Apariciones a inicios del Siglo XXI
Al iniciarse el nuevo milenio, Medjugorje es ya un acontecimiento mundialmente conocido en el seno de la Iglesia Católica. El hecho de que unos supuestos videntes den testimonio de una experiencia mística diaria durante tantos años sin que nadie haya sido capaz de demostrar indicio alguno de falsedad, unido a los miles de testimonios de lo que en la Tradición de la Iglesia se conocen como los buenos frutos evangélicos –conversiones, vocaciones, práctica de los sacramentos, etc– que se dan entre los peregrinos de Medjugorje, hace que el fenómeno no deje de crecer, a pesar de no contar en absoluto con ningún tipo de apoyo institucional por parte de la Iglesia ni de ningún otro ente de cualquier índole.
Es en este tiempo cuando el obispo del lugar, la diócesis de Mostar, contrario a la veracidad del fenómeno, y los franciscanos de Herzegovina, a los que pertenecen los sacerdotes de Medjugorje, firman la llamada Declaración de Obediencia al obispo, para evitar suspicacias y susceptibilidades en el seno de una Iglesia en la que todos, los que creen en la autenticidad del Fenómeno de Medjugorje como los que no, profesan una única obediencia al Papa de Roma, un mismo Credo apostólico y un único sentido pastoral: la proclamación del Evangelio, sin que sea el asunto de Medjugorje punto de discordia en lo esencial de la pastoral católica en Herzegovina, aunque sí lo pueda ser en algo circunstancial.
Este es un buen lugar para rescatar las declaraciones de fray Svetozar Krajlevic, capellán de la parroquia de Medjugorje en 2008 y el fraile que años más años llevaba en ella, recogidas en el libro Medjugorje (ed. LibrosLibres):
¿Cuéntenos cuál es la situación entre esta parroquia de Medjugorje y el obispo de Mostar? ¿Qué papel ha jugado y está jugando él en todo esto?
Es obvio, evidente y claro, que la Iglesia tiene un respeto profundo acerca de Medjugorje. Empezando por nuestro obispo de Mostar y los demás obispos de Bosnia y Herzegovina.
Es sabido también que nuestro obispo no cree en las apariciones, pero todos nosotros, los once sacerdotes que estamos en la parroquia, tenemos todos los permisos necesarios de nuestro obispo. Hace unos días decidimos reconstruir la sacristía y le pedimos al obispo el permiso, y él nos dio luz verde. También todos los sacerdotes que vienen de todo el mundo, tienen todos los permisos que un sacerdote debe tener para ser sacerdote en Medjugorje.
Una vez dicho esto, creo que no es momento de hacer ningún tipo de especulaciones sobre el papel de nuestro obispo. No puedo hacer ningún tipo de suposiciones. Aunque de verdad, yo siempre he visto el ministerio del obispo respecto a Medjugorje de una manera positiva. Personalmente, nunca tuve problemas con él. Con el único con quien he tenido problemas es conmigo, pero con el obispo, nunca.
El obispo siempre es una ocasión para la disciplina en la Iglesia, porque independientemente de si el obispo cree o no en las apariciones, o si nosotros creemos o no, tenemos la misma fe. Por eso, nosotros estamos en una unión absoluta con el obispo. En unión absoluta en la fe de la Iglesia Católica, y en la obediencia al obispo y a la Iglesia de Roma.
Para nosotros, el obispo es como un faro en la noche. Mirándole al obispo sabemos qué camino seguir. Ese es el ministerio que tenemos nosotros y el que tiene el obispo, y en ello vamos juntos. Por eso el obispo se siente muy bien cuando viene aquí, a nuestra parroquia, y nosotros nos sentimos bien con él.
Mire, tal vez el mundo hable de que nosotros y el obispo no nos llevamos bien. Pero esa relación de la que habla el mundo, entre nosotros no tiene importancia. Lo que sí que importa es lo bien que nos llevamos con respecto a las cosas cruciales de la fe.
De las cosas más relevantes en estos años es que la propia Roma consideró que la percepción del obispo de Mostar no puede ser tomada en cuenta como criterio oficial, ni definitivo ni como parte de una investigación, aunque sí respetándolo como una opinión personal, evidentemente.
El Vaticano formó en 2007 una Comisión de Investigación sobre el Fenómeno de Medjugorje, que comenzó el trabajo de campo y de estudio en 2008 y que, mientras no vea en torno al fenómeno ninguna idea contraria a la doctrina o a la sana devoción por la Virgen María y a la piedad tradicional, no se pronunciará hasta que no acabe su trabajo, lo cual, probablemente ni si quiera los propios miembros de la Comisión sepan cuando será.
Mientras tanto, los fieles católicos pueden peregrinar a Medjugorje con toda paz y tranquilidad, como a tantos otros lugares del mundo, dejando trabajar en paz y con confianza a quienes se deben ocupar de la investigación, y dejando peregrinar con el respaldo de la Iglesia a quien quieran hacerlo libremente.
Algunas fuentes aseguran que ya ha habido años de esta primera década del siglo XXI en que se ha superado la cifra de dos millones de peregrinos. Los videntes siguen con sus vidas, los frutos se siguen multiplicando, así como los ataques mediáticos llegados desde todo tipo de prensa, católica y no católica, y la Comisión sigue investigando y vigilando con la apertura y la prudencia que un acontecimiento como este merece, con el respeto por tantos testimonios de gentes que aseguran haber entrado en la Iglesia por esta puerta llamada Medjugorje.
En 2009, durante el Festival de Jóvenes, se reunieron más de 60.000 peregrinos de más de sesenta países distintos. Algunas de la Eucaristías del evento fueron concelebradas por más de seiscientos sacerdotes y fue posible ver una de las tardes del evento a más de doscientos sacerdotes confesando en torno a la parroquia, en una imagen única en la actualidad en el seno de la Iglesia Católica. Esto es un hecho, no una opinión, y de esta manera se informa en este sitio de Internet que no es sencillamente más que eso, un canal de información, no de opinión.