bien. Y éste es una vez más el propósito de nuestra oración, de nuestro ayuno, de nuestra apertura y de dar a María todo lo que hay en nuestro corazón, a fin de poder ser liberados del pecado y del mal y llegar a la resurrección. El amor de Jesús por nosotros es infinito y es el amor con el que El mismo es amado por el Padre y con el cual ama al Padre. En este año, dedicado al Padre, seguramente estamos orando de manera especial para que el amor del Padre se manifieste en nuestro corazón. Y es que sólo este amor puede liberar nuestro corazón de todo mal y darnos la libertad interior. Con esta libertad, vendrán igualmente el amor, la paz y la confianza y seguramente sentiremos un profundo anhelo por el amor de Dios, lo cual provocará una especie de intercambio en nuestro corazón: el amor de Dios tocará nuestro corazón y mientras más seamos tocados por ese amor de Dios, más paz tendremos; así, mientras más paz alcancemos, más anhelaremos el amor de Dios. Y esto perdurará hasta la eternidad. Esto es lo que todo corazón humano ansía. Al final del mensaje, María repite una vez más…
POR ESO, HIJITOS, LOS INVITO AHORA DE MANERA ESPECIAL A QUE SUS CORAZONES SE ABRAN A LA ORACION, DE MODO QUE A TRAVES DE LA ORACION, USTEDES LLEGUEN A SER AMIGOS DE JESUS
Según este mensaje, el propósito último de nuestra oración es llegar a ser amigos de Jesús y no olvidemos que la oración es un encuentro con Jesús. Sin embargo, a fin de llegar a ser amigos de Jesús y permanecer así, debemos desterrar de nuestra oración todo egoísmo y soberbia. El egoísmo y la soberbia son los peores enemigos de cualquier amistad. Si alguien sólo viene a nosotros cuando necesita algo, siendo egoísta y soberbio, difícilmente estaremos dispuestos a establecer una amistad y a vivir en amistad con él. Lo mismo sucede con Jesús y nosotros. Si sólo oramos por razones egoístas cuando necesitamos algo, seguramente no hemos obtenido todo lo que pedíamos y esperábamos. El egoísmo produce enojo, lo cual a su vez produce ira, oposición y desconfianza. Y es que cuando una persona egoísta no obtiene lo que quiere, interiormente se vuelve cada vez más insatisfecha e infeliz. Para ser capaces de vivir esta amistad con Jesús, debemos, por tanto, orar para ser liberados del egoísmo, a fin de ser libres en nuestra oración, de tal modo que después de haberle pedido algo a Jesús, podamos decir con libertad, amor y confianza: "¡Hágase Tu voluntad!". Si realmente tomamos esto en serio y lo hacemos de corazón, nuestra amistad con Jesús crecerá, porque sabremos que El hace lo que es mejor para nosotros, incluso cuando no obtengamos lo que hayamos pedido. Así, al final de este mensaje, María nos enseña también que debemos comenzar una nueva y buena relación con Ella y con Jesús mismo. Ella nos da la esperanza de que todo se transformará entonces verdaderamente en la gloria de la Resurrección, en el gozo y la paz eternas. Oremos, pues, por esta intención…
OREMOS, PUES, POR ESTA INTENCION…
Señor, Dios nuestro, Padre Celestial, Te damos gracias por María, Tu humilde sierva, nuestra Madre e intercesora, la Madre de Tu Hijo Jesús. Gracias por enviarla a nosotros, gracias porque Ella nos guía y nos instruye en Tu nombre. Con María Te pedimos, oh Padre, la gracia de contemplar y vivir con Ella la Pasión de Tu Hijo Jesús en este tiempo de Cuaresma. Danos la gracia de abrirte nuestro corazón, tal como se abrió el corazón de María delante de Ti. Madre Santísima, gracias por invitarnos a darte todo, así lo hacemos ahora. Ponemos en tus manos maternales todo el bien que hay en nosotros, todo lo positivo y todas las alegrías. Te damos gracias y te entregamos todo esto a fin de que lo bueno no sea un impedimento en nuestro camino Contigo. Te damos todas nuestras buenas obras del pasado, del presente y también del futuro – todo te lo entregamos. Gracias, María, por alentarnosa poner en tus manos también todo lo negativo y el pecado; por tanto, te entregamos nuestra soberbia, nuestro egoísmo, nuestra envida, nuestros celos y todo nuestros sentimientos negativos, todas nuestras dependencias, todas nuestras pasiones y heridas, todas las relaciones lastimadas entre nosotros y nuestros seres queridos, todos los problemas que cargamos en nuestro corazón y que experimentamos en nuestras familias, en nuestras comunidades, en la Iglesia y en el mundo. Gracias, María, por querer ofrecerlo todo a Jesús. Jesús, gracias por escuchar a Tu Madre como hiciste en Caná de Galilea. Con María, Tu Madre, Te pedimos que transformes nuestro corazón, que transformes el dolor en alegría, la desesperanza y la desilusión en esperanza, toda discordia en paz, todo odio en amor, toda desconfianza en confianza. Aleja de nosotros toda muerte espiritual, a fin de que podamos vivir en Ti. Danos la gracia de cultivar incansablemente Tu amistad. Te pedimos, Padre, en nombre de Tu Hijo Jesús y de María Santísima que nos perdones por cada vez que no hemos confiado, amado, esperado ni creído. Danos la gracia, oh Padre, Te lo pedimos en nombre de Tu Hijo Jesús y con María Santísima, de vivir esta Cuaresma de tal modo que seamos purificados de todo mal y alcancemos así la Resurrección y la vida eterna, por Cristo, Nuestro Señor. Amén.
Fra. Slavko, Medjugorje,
Medjugorje, Febrero 29, 1999