Mi nombre es María Isabel Castillo, soy católica y en mi lucha personal ha estado por muchos años asistir diariamente a Misa, rezar el Rosario y mantenerme en gracia de Dios.
Hace unos meses, mi mamá me invitó a un viaje, el cual terminaría con un retiro en Medjugorje. Inicialmente rechacé la invitación, no quería ir por distintas cosas, pero después de unos días de insistir finalmente me convenció.
Durante el viaje me enteré que el retiro era de una semana e inmediatamente traté que disuadir a los que iban conmigo que fuéramos solamente dos o tres días. Me sentía ofuscada, pensando todo el tiempo qué iba a hacer durante una semana en ese lugar. La incertidumbre de cómo eran esos retiros, quién era el sacerdote que lo llevaría y especialmente, si creer o no creer, ya que el Vaticano no se ha pronunciado al respecto. Me sentía muy insegura y completamente en desacuerdo, pero no logré convencerlos, así que comencé a mentalizarme para una semana de retiro.
El domingo de partida, nos reunimos con unos amigos y salimos de Dubrovnik hacia Medjugorje. Me sentía feliz de verlos, pero al mismo tiempo con una opresión en el pecho y desesperación de tener q estar toda la semana en el retiro. Había escuchado muchas veces sobre Medjugorje, pero nunca me informé mucho al respecto, esperando a que el Santo Padre confirmara si la Virgen se aparece ahí o no. Posteriormente me di cuenta que no sabía nada al respecto. Según yo, la Virgen se había aparecido a algunas personas hace muchos años.
Al llegar a la casa de retiros, nos reciben en recepción diciendo que corriéramos a dejar nuestro equipaje en la habitación porque la Virgen se iba a aparecer en la planta baja en unos momentos, imaginen mi sorpresa, totalmente incrédula al respecto, hasta me sentía un poco burlada. Bajamos y algo rezaban en otro idioma, de pronto, todos en silencio. Yo no entendía nada y lo único que hacia era pedir perdón a la Virgen por no creer y también por lo que estaba pasando, si estaban usándola solamente como atracción turística para que la gente llegara a Medjugorje.
Después de un rato se retiraron todos los extranjeros, yo estaba lo más lejos que se podía estar de toda la gente y la aparición, ya que no creía que realmente estuviera sucediendo, y en ese momento vi a una señora mayor cargando algo muy pesado, con gestos me ofrecí a subirlo, no podría decir si lo que quería era irme de ahí o realmente ayudar a la señora. Al llegar arriba, la señora a quien ayudé tomo mi cara entre sus manos, me dio un beso tan amoroso que en ese momento realmente seno la presencia de la Virgen.
Inició el retiro con indicaciones del sacerdote que lo había organizado. Como era de esperarse, por mi actitud, no me gusto ni el padre, ni el retiro, ni la persona que administraba, ni nada. El siguiente día fue aun peor. Al mediodía era tal mi desesperación que subí a mi cuarto a llorar. Pedía perdón a la Virgen y rezaba Avemarías (una tras otra). Después de almuerzo nos invitaron a conocer la casa de Patrick y Nancy. Cuando llegue ahí, por primera vez en dos días, seno paz interior. Quería quedarme con ellos para ayudar en su labor maravillosa y no tener que regresar al retiro. Una de las cosas que más me impresionó en esa casa, a parte de la felicidad y paz que cada persona transmitía, fue la manera de hacer las cosas más sencillas con tanto amor. Una de las amigas que iba conmigo comenzó a ayudar a servir el postre, y en cuestión de segundos la frenaron y le dijeron que el postre se debe servir perfecto ya que todo lo que uno hace lo debe hacer para Dios. Un poco después, nuevamente una señora mayor paso a mi lado y me abrazo y dio un beso, nuevamente me seno abrazada por la Virgen. No cabía duda que Dios y la Virgen estaban presentes en cada una de esas personas.
Al día siguiente finalmente encontré la paz en el retiro y pude disfrutar de cada momento y de las personas que asistieron. Conocí personas maravillosas y escuche testimonios conmovedores. Tuve la inolvidable oportunidad de participar en una Misa y el rezo del Rosario, en la Parroquia, con al rededor de 30,000 personas, que con profunda fe demostraban su amor a Dios y la Virgen, ya que todas las misas las hacíamos dentro del edificio.
Que fácil es rezar en Medjugorje, que fácil es estar en presencia de Dios y de la Virgen María las 24 horas del día. Hoy no se si los videntes ven o no a la Virgen, pero definitivamente, aunque no la veamos, está ahí. Cuando me preguntan como es Medjugorje les digo que es lo mas cerca del cielo que he estado, y para vivirlo tienes que ir aunque sea por una hora al Castillo de Nancy y Patrick y sentir el amor de la Madre.