“Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a Sus Mandamientos, para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu. Hijos míos, sed oración para todos los que no oran, sed alegría para todos los que no ven una salida, sed portadores de luz en la oscuridad de este tiempo turbulento. Orad y pedid la ayuda y la protección de los Santos, para que también vosotros podáis anhelar el Cielo y las realidades celestiales. Estoy con vosotros y a todos os protejo y bendigo con mi bendición maternal. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”