En Diciembre del 2018 realicé, por tercera ocasión, una visita al Santuario de la Santísima Virgen María, Reina de la Paz, en Medjugorje, Bosnia-Herzegovina. Tenía dos años de no visitar Medjugorje después de haber vivido ahí por cuatro meses en el año 2016. Esta tercera visita era especial, pues estaba por iniciar mi formación en el seminario para la Arquidiócesis de San Antonio, TX, EUA, en Enero de 2019. Había decidido regresar a Medjugorje para agradecer a la Santísima Virgen por haber sido aceptado en el seminario, y para pedir su bendición en ese nuevo capítulo de mi vida que estaba por comenzar.
El día 2 de Diciembre, muy temprano, me dirigí hacia la Cruz Azul para estar presente en el momento de la aparición de la Reina de la Paz a la vidente Mirjana Dragicevic-Soldo, que era para orar especialmente por aquellos que no han conocido el amor de Dios. Después de haber estado presente por cuatro meses en esas apariciones de Agosto a Diciembre de 2016, el ambiente me era completamente familiar, y me sentía feliz de poder estar nuevamente en ese bendecido momento cuando la Madre de Dios se haría presente de manera especial. Hacía mucho frio, y en comparación con las grandes masas que se hacían presentes en los meses de verano y otoño, era poca la gente que estaba reunida para la ocasión. Sin embargo, a pesar del frio y del mal tiempo, nada nos detuvo para acompañar a Mirjana en oración mientras se encontraba con la Santísima Virgen esa gélida mañana.
Rezamos el Rosario en diferentes idiomas, cantábamos, y juntos esperábamos el momento de la aparición. Con la llegada de Mirjana a la Cruz Azul, sabíamos que solo faltaba la llegada de aquella por la cual estábamos todos reunidos, y a la que esperábamos con amor y devoción. Aunque estaba yo atrás de la Cruz Azul y podía ver perfectamente a Mirjana desde arriba, no quise tomar foto alguna en el momento de la aparición, sino que deseaba unirme en oración a ella cuando estuviera la Santísima Virgen María presente. Solo deseaba ver la belleza del momento cuando su rostro se transformaba en éxtasis ante la llegada de Nuestra Señora. Yo sabía que en el momento que ella pusiera su mano en el corazón, para calmar su emoción, era la señal de que la Virgen estaba cerca. Así sucedió. Pocos momentos después, Mirjana alzó la mirada y sonrió llena de asombro, alegría y amor. Frente a ella, y junto a nosotros, estaba la Madre de Dios presente. Durante la aparición, hice mi oración profunda, aprovechando ese momento de gracia y de la presencia especial de la Santísima Virgen, teniendo en cuenta siempre lo que ella enseña al respecto. Desde el inicio de las apariciones, ella ha recalcado que ella está más presente durante la Santa Misa y la Adoración Eucarística que durante una aparición. La aparición es solo una gracia especial que Dios concede, pero que jamás superará en importancia a la Eucaristía, pues es durante la Misa que “mi Hijo se hace presente.”
Terminada la aparición, seguimos orando y cantando mientras Mirjana dictaba el mensaje transmitido por Nuestra Señora a los traductores, quienes lo escribían y traducían al inglés e italiano. Finalmente, después de recibir la bendición de los sacerdotes, Mirjana emprendió el regreso a su casa, siempre custodiada para ser protegida del tocamiento excesivo por parte de algunos peregrinos. Decidí ir a esperar a Mirjana afuera de su casa, la cual no está lejos del Monte de las Apariciones, con la intención de quizás poder saludarla brevemente. Me dirigí, pues, desde la Cruz Azul hasta su casa para esperarla junto con otros peregrinos que también deseaban saludarla.
Después de un rato esperando, vi que Mirjana se acercaba, seguida por muchas más personas. Esperé junto a la puerta mientras ella se acercaba cada vez más. Muchas personas querían hablarle, tocarle, y sacarle alguna foto, aunque ella se limitaba a saludar con gran sencillez y con una hermosa sonrisa llena de la alegría de Dios, siempre impidiendo que ella fuera tomada como una celebridad o persona privilegiada. De repente, al no poder acercarme mucho, me animé a decirle, en voz alta y en inglés (ya que aún no domino bien el italiano): “Rezo por ti Mirjana.” Entonces Mirjana volteó hacia mí, y con una cálida sonrisa, contestó: “Y yo por ti, estamos unidos en oración.” Supongo que, ante miles de peticiones de oraciones que recibe para presentarlas a la Virgen, le dio gusto saber que alguien también reza por ella. Le sonreí y agradecí con la mirada, observando como entraba con su familia y algunos peregrinos a su casa. Aunque muy breve, mi encuentro con Mirjana fue de gran bendición, pues en efecto, constantemente rezo por ella, por los otros videntes, y por su misión de ser mensajeros de Nuestra Señora. También por los parroquianos y por los sacerdotes de la parroquia de Medjugorje. Todos ellos han respondido con todo su corazón al llamado de la Gospa, y a pesar de tantas dificultades, persecuciones, y obstáculos, se han mantenido firmes y fieles en su escuela de santidad, viviendo profundamente su fe en el Señor guiados por los mensajes de la Santísima Virgen.
Nacida en Sarajevo, el 18 de Marzo de 1965, Mirjana tenía solo 16 años cuando, con los otros cinco videntes, comenzó a recibir las apariciones de la Santísima Virgen María en Medjugorje. Ahora casada y con dos hijas, tuvo apariciones diarias hasta 1982, cuando la Virgen le entregó el décimo secreto, prometiéndole una aparición anual el resto de su vida el 18 de Marzo, la cual no tiene relación con su cumpleaños celebrado ese mismo día, sino con los secretos que más tarde se darán a conocer. Además, recibió la promesa de algunas apariciones extraordinarias de la Reina de la Paz, las cuales comenzaron el 2 de Agosto de 1987 y continuaron el día 2 de cada mes hasta el 2 de Marzo de 2020. El propósito era reunirse con la Santísima Virgen para orar juntas por la intención especial que le encomendó a Mirjana para su oración: por aquellos que no conocen el amor de Dios, es decir, los no-creyentes, que no sienten a Dios como Padre y a la Iglesia como su casa.
La noticia recibida el 18 de Marzo de 2020 de que Mirjana no recibiría más la aparición del día 2 de cada mes, sino únicamente la del 18 de Marzo de cada año, fue de gran sorpresa para todos, pues ya no habrá más mensajes del día 2 sino solo del día 25 transmitido a través de la vidente Marija. Sin embargo, al reflexionar en ello, pensaba que no debemos estar tristes al respecto, pues eso no significa que la Santísima Virgen se ausentará de nosotros. Al contrario, su amor permanece hoy más que nunca. Un ciclo ha terminado en su escuela, y como buena madre y maestra, nos ha repetido amorosa e incansablemente lo que debemos hacer. Ahora es tiempo de mirar hacia atrás y poner en practica todo lo que Nuestra Señora nos ha enseñado por tantos años en su escuela de santidad, que es una llamada a la conversión, a ser fieles discípulos de Jesús, dejándonos transformar por la gracia de Dios volviendo al Evangelio, a los sacramentos, y a las obras de misericordia. Hoy, más que nunca, debemos colaborar con la Santísima Virgen María para que se realice su plan de paz, ser sus “apóstoles de mi amor” y sus “manos extendidas”, y orar por sus intenciones y por el triunfo de su Inmaculado Corazón, que desea maternalmente seguir conduciéndonos a Jesús a través del camino del amor. En eso consiste Medjugorje, en ser un camino que nos conduce a todos al verdadero amor, que es Dios. Así lo expresa Mirjana, en su libro autobiográfico, de la siguiente manera:
Veo los mensajes de Nuestra Señora como una llamada a la conversión y una afirmación de la existencia de Dios. Con palabras sencillas, nos da los instrumentos para relacionarnos con Dios, entre ellos la oración, el ayuno, la Confesión, la Santa Misa, y la Biblia. Pero el énfasis principal es en el amor. Dios quiere que veamos un hermano en todas las personas que encontramos, que las amemos sin condiciones ni excepciones, y que rechacemos la tentación de odiar y de juzgar…Como maestra nuestra en la “escuela del amor”, la Bienaventurada Madre nos ofrece un programa a través de sus mensajes. Sus “lecciones” nos ayudan a llegar al conocimiento del amor de Dios… Nuestra Señora no nos exige que hagamos estas cosas. Pero nos anima y nos presenta un mapa que nos conducirá por la vía del amor. Por medio de sus mensajes nos recuerda que los medios para vivir el Cielo en la tierra- y después de la tierra- están al alcance de nuestra mano…[1]
[1] Mirjana Soldo, Mi Corazón Triunfará, (Madrid, España: Libros Libres, 2016), pp. 302 y 305.