• Mariofanías del S. XX: Las Apariciones de la Virgen Pura Dolorosa a Felisa Sistiaga (Umbe, 1941-1988).

Estas mariofanías (unas 60 Apariciones entre 1941 y 1988) no han sido todavía reconocidas oficialmente por la Iglesia para la que aún “no consta la sobrenaturalidad” de las mismas. Sin embargo, el Obispo de Bilbao ha aprobado la devoción a la Virgen María de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia, bajo la advocación de Virgen Pura Dolorosa en Umbe. También en Umbe como en Fátima a las Apariciones marianas, las acompañaron otras visiones de ángeles (del ángel de la guarda y de arcángeles como san Miguel y san Gabriel), de santos (como san Pedro) y del Niño Jesús; y, fenómenos sobrenaturales: comuniones místicas, que recibirá Felisa de manos de ángeles y de la misma Virgen, o perfume espiritual de rosas.

El lugar de las Apariciones es una finca forestal en el Alto de Umbe o, en euskera, Unbe Gaina (Laukiz, Bizkaia) en el País Vasco (España), a unos 15 kilómetros de Bilbao. Se trata de una cumbre modesta que separa el Goyerri, al Sur, del valle de Butrón. Un sitio tranquilo en un bello entorno natural, alejado del ruido, y convertido en lugar de oración y peregrinaje al que acuden miles de personas de todas partes (unas 50.000 al año) a venerar la imagen de la Virgen Pura Dolorosa, entronizada en la Casa donde se le apareció por primera vez a Felisa Sistiaga convertida en un pequeño Santuario.

Partiendo de Bilbao por la carretera que va a Asúa y Lujúa se asciende al Alto de Umbe y tras un recorrido de algo más de un kilómetro, se toma a la derecha un desvío señalizado que penetra, precisamente, en la finca forestal por la que tras un descenso de kilómetro y medio se llega, primeramente, al Pozo (antiguo abrevadero) de agua bendecida para siempre por la misma Virgen. En frente de éste hay un Sendero de unos cincuenta metros, por el que un día caminó descalza la Señora, que termina en una pequeña esplanada delante de la Casa de campo, donde vivía la familia de la vidente Felisa, llamada por la Virgen su Casa. En la actualidad hay una zona amplía de parking para acoger a los peregrinos que llegan en coches particulares o en autocares.

Felisa Sistiaga, la vidente

Felisa tenía 33 años al comenzar las Apariciones, la noche del 25 de marzo de 1941.

Felisa era una mujer sencilla, muy humilde, bondadosa, de carácter grave y buena salud, que nació en 1908, en Plencia (en euskera y oficialmente Plentzia), a unos 25 kilómetros de Bilbao, en la costa, en el noroeste de la provincia de Vizcaya, en el seno de una familia numerosa.  Sus padres eran labradores y ella la cuarta de diez hijos. Nunca fue a la escuela y, por lo tanto, su labor era ayudar en las tareas de la casa y del campo. Contrajo matrimonio con Bonifacio Arrieta, que era guarda forestal. Los dos se trasladaron a vivir al caserío de la finca forestal en el Alto de Umbe, donde nacieron sus cuatro hijos: Marian, Inés, Feli y José Luis.

Mientras Bonifacio realiza las labores de vigilancia, Felisa se ocupa de las labores del hogar y la huerta. Los niños ayudan a sus padres cuidando el ganado y acuden al colegio en el vecino pueblo de Butrón. La familia rezaba todos los días el Rosario, e iba a misa los domingos. En ese ambiente apacible y con el tiempo dedicado a las tareas del hogar y de la finca transcurre la vida de la familia Arrieta Sistiaga.

Felisa falleció a las 6 de la tarde del 10 de febrero de 1990, a los 82 años. Cumpliendo el mandato de su madre, sus hijas Feli, Marian e Inés procedieron ante notario, un mes más tarde, el 9 de marzo, a la apertura de un sobre cerrado en el que ella guardaba celosamente un mensaje y un objeto, para que fuera abierto después de su muerte. Todo ello, según había afirmado Felisa, por encargo de la Santísima Virgen.

La Historia: Primeras Apariciones

La vida de Felisa cambió el 25 de marzo de 1941, fiesta de la Anunciación de Nuestra Señora. Esa noche Felisa estaba sola en casa, sentada frente a la cocina, esperando a que su marido volviera de trabajar. Sobre las doce, mientras miraba por la ventana, ve un gran resplandor que descendía y un bulto oscuro envuelto en una nube clara. Se asusta. Desaparece la luminosidad y, al poco, oye unos golpes en la puerta. Acude a abrir pensando que era su marido, pero no hay nadie. De nuevo llaman a la puerta. Abre, nuevamente, pero tampoco ve a nadie y decide dejarla abierta.

En cuanto vuelve a sentarse ve en un rincón de la casa a la Virgen, vestida de Dolorosa, arrodillada y acompañada a ambos lados de candelabros con sus velas. Felisa en su Diario describe así a la Señora enlutada: “Traía un libro que leía. Vestía de negro con una toca que llegaba a los hombros y caía hacía media espalda. Llevaba una tira frontal blanca que impedía ver su pelo. Su cara muy fina, un poco alargada, de facciones perfectas. Tez morena clara, ojos oscuros, con yemas de un intenso azul celeste, no muy grandes, abiertos, de mirada brillante, fija, muy expresiva, y sonriente. Nariz recta, muy fina, así como sus labios muy finos y bien moldeados. Manos finas. De unos 18 o 20 años. Llevaba pechera discreta redonda blanca y cuelga dos tiras doradas adosadas al vestido que llega hasta los pies. Mangas anchas sin dibujos en los rebordes, por debajo de ellas unas mangas blancas muy ajustadas a las muñecas. No muy alta. Sus pies desnudos”. Y añade: “Lleva en la muñeca un Rosario marrón de 15 misterios y una corona de estrellas sobre la cabeza muy reluciente inclinada hacía la nuca sobre la toca, de las que cuatro estrellas, en la frente, eran mayores y muy resplandecientes”.

Felisa, al verla, empieza a llorar y le dice en euskera que la lleve con Ella. Pero, la Señora no le habla y se va. No volverá hasta 28 años después. Antes, el 29 de junio de 1968, a las dos de la madrugada, estando despierta, se ilumina la habitación y se le aparece san Pedro. Y unos años antes, junto a la casa, sobre la rama de un árbol, vio un ángel vestido con túnica blanca y alas azules. Ángel que volverá a ver en varias ocasiones.

La segunda Aparición tiene lugar el Viernes de Dolores del año 1969, 28 de marzo. Iba Felisa de paseo con su nieta Angelita, de 6 años. En un recodo del camino cerca de casa, ve nuevamente a la Señora vestida de negro. Le pregunta dos veces en vasco qué desea, pero no contesta nada y se va. Tres semanas más tarde vuelve a aparecerse enfrente del caserío. Le pregunta y tampoco responde.

El sábado 19 de abril de 1969 a las 21:30 h., ve descender una nubecita blanca. Al llegar al suelo, aparece la Virgen. Pregunta otras dos veces en vascuence qué desea, pero tampoco contesta. Da unos pasos y se va en la nube.

La primera vez que Nuestra Señora habla es el viernes 23 de mayo de 1969. Felisa regresa del Hospital de visitar a su hija ciega Feli. Cerca de casa, al acercarse al pozo, sobre las 19 h., ve a la Virgen. Ahora, cuando le pregunta en vasco, lo mismo de las otras veces, Ella le contesta en castellano: – “¿Sabes en qué mes estamos?” Y añade: – “Yo os he ayudado mucho, pero estáis en mi casa y quiero que la dejéis”.  Felisa le contesta, enseguida, que pronto la dejarán y que será suya. La Señora da unos pasos y se va.

Comienzan los mensajes y los milagros

El Domingo 8 de junio de ese mismo año Felisa va a la cuadra a coger carbón. Se aparece la Virgen y, entre otras cosas, le dice: – “Tengo que decirte para bien vuestro y gloria de Dios, os quiero mucho y deseo vuestra salvación para reuniros en torno a Dios. Vengo por mis hijos”.

El sábado 12 de julio de 1969, sobre el mediodía, ve que de la ventana de la cuadra sale humo. Al abrir la puerta de la cuadra no se podía ver nada, pero era un humo especial, no irritaba los ojos. Al entrar ve en un rincón un pequeño puñado de paja que ardía sin consumirse. Y así estuvo por más de doce horas. De pronto, se presenta la Virgen con grandes resplandores. Felisa le dice que le comunicó a todos lo que le dijo y que el párroco le aconsejó que estuviese tranquila. La Señora responde: – “Dile a ese cura, él será quien celebrará aquí la primera misa”. Y, saliendo por la puerta, se va como siempre por el cielo abierto.

Una semana después, el domingo 20 de julio, el día en que el hombre llegaba a la luna, sobre las 10 h. sale Felisa al corral a dar de comer a las aves. Con sorpresa ve a la Señora muy resplandeciente. Se arrodilla ante ella y la saluda con el “Ave María Purísima” y el “Dios te salve”. La Virgen dice: – “El primer día que yo vine a salvarte, bajé primeramente al pozo, y esta agua desde hoy queda bendecida para siempre y curará a los enfermos y a los sanos que se laven la cara y los pies (…) Quiero que aquí se levante una capilla”. Ese mismo día su marido, enfermo desde hacía trece años de una grave enfermedad incurable en los huesos, va al pozo y nada más tocar el agua para santiguarse se siente curado. También sanará su hija Feli, asimismo desahuciada por los médicos. Ambos milagros están documentados con certificados oficiales. Desde entonces, más de 500 casos de curaciones inexplicables (de cuerpo y alma) se han recogido como testimonio de agradecimiento y prueba de que la Virgen cumple siempre lo que promete. Precisamente uno de los mensajes más repetidos en Umbe es este: “el agua seguirá curando”.

El jueves 7 de agosto, a las 7:30 de la mañana, Felisa sale a por leña, y ve al ángel junto al pozo. Corre hacía él y le dice que ha hecho todo lo que le mandó la Señora y que seguirá haciendo cuanto le mande. El ángel le dice: – “Vendré con todo lo que Ella quiere a las 10 de la noche del día 9”. Fiel a la cita el ángel acude puntual con una bolsa roja de terciopelo que lleva colgada del cuello de la que saca un pedazo de tela negra aterciopelada y unas velas.  Le dice: – “La Virgen quiere que su Manto sea como este (trozo de tela) y que las velas se pongan a quemar donde Ella se presentó por primera vez”. Y añade: – “Haréis una cruz blanca y avisarás al párroco que venga a ponerla aquí, donde yo estoy y recoja lo que te he entregado”, confiándole, de parte de la Virgen, un secreto que no se sabrá hasta después de la muerte de Felisa. No tardaron en cumplir su petición: el lunes 11 de agosto a las 21 h. fue el sacerdote a recoger lo que trajo el ángel y a colocar la cruz que aún hoy permanece en el mismo lugar.

La Señora revela Su Nombre

El jueves 21 de agosto de 1969 a las 8 h. de la mañana ve a la Virgen junto a la cuadra muy resplandeciente como siempre que le dice: – “Soy la Virgen Pura Dolorosa”. Y añade: – “Ve a confesarte con el párroco y dile lo que nunca le has confesado a nadie”. El párroco va a confesarla y le lleva la comunión erigiendo un altar en la habitación de la Virgen.

El 13 de diciembre ve al ángel en el pozo, con gran resplandor a su alrededor, que le dice: – “No olvides todo lo que has prometido”. A partir del año siguiente las Apariciones toman fuerza y la Virgen posesión de la casa.

La familia deja la Casa y aumentan las Apariciones

El 3 de enero de 1970 la familia Arrieta Sistiaga abandonan definitivamente el caserío que les pidió la Virgen para Ella y, desde entonces, dedicarlo al culto y a la oración. A las 4:20 de la tarde el párroco enciende las velas traídas del cielo como ordenó el ángel y rezan un Rosario. Casi al final, aparece la Virgen Pura Dolorosa, pero se mantiene en silencio. No dice nada. Sólo sonríe.

El Viernes Santo, 27 de marzo, mientras están en la habitación rezando el Rosario, sobre las 18:30 h., se aparece la Virgen. Felisa le da dos besos en el manto. La Señora le dice: – “Vengo con el Mensaje para la paz del mundo”. Y, a partir de entonces, se aparecerá al menos una vez al mes.

El sábado 23 de mayo dice: – “Como vosotros habéis cumplido mis deseos, Yo cumpliré los vuestros”. Lo mismo repetirá el 14 de julio: – “Cumplid mi deseo en la tierra, que haré el vuestro en el cielo. Yo os quitaré las lágrimas”.

Un detalle curioso que llama la atención es que aquí en Umbe, como en Garabandal, la Virgen besaba los objetos religiosos que le presentaba Felisa.

El Deseo de la Virgen Pura Dolorosa

El sábado 12 de septiembre de 1970, sobre las 17 h., la Virgen revela Su anhelo: – “Mi deseo es traer la paz al mundo”. Dos semanas después (el día 26) repite el mismo afán: – “Yo bajo del cielo porque deseo la paz del mundo”. Ese día, por primera vez, la Señora pregunta a Felisa si está conforme para tomar la Sangre de Su Hijo y le da la comunión de un pequeño cáliz dorado que trae consigo. Y pregunta: – “¿Estáis conformes en sufrir por la paz del mundo?” dándoles ánimos para no rendirse por nada. Felisa cuenta en su Diario cómo se fue la Virgen: “Después de terminado (el Rosario) salió por la puerta. Al salir (de la habitación), da unos pasos muy pequeños, una vez fuera, toma un impulso y se eleva suavemente hasta llegar al círculo abierto en el cielo, y una vez allí desaparece”. También asegura que no era como una imagen o estatua, sino una persona viva, de carne y hueso.

El 8 de noviembre le dice: – “Ven cuando quieras que te espero”. En la fiesta de Su Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, alrededor del mediodía, asegura: – “Estad alegres, que Dios os acompaña en vuestros pasos”. Ocho días después, reza con ellos el Rosario, y declara: – “Para salvar almas Dios quiere que haya más fe en el mundo (…) Si hacen lo que Yo os digo, se salvarán y tendrán paz. Quiero aquí una capilla. Las guerras terminarán. Pero si no dejan de ofender a Dios, comenzarán, a no tardar mucho, otras peores. Vosotros rezad el Rosario todos los días por la conversión de los pecadores”.

El 27 de enero de 1971 les dice: – “Vuestra misión consiste en ayudar a que me conozcan”, y el jueves 11 de febrero: – “El Señor quiere vuestra ayuda”.

El día del treinta Aniversario de la primera Aparición, 25 de marzo de 1971, la Virgen declara: – “Quiero que reconozcan los sufrimientos de mi Hijo. Pedid a la gente que tenga fe en Mí”. Entonces, Felisa ve a Jesús postrado en tierra para ser crucificado y a la Virgen, a Su lado, muy afligida y llorosa.

El domingo 4 de junio de 1972 insiste en el llamado a la oración y a la construcción de Su Capilla con una referencia a España: – “Cumplid bien vuestros deberes, orad, orad siempre, que Soy la Madre del Salvador, la Madre de Dios. Quiero una Capilla y que se acuda a ella en procesión (…) Esta nación provoca muchos errores contra la Iglesia (…) Orad, que Mi hijo escucha vuestras oraciones”.

De otra suerte, la importancia y centralidad de la Eucaristía se revela en las diversas ocasiones en las que Felisa recibe la comunión de Sus manos o de manos de ángeles (como ocurre el 17 de enero de 1972 cuando se le aparece san Gabriel y le dice: – “Pobres pecadores, pobres los que piensan que no existe Dios”). El sábado 3 de octubre del año 70 la Virgen le volvió a dar la comunión, esta vez bajo las dos especies. El 13 de marzo de 1971 le dirá: – “No dejes de visitar al Santísimo que te espera”. Y el 22 de agosto: – “Comulga siempre que puedas”.

También en Umbe, como en Medjugorje, la Señora al pedir que recemos lo subraya repitiendo el imperativo tres veces: – “Orad mucho, orad, orad” (22/8/1971).

Visiones del Más Allá

Felisa tendrá también, como otros videntes (como los de Fátima y Medjugorje), visiones del cielo, del infierno y del purgatorio. En primer lugar, el jueves 24 de diciembre de 1970, vio horrorizada el infierno al que caían las almas como copos de nieve y en el que no faltaban las de “sacerdotes que dan la espalda al Señor”. A este respecto el 25 de julio de 1971 le dijo muy triste y afligida: – “El Papa, los Obispos y los sacerdotes han perdido la luz del Evangelio. Buscan a ciegas. Sufren caídas y con ellos los pueblos. Quieren buscar la salvación sin Dios”.

El viernes 13 de agosto de 1971, sobre las 5 de la madrugada, la Virgen llama suavemente a Felisa por su nombre y le dice: – “Confiad en Mí vuestra Madre y en el Señor. Orad por los pecadores y por las almas del purgatorio”. Y, unos meses después, el 2 de noviembre, día de los fieles difuntos, se le aparece san Miguel arcángel y mostrándole el Purgatorio le dice: – “Reza por las almas del Purgatorio que hoy es el día de ellos y necesitan luz”. Por último, el arcángel le dijo: – “Orad mucho que así como está contaminado todo, también la fe se está contaminando”.

Antes de esta visión del Purgatorio, el 25 de agosto de 1971, tuvo Felisa una visión del Cielo como un hermosísimo templo muy grande lleno de gente de todas las razas entre los que reconoció a san Ignacio de Loya y santa Teresa de Jesús y a una hermanita suya, Micaela, que murió a los cinco años.

La últimas Advertencias al mundo: mensajes proféticos

A partir del año 1971 comenzó la Virgen a dar mensajes proféticos, apocalípticos, muy parecidos a los de Garabandal (como veremos) y, algunos, concretamente para España, como en Ezquioga. Mensajes proféticos en clara continuidad con lo que reveló a los pastorcitos de Fátima (el Secreto del 13 de julio de 1917) y de La Salette (el sábado 19 de septiembre de 1846). Recordemos que esta última (una sola Aparición de unas dos horas) es considerada matriz de la Era Mariana y madre de todas las profecías sobre los últimos tiempos.

La Virgen le dijo a Felisa el 6 de julio de 1971 que estas eran sus últimas advertencias a la humanidad: – “A todos mis hijos los quiero mucho, pero son pocos los que me escuchan (…) Estoy dando los últimos avisos al mundo. Las Iglesias, algunas se quedarán vacías. A otras acudirán pocos fieles, pero como aviso, ocurrirán catástrofes. Los que no aman a Dios sufrirán mucho. Los que tengan fe no sufrirán”. Y el domingo 19 de septiembre declaró: – “Yo que te hablo soy la Madre de Dios. El que me sigue, no camina en la oscuridad. Vuestros pasos y vuestro camino los iluminará Dios. Vengo por toda la humanidad (…) Orad, penitencia. Estoy dando los últimos avisos”. Meses antes, el 23 de mayo, había dicho con profunda pena: – “Por todos mis hijos mis ansias y dolores no tienen fin. Grandes faltas de fe en la tierra acarrearán su miseria (…) Esto es un aviso del castigo”.

Porque en realidad son eso: advertencias, avisos; no amenazas. María no es profeta de catástrofes, de calamidades, sino una Madre amorosa que no desea otra cosa que el bien y la felicidad de sus hijos, y, viéndonos cómo nos encaminamos hacía el precipicio, cómo a pesar de sus advertencias no nos enmendamos y seguimos ofendiendo a Dios…; una y otra vez, de mil y un modos y maneras, en tantos lugares de la tierra, nos llama con urgencia, insistentemente, a la conversión, a la penitencia. Porque sus profecías están abiertas, condicionadas, precisamente, a la respuesta que demos; al caso que le hagamos. Ella habla siempre en condicional: – “Si hacéis lo que Yo os digo…” (16/12/1970); “Si no se nos hace más caso…” (23/5/1971); – “Si no se escuchan mis palabras…” (4/6/1971); – “Si no cambiáis como Dios espera…” (15/11/1971); … Y, siempre, con una fuerte carga de esperanza: al final, Su Corazón Inmaculado triunfará (Fátima y Medjugorje).

De esta suerte, el 22 de junio de 1971, la Virgen Pura Dolorosa manifestó: – “Me he aparecido en varios lugares, pero son muy pocos los que creen. Salvaré de las guerras a España, pero habrá muchas catástrofes y enfermedades. Morirán muchos. Antes que el castigo, os daré el aviso. Se iluminará el cielo con una cruz, que al descomponerse producirá una inmensa luz blanca, que incluso impedirá ver el sol. Durará 4 horas. Seguidamente azotará un viento ardiente en toda la tierra. De la impresión, muchos morirán. Los que tengan fe en Dios no sufrirán”.

Y el 25 de julio, asegura: – “El último esfuerzo del cielo será el milagro para la conversión de los pecados”.

Será en 1972 cuando las advertencias tomen más fuerza. Ya en enero, el día 21, le confiesa apenada: – “El castigo que mi Hijo dará a la humanidad ya está preparado para tantísimos pobres pecadores. Yo vuestra Madre, mi voluntad es generosa, pero ya no puedo aguantar más”.

El 15 de noviembre de 1972, asegura: – “Hija mía, escucha bien. Sé fuerte en la fe. Como si fueras una niña velaré y siempre estaré a tu lado. Me has pedido una señal para que todos crean en mis palabras. Yo te digo una vez más: el agua seguirá curando. Hoy en tu presencia me dirijo a la humanidad entera, Yo, vuestra Madre y mi Hijo Jesucristo: Si no cambian los hombres como Dios espera, el castigo ocurrirá en un instante y entrarán en terror. Vosotros, verdaderos cristianos de mi Hijo Jesucristo, no lo olvidéis: oración y penitencia, porque se está acercando el castigo, no te digo ni hoy ni mañana, pero falta poco para que termine el siglo. Los más altos cargos provocan la ira de Dios. No se hace caso a los Mensajes, pero ocurrirán cosas que no podrán estudiar los científicos ni la humanidad entera”.

Años más tarde, el 28 de febrero de 1976, sobre las tres de la madrugada, estando dormida Felisa, la llama la Virgen para felicitarla por su cumpleaños, y le dice: – “Estoy contenta, muy contenta con vosotros. Con el Rosario venceréis, no lo dejéis de la mano, los que lo abandonan perecerán. Vienen días de purificación para España: disturbios sangrientos y malas cosechas, crisis, hambre, enfermedades y muerte. La Iglesia parecerá que desaparece y quedará como destruida. Yo seré vuestra fortaleza y vuestro consuelo en esos días”.

Finalmente, el sábado 1 de septiembre de 1979 se le aparece el Niño Jesús. Al preguntarle qué quería de ella, le dice: – “que cuides bien de mi Madre. Hoy con tantas flores sonreirá”. Felisa se queja: – “Los hombres no creen”. A lo que el Niño contesta: – “Para cuando crean, será tarde”.

Última Aparición y Mensaje

Esta tiene lugar el jueves 8 de diciembre de 1988 a las cinco de la madrugada. La Señora se le aparece acompañada de dos peregrinos ya muertos: un sacerdote (antiguo confesor de Felisa) que le dice: “Dios y la Virgen no tienen tanta prisa como se tiene en la tierra”, y un laico que asegura: “Donde estoy no hay sufrimiento. Sin merecerlo, con vuestras oraciones estoy en el cielo”.

La Virgen le da Su último Mensaje: – “Hoy en tu presencia me dirijo a la humanidad. Los demonios están sueltos en la tierra. Con el Rosario venceréis. Os espero a todos aquí. Deseo mi capilla. No desfallezcáis. Estáis protegidos”.

Sin embargo, el 2 de mayo de 1989 tendría Felisa una última visión y otro mensaje: Ve a Nuestro Señor Jesucristo a la derecha del sol, con túnica blanca larga. En un fondo azul intenso, ve a su derecha, sacerdotes en el Purgatorio sufriendo con gran angustia. Junto a Cristo estaba la Virgen que le dice: – “Reza por los sacerdotes, porque son muchos los que escupen el Rostro de mi Divino Hijo”.

Como hemos dicho Felisa muere el 10 de febrero de 1990. Sus hijas Feli, Marian e Inés, cumpliendo el mandato que su madre les dio en vida, procedieron con fecha 9 de marzo de 1990, ante notario, a la apertura de un sobre cerrado, en el que ella había celosamente guardado un Mensaje y un objeto, por encargo de la Virgen, para que fuera abierto después de su muerte. El mensaje fue escrito el 15 de agosto de 1969 tras la Aparición y dice lo siguiente: “Vengo a hacer la paz de Mis hijos que no Me hacen caso”. La Virgen me ha dicho muchas veces, que viene para toda la humanidad, para todos sus hijos y que a todos nos tiene bajo su intercesión. A todos nos quiere mucho y desea nuestra salvación, de tal manera, que antes del castigo enviará Dios un Aviso y para que nadie dude de este Aviso, habrá un Milagro. La Virgen me dijo también: “Su Espíritu estará eternamente en ti”. Y continuó: “Te doy una medalla Mía, de inspirada belleza. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras, Él os perdonará. Yo, vuestra Madre, como intercesora de Él, os quiero decir que os enmendéis, pues ya estáis en los últimos avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación”.

Entronización de la Imagen de la Virgen Pura Dolorosa en Umbe

El 24 de diciembre de 1973 se coloca el altar en la Casa de la Virgen; un año después, el 9 de marzo, un cuadro de la Virgen Pura Dolorosa; y, finalmente, el sábado 2 de septiembre del año 1978, se entronizaba su preciosa imagen. Cada año, el primer sábado de septiembre, se celebra el Aniversario de la entronización de la imagen de la Virgen Pura Dolorosa en Umbe con una procesión a las 16:30 h, seguida de la santa misa. En 2017 se remodeló la capilla del Santísimo y la parte central de la Casa, propiedad de la Fundación privada de Umbe.

El Horario de la Casa de la Virgen en Umbe es este: abierto de lunes a viernes de 10:00 a 13:00h y de 15:00 a 18:00h; sábados, domingos y festivos: de 10:00 a 19:00h. Rezo del Rosario: todos los días por la mañana (10:45h): Corona completa de 20 misterios; por la tarde (16:30h): 15 misterios.

Aunque todavía no se haya podido construir la capilla que pidió la Virgen María, peregrinar hoy a Umbe es una experiencia inolvidable, que puede marcar nuestra vida para siempre: la “Casa de la Virgen” como signo de Su Presencia, solicitud y protección; el Sendero que lleva al Pozo como camino de iniciación cristiana a la vida de santidad y gracia; el agua bendecida recuerdo del bautismo y el don del Espíritu con el que fuimos ungidos; la oración (el Rosario) como método personal y colectivo de sanación y liberación (de victoria contra satanás); y, la llamada urgente de Nuestra Madre a la conversión, al sacrificio y la penitencia para enmendar y perfeccionar nuestra vida.

El agua del Pozo bendecida por la Virgen, no es potable, pero sí milagrosa (curativa) y no se comercializa. Sale incesantemente y la gente (enfermos y sanos) puede bañarse la cara y los pies como pide la Señora y llevarla embotellada para regalar a familiares y amigos, libre y gratuitamente (en Umbe no hay comercios, ni negocio alguno, todo se regala). Un día, la Virgen Pura Dolorosa aseguró: – “Yo cumplo lo que prometo. Y el agua seguirá curando” (31/7/1970). Y en el último mensaje a la humanidad dijo: – “Os espero a todos aquí” (8/12/1988).

Francisco José Cortes Blasco

 

 

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