Posted on

Testimonio del doctor Ricardo Vladimir

Compartir:

Voy a dar testimonio de lo sucedido colocando en mayúscula lo que, a mi humilde entender, escapa del rigor científico, o que es casual, o que está guiado por una fuerza SUPERIOR que va más allá de nuestra comprensión médica y humana.

El día 16 de febrero de 2012, realicé tres intervenciones quirúrgicas en La Clínica de “Las Colonias” de la ciudad de San Carlos Centro, provincia de Santa Fe, bajo anestesia general.

Primeramente realicé adenoidectomía al niño de 4 años LS, sin problemas ni complicaciones. En segundo lugar, continuaba la cirugía de AF de 6 años de edad, a quien realizaría adeno-amigdalectomía más extracción de líquido de ambas cajas timpánicas por su otitis secretora para corregir su hipoacusia. La enfermera circulante de quirófano acuesta a la niña en la mesa de cirugía, que entra asustada y llorando, eran aproximadamente las 10:00h am, me quedo con ella acompañando al anestesista que comienza la inducción anestésica con máscara y cuando la niña queda quieta me voy a lavar las manos y a completar de preparar la mesa de instrumental quirúrgico junto con la instrumentadora. Mientras, el anestesista completaba su labor, logrando una vía, intubando a la paciente para proveerle oxígeno y conectando los aparatos que controlan pulso, oxígeno etc. Cuando tengo el “OK” del anestesista coloco el abreboca y no noto la resistencia habitual al mismo, comento: “¡qué buen campo quirúrgico que tenemos!”.

Comienzo la cirugía con la palpación manual del cavum faringeo, coloco el adenotomo de La Force y extirpo el paquete adenoideo que coloco sobre la mesa de cirugía. Cuando vuelvo la vista al campo quirúrgico observo un lago de sangre oscura, por lo que comento: “la sangre está negra”, obtengo por respuesta “está todo bien, seguí operando”. Continúo la cirugía extirpando los paquetes adenoideos laterales repaso el cavum con la cureta para que no queden restos y que no haya sangrado, todo este paso quirúrgico lo realizo muy velozmente, pero el sangrado era escaso y de color muy oscuro (lo normal es que el sangrado sea abundante y de un color rojo rutilante), por lo que insisto: “la sangre está negra, no me gusta esto” por lo que obtengo por respuesta: “dale, seguí, está todo bien”.

En este momento, o sigo operando, o detengo la cirugía.

Arranqué los campos quirúrgicos y detuve la cirugía ante la mirada atónita de todos, y en el fondo pensaba: “Dios quiera que esté equivocado”. Pero no, me alcanzan un estetoscopio y no escucho latido cardiaco, tampoco palpo latido carotideo, comienzo masaje cardiaco externo y convoco al quirófano al pediatra y al cardiólogo, mientras el anestesista bolseaba dándole oxígeno a la paciente.

El médico cardiólogo no pertenece a esa clínica, generalmente no está en la ciudad, pero ese día estaba en la ciudad y en esa clínica a 100 metros de distancia, tenía el teléfono móvil roto, no podía recibir llamadas, pero la llamada que se le hizo desde el quirófano entró, y se hizo presente en el quirófano, anteriormente ya habían llegado el pediatra y un médico clínico que me relevó en el masaje cardiaco.

El cardiólogo hace diagnostico ECG de fibrilación ventricular y se le realizan adrenalina y choque eléctrico con desfibrilador ( aparatología anticuada y prácticamente sin uso). Los dos primeros disparos no salieron. Durante el tercer intento se produjo la descarga eléctrica y luego el corazoncito de Abril comenzó a latir ante el alivio de todos los que estábamos en el quirófano, pero fue mucho el tiempo en que la niña estuvo en paro cardiaco, si bien estaba asistida con oxígeno y masaje cardiaco, fueron entre 16 ó 18 minutos, y esto es mucho tiempo para cualquier cerebro. Consecuentemente se despierta y se recupera de la anestesia con contractura de los músculos faciales, extremidades superiores e inferiores, de los músculos espinales (opistotono) la niña se arquea sosteniéndose en la mesa de cirugía con la cabeza y los talones de los pies, con las pupilas midriáticas (grandes) y sin reflejo fotomotor, todos síntomas clínicos de lesión cerebral.

Anoticio a la familia acompañado por los colegas de lo sucedido, imagínense la situación de la familia: los llantos, el griterío, la desesperación… Se produjo el desbande de familiares y colegas quedándome sólo con la madre de la niña, consolándola.

Hasta el día de hoy me pregunto cómo fui capaz de soportar esa situación que viví por primera vez en mis treinta años de cirujano, y siento que estuve en todo momento asistido por ALGUIEN O ALGO SUPERIOR, porque no es común suspender una cirugía apenas comenzada cuando te dicen “está todo bien”, siendo mi función poner toda mi ciencia y atención en la cirugía, y donde voy contando que el control de los signos vitales de la pacientita está a cargo del anestesista y, ante un evento como el sucedido, se encarga de la reanimación.

Pero bien las cosas sucedieron así y escuché por ahí “las casualidades (que fueron muchas en el evento) es la forma que tiene Dios de hacer milagros en forma anónima”.

Pues bien, continuando con el relato, la niña es trasladada al Hospital de Niños de la Ciudad de Santa Fe en ambulancia, intubada, acompañada por su pediatra y el anestesista. Yo iba detrás en mi automóvil y, en otros automóviles, los familiares para recorrer los 45 km. que hay aproximadamente desde San Carlos a Santa Fe.

Cuando la paciente es recibida en el Hospital de Niños tenía buen tono muscular, buen color, luchaba por sacerse el tubo endotraqueal y presentaba reflejo fotomotor. Tal es así que los médicos del Hospital de Niños que la recibieron le prestaron poca importancia hasta que escucharon el relato y vieron el electrocardiograma, la FV, el choque y el restablecimiento del ritmo cardiaco, por lo que quedó internada en Terapia Intensiva.

Regresamos a San Carlos y realicé la tercera cirugía que era extirparle pólipos nasales a un paciente mayor, cirugía que culminó con éxito. Terminé mi tarea, ese día no realicé consultorio porque estaba devastado, y me fui a descansar a mi casa.

Por la noche me comuniqué telefónicamente con UTI del Hospital de Niños y la nena había hecho convulsiones (mal pronóstico). Estaba sedada por la medicación anticonvulsionante pero la tomografía computada informaba que no había edema cerebral ni lesiones isquémicas.

El viernes 17 de febrero, muy temprano, me comunico telefónicamente con el Hospital de Niños y se me informa que la niña está muy mal, clínicamente no sostiene la cabeza, balbucea incoherencias y presenta un score de Glasgow muy bajo (8) y que al mediodía la iba a evaluar Neurología. Vuelvo a comunicarme a la noche y se me informa que el examen neurológico y electroencefalográfico es normal y sin lesiones de foco.

¿Cómo es esto? Que clínicamente esté todo mal y los estudios complementarios todo bien.

Es en estos momentos, de tanto agobio, que le suplico a LA VIRGEN por la vida de la niña (antes no lo había hecho) y siento la necesidad de ir hasta el lecho de la niña en UTI del Hospital de Niños a imponerle agua bendita que traje de MEDJUGORJE, y rezarle la oración de sanación que está al dorso de la imagen de la Virgen en una postal que adquirí en Buenos Aires, luego de la misa del Padre Danko, dentro de su gira por los diferentes países de América.

Mi señora no estuvo de acuerdo que hiciera esto, me dijo que mis colegas del Hospital de Niños ni los familiares de la nena lo iban a permitir y realmente pensé que me estaba volviendo loco, pero me dije: “esto lo voy hacer sea como sea”.

El día sábado 18 de febrero de 2012, mientras pensaba cómo realizar mis oraciones, suena mi teléfono móvil y el anestesista me dice “tenemos que ir juntos al Hospital de Niños”. Le habían solicitado que hiciera un informe y quería que lo acompañara, pues bien, me dije “ésta es la mía, me va ayudar a que diga mis oraciones a la niña”, y el no es muy creyente, pero de todos modos cuando le dije lo que iba a hacer, me dijo que me ayudaría ocultándome con su cuerpo para que nadie me viera.

Llegamos ese&nbsp,mismo día&nbsp,aproximadamente a las 14:00 h al Hospital de Niños en horario de visitas. La Terapia estaba llena de médicos, enfermeras, familiares de pacientes internados… Conté aproximadamente 20 camas, casualidad, la cama de Abril (así se llama la niña) estaba sola sin familiares, y los médicos y la enfermeras se fueron a atender otros pacientes, dejándonos solos al anestesista y a mí con la niña que estaba en posición fetal, sin sostener la cabeza, con las pupilas midriáticas (grandes), balbuceando palabras incoherentes con voz gutural, babeándose y revolcándose de un lado a otro, un espanto, hasta que se quedó quietita.

Me puse a su lado con disimulo y cuidando que nadie me viera, únicamente el anestesista que me ocultaba del resto de la sala, le hice la Señal de la Cruz en la frente con el agua bendita del Santuario e inmediatamente que concluí se despertó sosteniendo firmemente la cabeza, con su vista fijada en mí, con sus pupilas normales y con voz clara y firme me dice: “¿Qué es eso?”, a lo que le respondo: “Está todo bien, ahora dormite” por lo que la niña se duerme tomo la imagen de la postal de la Virgen y se la coloco en la frente, luego le impongo mi mano sobre ella y, mentalmente, le rezo la oración de sanación y cuando termino digo: “Amen”.

Se llenó la cama de médicos, enfermeras….Entrego la hoja quirúrgica, se relataron los hechos y me fui con la sensación del deber cumplido y la firme convicción que la nena iba a reaccionar. Sin embargo, ese sábado a la noche tuve miedo, no hable al Hospital por temor que me dijeran que la nena no estuviera bien.

El domingo 19 me sucedió lo mismo, era como si hubiera perdido la fe ¿quién era yo para haber hecho lo que hice? ¿con qué autoridad actué?. Pensé que me volvía loco.

El lunes 19 por la mañana tampoco hablé al Hospital, pero sí le hable con mucho temor al anestesista: “Qué, tenés alguna novedad de la nena?”. Me contesta: “Sí, ayer, (por el domingo) habló D.(el Pediatra) al Hospital de Niños y le dijeron que la niña hablaba perfectamente, se alimentaba sola, caminaba y corría, ubicada temporal y espacialmente….La pasaban a Sala Común para darle el alta en cualquier momento”. Pensé: “hombre de poca fe”. Me lloré todo un río como dice la canción, mientras se hacía el blanco en la conversación y el anestesista me preguntaba que de dónde era esa Virgen…

Hoy Abril F, juega con sus amiguitas, va a la escuela y es una niña normal y esto la Ciencia no lo explica, un cerebro sin oxigenar tres minutos se lesiona (en un niño, unos pocos minutos más, pero no tantos….) ¡GRACIAS DIOS MíO!

No tengo ninguna duda que estuvimos todos PROTEGIDOS POR EL MANTO DE LA VIRGEN. ¡ALABADO SEA EL SEñOR.!

Compartir: